Katsuki Bakugo es inteligente.
Tiene casi cuatro años y lo sabe con la seguridad absoluta que solo puede tener un niño de su edad. Sabe contar hasta cien (aunque a veces se salte algunos números), sabe escribir su nombre (con letras grandes y torcidas) y está convencido de que es más listo que todos los demás niños de la guardería.
Especialmente más que su amigo Deku.
Deku ni siquiera puede escribir bien. Siempre pone el kanji de su nombre mal (pareciendo que dice Deku en lugar de Izuku) y se tarda siglos en amarrarse los zapatos. Además, llora mucho. Todo el tiempo. Por cosas tontas. Como cuando se cayó un poco en el parque, o cuando un niño le quitó un juguete.
Pero también es valiente. Katsuki lo ha visto ponerse delante de niños más grandes solo para proteger a alguien más, aunque eso signifique terminar en el suelo con los codos raspados y las mejillas sucias de llanto. Eso a Kacchan no le gusta.
Por eso ha decidido que va a tener un don genial. Un don tan poderoso que le permita derrotar a todos los villanos de Japón... y proteger a Deku mientras lo hace. Porque aunque Deku no lo diga, necesita ayuda. Y él se la va a dar.
Durante semanas sueña con eso. Con los dos luchando juntos, con trajes geniales, salvando a la gente. Se imagina que Deku tiene un don de fuego, o de telekinesis, o algo igual de asombroso.
Pero claro... la vida no siempre da lo que uno quiere.
Cuando Katsuki despierta una mañana con pequeñas explosiones chispeando en sus manos, el mundo cambia. Su mamá grita emocionada, su papá lo levanta en brazos, y en la guardería todos quieren verlo usar su don. Es el primero del salón. Es fuerte. Es especial.
Katsuki está feliz. Es el mejor.
Y lo primero que hace al terminar la guardería es pedir ir al parque para mostrarle su quirk a Deku a mayor profundidad, corre en cuanto su mamá lo deja, con las manos listas para chispear, buscando a Deku con una sonrisa enorme.
-¡Deku, Deku! ¡Mira! -grita, alzando las manos-. ¡Tengo un don! ¡Sale fuego! ¡Boom!
Las chispas saltan, pequeñas, como fuegos artificiales diminutos. Katsuki ríe, orgulloso.
Izuku lo mira con los ojos más grandes que nunca, brillando de emoción. No de envidia, sino de auténtico asombro.
-¡Kacchan! ¡Es increíble! -salta en su lugar-. ¡Vas a ser el mejor héroe de todos!
Katsuki asiente, inflando el pecho.
-Y tú también, Deku. Cuando obtengas tu don, entrenaremos juntos. ¡Vamos a ser el equipo más fuerte de todos!
-¡Sí! -Izuku ríe, las mejillas sonrojadas-. ¡Yo quiero lanzar fuego cómo mi papá! ¡O mover las cosas cómo mi mamá! ¡O hacerme invisible!
-¡Invisibilidad no! -se queja Katsuki-. ¡Así no sabré dónde estás!
Los dos ríen. Se imaginan combates épicos contra monstruos gigantes, salvando gente, recibiendo medallas. Katsuki promete que cuando Deku despierte su don, lo ayudará a entrenar, que no importa si es débil al principio. Porque los héroes se ayudan, como los mejores amigos.
Pero las semanas pasan.
Y Deku no muestra nada.
Al principio, nadie dice nada. Los maestros sonríen con incomodidad y lo alientan a seguir esperando. Sus compañeros también lo hacen... durante unos días.
Pero pronto empiezan las miradas. Las preguntas. Las risitas.
-¿Y tú, Deku? ¿Todavía no tienes don?
YOU ARE READING
The Only Exception
FanfictionBakugo Katsuki, mejor conocido como el Héroe Explosivo: Dios de la Gran Explosión Dynamight, siempre dejó claro que no pensaba casarse. Nunca. Pero toda regla tiene su excepción. Esta es una recopilación de momentos a lo largo de su vida en los que...
