-¿Y si nunca lo tienes?

-Mi papá dice que los que no tienen don son raros.

-Mi mamá ya no quiere que juegue contigo.

Los comentarios duelen. Katsuki lo sabe. Deku finge que no los escucha, pero se le nota en la forma en que se encoge en su asiento, en cómo aprieta los labios para no llorar.

Y luego vienen las burlas.

-¡Miren! Es el raro.

-¿Cómo vas a ser héroe así, tonto?

-¡Deberías jugar con los bebés, no con nosotros!

-No lo toquen o también se quedarán sin un don.

Katsuki observa todo eso desde su lugar. Aprieta los puños. La primera vez, casi lanza una explosión. Pero su maestra lo regaña cuando chispea sin querer. Le dicen que no debe usar su don para pelear. Que tiene que controlarse.

Así que no hace nada.

Solo mira.

Y se siente mal por no hacer nada.

Una tarde, están en el patio. Katsuki juega con otros niños, formando una "base secreta" debajo del tobogán. Cuando sale a buscar más piedras para "construir una bomba", ve a Deku solo, sentado en la arena. Tiene la cabeza baja. Dos niños más grandes lo rodean.

-¡Vamos! ¡Haz algo! -le grita uno, con un palo en la mano.

-Sí, si de verdad quieres ser héroe, haz que salga tu don -dice el otro.

-Yo... yo aún no tengo uno... -murmura Deku, casi sin voz.

-¡Entonces no puedes jugar con nosotros!

Y lo empujan.

No muy fuerte, no para que se caiga del todo. Solo lo suficiente para hacerlo tambalear. Para asustarlo. Para dejar claro que no pertenece.

Katsuki siente que algo le arde en el pecho.

Camina directo hacia ellos. Firme. Sin pensar.

-¡Déjenlo en paz! -grita.

Los dos chicos se giran, sorprendidos. Pero al ver las chispas en las manos de Katsuki, retroceden. Nadie quiere que el niño explosivo se enfade.

-¿Y qué si aún no tiene don? ¡No lo necesita para patearles el trasero!

Los niños se van corriendo. Katsuki se queda de pie junto a Deku, que lo mira con los ojos grandes, brillosos por las lágrimas que no ha dejado caer.

-¿Estás bien? -pregunta sin mirarlo.

Deku asiente, pero su labio tiembla.

-No importa -murmura.

-¡Claro que importa, idiota! -responde Katsuki, enojado. Aunque no con él.

-De todos modos... Mi don no debe tardar, solo debo esperar -sus ojos brillan con ilusión-. Entonces todos volverán a ser mis amigos y Kacchan ya no tendrá que defenderme.

Después de ese altercado Katsuki no lo ve en la guardería al día siguiente.

Ni al otro.

Ni al siguiente.

Se siente raro. El salón es más ruidoso sin Deku. Más molesto. Nadie se ríe como él. Nadie juega a ser héroe con tanta seriedad.

Una tarde muchos días después, su mamá le dice que va a visitar a la tía Inko. Katsuki hace un berrinche y amenaza con quemar las cortinas a menos que lo lleve. Mitsuki Bakugo termina aceptando sin mucho impedimento. Después de todo, sólo quiere asegurarse de que su amiga y su hijo estén bien.

The Only Exception Where stories live. Discover now