capítulo 8 (editado)

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Se encontraba sentada en la mesa de un restaurante de comida rápida llamada "el hipopotamo" en el sur de la isla donde vivía, llevaba media hora esperando mirando el móvil cada dos minutos en busca de un mensaje o llamada dando una explicación de porque tanto retraso. Ni mensajes, ni llamadas. No pasó mucho tiempo cuando una mujer el doble de la edad de Juliett vestida discretamente se sentó frente a ella, llevaba el cabello recogido en un moño, unas gafas de sol que le tapaban media cara y un maquillaje muy cargado nada acorde a la ropa tan sport que llevaba. Chandal y deportivas de correr. Juliett supiró mirandole y dejó el móvil sobre la mesa, se había pedido una coca cola cuando llegó pero ya iba por el teder vasi, esa situación no era nada fácil.

MIró a la mujer y le acercó la carta del restaurante pero ella la rechazó con delicadeza y unas manos envejecidas por la lejía y el trabajo duro en casa. Se le veía mas mayor que cuando Juliett la vió por última vez hacía ya un par de meses.

-Lo ha vuelto a hacer ¿Verdad? - se acercó a quitarle las gafas de sol pero ella se apató negando con brusquedad -¿a mi me mientes? ¿desde cuando?

La mujer suspiró despacio y se las quitó dejando ver un ojo un poco morado aunque notablemente maquillado para disimular que ese bastardo la había vuelto a golpear.

-¿es que nunca vas a plantarle cara? ¿cuánto llevas aguantando sus palizas, veinte años?

No estaba sorprendida pero si bastante decepcionada, pensaba que aquello habría terminado hace tiempo pero por lo visto o a ella le gustaba demasiado esa situación o es que realmente amaba tanto a ese hombre como para aguantar sus palizas constantes y humillaciones.

-Sabes que le quiero, él va a cambiar me lo a prometido July...

Negó con la cabeza tratando de controlar tono de voz aunque casi le era imposible, estaba llena de ira y ganas de venganza.

-Eso es lo que te dice siempre después de cada paliza y tu siempre le crees, ya no hay hijos de por medio que puedan sufrir la separación, puedes irte en cualquier momento. ¿por que no lo haces?

Vió como la mujer de mediana edad se miraba las manos que tenía entrelazadas sobre la mesa pero no respondió, comprendía que cuando ella era pequeña no quisiera dejar a ese monstrup que le amargaba la vida pero ahora que no tenían cargas familiares no podía comprender cual era su excusa. El móvil de aquella mujer comenzó a sonar escandalosamente en su bolso haciendo que Juliett diriguiera su mirada hacia él, era un bolso nuevo y bastante caro. El perfecto regalo después de romperte las costillas a golpes mejor dicho. Esa era la gran rutina de ese matrimoni, su marido le consentía con exquisitos y caros regalos a cambio de una pequeña paliza que con suerte y gracias a la boca cerrada de ella nadie sabía.

-No respondas.

-July es él, debo responder o....

-No, no vuelvas con el.

La mujer sacó su móvil de última generación y bastante caro, suspiró y cerró los ojos al notar su voz temblorosa hablando al teléfono. La conversación no debió de ser demasiado entretenida pues en apenas unos minutos ella colgó y guardó el móvil de nuevo en el caro bolso.

-Debo irme, el quiere que veamos el partido vendran unos amigos.

-OH ¿enserio? que apropiado para una mujer que odia el futbol ¿verdad?

-July, no voy a discutir mas sabes que quiero mucho a tu padre, sabes que aunque quiera no puedo alejarme de él tenemos una imagen que dar.

-Si, que ahora eres una princesa a la que todos miran y critican por la calle por hacer cosas inapropiadas, mejor ese cuento a la abuela que es mas de su época.

MIró a su madre con enfado y se levantó de la silla pidiendo la cuenta a una camarera que estaba pasando por ahí.

-Te llamaré ¿vale? el sale de viaje en dos semanas, quizá podríamos quedar e ir de compras juntas... me gustaría saber qeu es de tu vida hija, en que estás trabajando, si tienes novio...

Negó con la cabeza a la vez que pagaba la cuenta y se puso la sudadera blanca con motivos de colores, la miró y suspiró.

-Bien, pero piensatelo porque en mi casa siempre tienes un lugar donde vivir.

-Si, lo tendre en cuenta pero sabes que no puedo aceptarlo, adios juliett.

-Adios Sofia....

Eran las cinco de la tarde cuando se subió al autobus que la llevaría de nuevo a su ciudad, había ido al sur sólo para ver a su mamá pero apenas habían estado juntas ni quince miseros minutos. Ese monstruo seguía controlando cada paso que daba y estaba segura de que si se enteraba que se habían visto toda la ira que no pudo soltar con ella la soltaría con su madre. Hacía ya años que no se veían por ese mismo motivo, pero a decir verdad necesitaba el cariño de su madre como cualquier niña, por eso la veía aunque fuese a escondidas. Se subió al bus y se puso los auriculares, necesitaba oir algo de música aunque no le importase que música sonase, lo único que necesitaba era despejar su mente y no pensar en lo que le haría a ese cabrón si tuviera la oportunidad de acercarse a él en algún momento. No podía mentir al decir que no deseaba verlo muerto, él era la peor pesadilla de lla y su hermana desde hacía años y el hijo de puta que había hecho que su madre acabase en el hospital en más de una ocasión.

La hora y media de trayecto se le hizo eterna, cuando al fín vió delante de ella aquella casa que había comprado no pudo evitar soltar un suspito de alivio al sentirse de nuevo en casa, segura y tranquila. Abrió la puerta entrando en su casa y fué directamente al baño, necesitaba un buen baño de espumas.

Acababa de vestirse cuando un estruendo de cristales rompiense se escuchó por toda la casa haciendo que Juliett diera un salto del propio susto. Fué directa, sin miedo pero con una sartén en la mano a ver que había pasado, no había nadie en la habitación aunque si miles de cristales por todo el suelo y un ladrillo en la otra punta de la habitación. Se acercó despacio con miedo a cortarse por los cristales dejando la sartén sobre la cama y cogió el ladrillo viendo que estaba atado con una goma eslástica a un trozo de papel roto y arrancado de una libreta. Despacio y quitó la goma elástica que estaba altededor de ella y sacó la nota escrita a mano con bolígrafo negro, contuvo la respiración asustada cuando vió que lo que ponía en la nota no era nada más ni nada menos que una amenaza hacia ella de los que pensaba que se había librado ya. Ahora sabían dónde vivía y desde luego sabía que volverían. Desde luego no había sido el mejor día.



Eterna sumision.Where stories live. Discover now