Realmente amaba a su novio.

Cuando bajaron las escaleras, se cruzaron con los merodeadores. Fred y Dylan jugaban a los Snap explosivos, al tiempo que Dean ya invadía el espacio personal de Kyle. Sin ningún tipo de permiso, le robó un casto beso; pronto, escapó corriendo por el túnel de la Dama Gorda, mientras ella lo perseguía gritándole groserías. Todos los alumnos los siguieron con la mirada, hasta James, quien unos segundos antes había estado muy atento observando un punto indefinido sobre la chimenea, separado del resto. Reaccionó sólo con los gritos de Kyle, lo que lo llevo a voltear su cabeza y cruzar sus ojos con los de Amelie. Se levantó de un brinco.

-Me voy -sin más explicaciones, tiro a Amelie de su brazo izquierdo y la guio fuera de la Sala Común.

Iba muy callado. Demasiado. Caminaba con las manos en los bolsillos, sacándolas solo para atender a su odioso tic y revolver aún más su cabello azabache.

En eso, deslizó su mano desde la muñeca de Amelie a su palma, para poder entrelazar sus dedos y atravesar el Hall hacia el exterior del castillo. Su tacto le hacía descubrir miles de terminaciones nerviosas que no creían que existieran, por no mencionar que no quería nunca que la soltara.

Supo que ya podía hablar.

-¿Qué es lo que ocurre?

-Me pelee con Fred. Y con los demás también...

-¿Quieres hablar sobre ello?

-Vayamos a la cancha.

Sin decir más, tiró de Amelie hasta los vestuarios. En ciertos momentos volvía sus ojos cafés hacia ella, como estudiando sus acciones; tal vez pensó que su compañera no lo notaba, pero... claro que Amelie se daba cuenta. Que estuvieran tomados de la mano la hacía estar totalmente alerta a sus movimientos.

En cuanto atravesaron el umbral, Amelie decidió cruzar su mirada con la de él. James la desvió rápido.

Colin Creevey estaba sentado en los bancos, puliendo su escoba. Esbozó una sonrisa en cuanto vio a llegar a su capitán, la cual se desvaneció inmediatamente al notar su mano entrelazada con la de su suplente.

-Lárgate, Creevey -ordenó James escuetamente-. Nadie que no sea del equipo tiene autorización de entrar a los vestuarios.

-Pero... si...

-Fuera. Ya lo he dicho.

Esa era, al parecer, su "sutil" forma de echarlo. Colin murmuro, seguramente, alguna grosería antes de retirarse.

Algo que James nunca iba a aprender era el que todas las personas tienen sentimientos. Era un experto rompe corazones e ilusiones.

Y Amelie lo odiaba por eso.

-Eso ha sido cruel.

-¿Y que más te da? -inquirió James, volviéndose alterado hacia ella en cuanto descubrió que lo había soltado de la mano.

-Eso fue desalmado. La actitud de un cerdo. ¡No puedes ir por el mundo tratando a la gente como se te dé la gana! -chillo Amelie.

Dio media vuelta dispuesta a irse, pero James volvió a voltearla bruscamente por el codo, para quedar frente a frente.

-Oye, ¡Es cierto! ¡Él no es del equipo! E importa un hipogrifo como lo haya echado del equipo, de cualquier forma iba a caerle mal. Sólo que... estoy enfadado con todos -suspiró profundamente-. Disculpa.

-No te disculpes conmigo. Fue a Colin a quien trataste como mierda.

Sacudió su brazo para librarse de su agarre. Estaba enfadada y cansada de la actitud egoísta y cruel de James. Quería golpearlo a ver si recobraba el sentido, a ver si las ideas se le acomodaban y se daba cuenta del dolor de sus palabras. Pero sabía que eso no ayudaría nada: el que lo golpeara era de matones, además de que no haría más que empeorar las cosas y no ayudaría en nada más que para descargar la furia que la invadía. Eso no era lo que cambiara a James. Eso no era lo que lo atraería a la realidad de sus acciones.

Amelie Moore y la maldición de los PotterWhere stories live. Discover now