Sasuke asintió con seriedad, levantándose del tapete y ajustándose la espada al cinto. -Gracias sensei. Seguiré entrenando.

-Muy bien Sasuke. Pero antes de que te vayas, quiero pedirte un favor. Necesito que me ayudes a archivar unos pergaminos y llevarlos a la biblioteca. Sé que no debería pedirte esto, pero podrías aprovechar para buscar información que pueda serte útil.

El sensei extendió un pequeño manojo de llaves y señaló los pergaminos en una mesa cercana.

-Entendido. Lo haré sensei -respondió Sasuke, tomando las llaves -Además, me vendrá bien revisar algunos textos que necesito.

Mu no sabía que Sasuke y Naruto eran novios. Aunque había notado la cercanía entre ambos, no conocía la profundidad de su relación.

Para él, ellos eran simplemente muy unidos, dos ninjas fuertes que compartían un vínculo especial, pero nada más. La verdadera intención de Mu, sin embargo, era que Sasuke se quedara a su lado como su discípulo, y eventualmente, lo reemplazara como su sucesor y sensei.

En su mente el rubio era solo un obstáculo más. No le importaba realmente lo que sucediera con él; si Sasuke decidía seguir sus enseñanzas, no dudaría en darle la espada que tanto deseaba, y no le importaba que eso significara que el rubio se alejara. Su objetivo era más grande, y Naruto no encajaba en sus planes.

Sin embargo, a medida que pasaron los días, algo inesperado comenzó a suceder. Mu, que siempre había sido frío y calculador, se dio cuenta de lo que Sasuke guardaba en su interior. El dolor profundo que cargaba, su arrepentimiento, sus cicatrices emocionales, todo eso le pareció más que simples defectos. Era parte de la esencia del Uchiha, algo que lo hacía único, y Mu no pudo evitar sentir una creciente fascinación hacia él.

Cada vez que veía a Sasuke sonreír, aunque fuera de manera leve, o lo observaba atento, concentrado en sus entrenamientos o en sus conversaciones, un sentimiento de atracción comenzó a surgir dentro de él. Mu nunca había experimentado algo así por otro hombre, pero la presencia de Sasuke, su seriedad, su fuerza y su vulnerabilidad, lo hicieron aún más atractivo.

El Uchiha tenía una belleza innegable, una belleza que iba más allá de lo físico. Su personalidad misteriosa, la carga emocional que llevaba, lo convertían en un hombre digno de ser admirado, y en el caso de Mu, también de ser deseado. Sin quererlo, comenzó a ver en Sasuke algo más que un discípulo, y ese sentimiento, aunque sutil al principio, estaba tomando fuerza.

Mu asintió, satisfecho de distraer al Uchiha de ir con su compañero, mientras Sasuke se preparaba para cumplir con la tarea, ajeno a las emociones que en ese mismo momento embargaban a Naruto.

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Naruto siempre había creído que su amor por Sasuke era inquebrantable, que pasara lo que pasara nunca lo dejaría.

Sin embargo, en esos días de distancia creciente, empezaban a surgir dudas que nunca antes había considerado. Se preguntaba si los sentimientos de Sasuke por él seguían siendo los mismos o si, tal vez, alguien más había comenzado a ocupar un lugar importante en su vida.

Sus pensamientos se detuvieron en Mu. Era inteligente, sereno, y parecía darle a Sasuke algo que él no podía: esa paz que parecía necesaria para que el Uchiha pudiera sanar sus heridas y perdonarse. Además, Mu tenía un atractivo peculiar, casi etéreo, como si no fuera completamente humano. El rubio no podía evitar pensar que, quizás, estar cerca de Mu hacía que Sasuke se sintiera más pleno, más en paz consigo mismo.

La idea lo atormentaba. ¿Qué haría si Sasuke decidiera dejarlo por alguien como Mu? Aunque intentaba convencerse de que era solo su imaginación, el dolor de esa posibilidad se instalaba en su pecho como un peso constante.

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