Verdad

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Después dentro del convertible completamente aburrida  de estar viendo a los demás automoviles, junto con el paisaje pasar junto a nosotros, llegamos a la entrada de lo que es la ciudad de Shilton.
A pesar del tiempo que me he ausentado, me doy cuenta que el pequeño pueblo no ha cambiado nada. Bueno una que otra cosa diferente, pero se podría decir que la nada misma.

Abro la ventana de mi convertible el cual en este momento está siendo conducido por mi hermano, con Angy sentada al lado de el como copiloto, y yo, bueno pues yo estoy sentada en el asientro trasero. Me encargo de que el vidrio se bajé hasta el límite ya que deseo sentir aire fresco, y tranquilo acariciando mi rostro. Al menos aunque sea por medio de la ventana de un automóvil.

Me sobresalto un momento al darme cuenta que Thomas ha dejado de conducir y a estacionado el convertible a las afueras de una pequeña casa. Me quedo pasmada al darme cuenta que la casa a la cual tengo frente es mi "antiguo" hogar. Me sorprende que en tan solo tres meses me haya olvidado completamente de como es el lugar en donde crecí, ya que me parece más pequeño y desconocido aquel lugar.

-Y bien, ¿no piensas bajarte?-me dice alguien sacándome de mis pensamienos. Es Thomas.

-No, es solo que todo me parece diferente a como lo recordaba. Y eso que tan solo he estado fuera tres meses.

-Dímelo a mí...

Una vez que estoy frente a la  que se supone es la casa de mis padres, me doy cuenta de que no quiero entrar. No quiero ver a mi madre. No quiero enfrentar la situación. Me doy cuenta de que no quiero recordar parte de mi vida... Mi pasado.

Una vez que estoy dentro de la casa me inunda ese pequeño aroma a incienso con aroma a cannabis. Sip escucharon bien, cannabis, perturbador ¿verdad?

-Thomas me parece que no hay nadie.-puedo ver la mirada de curiosidad que posee Angy con cada paso que da por el pasillo que dirige hacia la cocina.

-¿Cómo fue que abriste la puerta si no hay nadie?

-Simple, aún conservo la llave que tenía cuando era pequeño.-me responde Thomas.

-Ah.

Dejó a mi hermano y su novia los cuales observan detalladamente la decoración tanto como las fotos colgadas en la pared. Angy por curiosidad, y mi hermano por todos los años que estuvo viviendo en Histon. Supongo que está recordando parte de nuestra niñez que vivimos juntos.

Yo por mi lado, me dirijo a la habitación la cual se supone era mi cuarto.
Me sorprende encontrar todo tal cual lo deje el día antes de irme a ciudad de Oxford: la repisa de libros simétricamente ordenados, mi cama ligeramente destendida, todos mis posters de grupos favoritos pegados en la pared. He incluso mi colección de piedras de colores exóticos.

Instintivamente me arrodillo y miro debajo de mi cama, para asegurarme que mi pequeño cofre de madera sigue ahí, intacto como lo había dejado.

Cuando tenía cuatro años, mi padre me construyó un pequeño cofre de madera, con el fin de que ocultara mis reliquias como solía decir él.
Yo sin encontrarle mejor uso, guardé en este todo aquello que me recordara a él; fotos, libros (ya que solía tener siempre a mano uno que otro libro filosófico), los regalos que me obsequiaba e incluso el frasco de su infaltable perfume, que con el tiempo se convirtió en mi aroma favorito.

Después de minutos llenándome de nostalgia mirando las fotos de mi padre, no encuentro mejor actividad que recostarme en mi pequeña cama. Apesar del tiempo que llevo sin recostarme en esta, puedo darme cuenta que no ha perdido su toque cómodo y relajado que posee.

    ._._._._.

Al despertar un cálido arona a café recién preparado llena mis fosas nasales,  provocando que me levante de la cama sin pensarlo dos veces.

Heridas Where stories live. Discover now