V E I N T I U N O

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—¿Por qué me tocaste el trasero, idiota?— preguntó sumamente enojada.

—¡No tiene nada de malo!— Viera abrió la boca indignada.

—No tendría nada de malo si fuera una más de tus zorras, pero, ¿qué crees?— preguntó acercándose más peligrosamente a él— No soy, y ten por seguro que jamás seré una más de tus fáciles.

—¿Qué pasa aquí?— Carlo se acercó y miró con el ceño fruncido a ambos chicos que estaban formando una escena en medio de todos.

—¡Me toqueteó el trasero!— chilló Viera.

   Carlo miró apretando la quijada a su amigo, que parecía querer encogerse ante la mirada severa de Carlo. Y sin pensarlo, le soltó un puñetazo en la barbilla— ¡Carlo!— gritó Cassie y le tomó el brazo para evitar que lo volviese a golpear.

—Baggio, sabes que eres uno de mis mejores amigos, pero ya te lo había advertido— dijo ignorando a Cassandra por completo— A mi hermana, la vas a respetar, la vas a tratar como la dama que es. Sino, puedes irte con Laura, ella estará encantada de abrirte las piernas.

   Laura, que estaba viendo todo, se encogió de hombros como si estuviera acostumbrada a ese tipo de tratos. Por otra parte, Dago miró arrepentido a Viera, que sentía las lágrimas picando en sus ojos. Estaba frustrada, pues todas sus ilusiones con Dago se acababan de ir a la mierda, él la veía como una amiga más a la cual podría tocar sin compromisos y cuando quisiera. O esa pensaba ella.

   Cassie tomó a Vi por el brazo y se alejaron de ahí, donde Carlo seguía discutiendo con Dago.

—Es un idiota— mencionó Cass, mientras se sentaban en unas sillas que habían sacado de las camionetas, un poco alejadas de todo el alboroto— Sé lo que piensas, Vi.

   Ella levantó la cabeza y miró a Cassie confundida— ¿Lo sabes?

—Vi— le sonrió amablemente— No es necesario ser tu mejor amiga para saber que Dago te encanta, pero que cada vez te desilusionas más de él.

   Una lágrima cayó por su mejilla— En verdad me gusta— Cassie pasó su brazo por el hombro de Viera.

—Lo sé, Vi. Y no te preocupes, como lo está tratando tu hermano, él no volverá a hacer algo parecido— le sonrió y Vi ladeó una sonrisa.

—Supongo que si.

—¡Chicas!— Gio se acercó a ellas— las estaba buscando— Cass se levantó.

—Yo los dejaré solos— Gio le sonrió amistosamente y la morocha regresó a donde todos.

   Giorgio se sentó donde había estado Cass, y tomó la mano de Viera jugando con su pulgar. Vi había aprendido en ese tiempo que Gio tenía esa costumbre, y le agradaba, en realidad le relajaba que hiciera eso.— Vi todo lo que pasó allá.

   Viera solamente suspiró y recargó su cabeza en el hombro del rubio— Me vi como una fácil, ¿no?

   Giorgio rió— En realidad, eres la heroína de varios. Nadie había rechazado a Dago así, y menos golpeado.

   Ambos rieron y se quedaron en silencio un momento.

—Gio...

—¿Sí?

—¿Por qué vives en la bodega?

   El ambiente quedo tenso un momento, luego Gio besó su frente dulcemente— Algún día te contaré, bonita.

   Viera no quiso preguntar más, pues era un tema bastante personal, al parecer.

—Bueno, vamos— la ayudó a levantarse— vamos a correr.

    Viera sonrió abiertamente al recordar la ronda y de la mano de Gio, caminó hacía donde estaban todos riendo y divirtiéndose.

—Bueno— habló Topanga, subiéndose a una silla para que todos la pudiera ver, pues su estatura no le ayudaba mucho— Hoy se correrán 4 kilómetros, nos dividiremos entre 6 caminos que hay aquí cerca. Recuerden, las camionetas los estarán esperando en el final del recorrido, pero ahora, ¿quién irá?

   Todos comenzaron a gritar que ellos, otros se alejaban pues no tenían ganas de correr y así, se armó un alboroto —¡Basta!— gritó Maru— Ya entendimos, los grupos se formarán de 7 cada uno, son 6 así que hoy correrán 42.

   Cassie tomó la mano libre de Viera— ¡Altobelli vendrá en mi equipo!

—Yo iré con ellas— se ofreció Gio.

   El equipo en el que estaría Viera se armó rápidamente y poco después, caminaron junto a los otros cinco equipos hasta donde estaría la línea de salida.

—Una hora chicos— avisó Dago— ni un minuto más— dijo de mal humor.

—Uno— dijo Carlo, que no correría esa noche— dos...— Viera sintió un cosquilleo en su espalda, estaba emocionada y la adrenalina comenzaba a correr por sus venas— Tres.

   Y comenzaron a correr, perdiéndose entre las calles de Verona, riendo, gritando y sin parar.

El roba besos | ERB #1 | Where stories live. Discover now