Invisible String [BORRADOR]

Capitulo dos

«"You know you're good when you can even do it with a broken heart" - I can do it with a broken heart, Taylor Swift.»

Lila.

Creí que llegar a mi casa sería tener paz por fin del fantasma de Ryan, pero no. Lo primero que mi madre me dice al llegar es que habrá una cena de bienvenida para él. Mamá no sabía lo mucho que me dolió la partida de él, pues supe fingir muy bien. Justo lo que haré hoy en la cena, no le daré el gusto de verme triste por él, porque puedo hacerlo con el corazón roto.

Busco en mi ropero que ponerme, me asomo por la ventana viendo el clima. Templado, pero no da indicios de lluvia, es perfecto. Paso de un gancho a otro hasta que encuentro el vestido que me tejí hace unos meses atrás y que aún no he tenido la oportunidad para ponérmelo. Hoy será ese día. Lo llamaré el vestido de la venganza.

Una vez estoy lista, me dispongo a terminar mis quehaceres del día como lo son empacar pedidos, alistar los próximos pedidos que tomaré, organizar los estambres de lana por colores, texturas y grosor. Aprovecho para pedir snacks para mi hámster.

Cuando reviso el reloj colgado en la pared donde está mi escritorio, contengo el aliento al ver la hora. La cena. Es momento de irme. Estoy poniéndome de pie cuando mi madre entra radiante.

—¿Estás lis...? ¡Epa! Esa es mi hija.—Sonríe.

—¿Qué tal me veo, ma? —pregunto, dando una vuelta.

—Hermosa como siempre, mi vida.

Sonrío.

—Buenas noches —saludo a la empleada de servicio que nos abre la puerta.

—Señorita Lila, cuánto tiempo.

—Mucho, la verdad —murmuro.

Le sonrío y entro a la bonita casa con mi madre detrás.

Esta casa siempre me ha fascinado por lo grande que es y fue una lástima para mi pequeña yo cuando nos tuvimos que mudar al apartamento, pues no podía jugar en la piscina y pasaba menos tiempo con Ryan.

Era agradable ser su vecina.

Suspiro.

«El pasado se queda en el pasado, Lila», me repito mentalmente.

Nos adentramos más y me congelo al escuchar las voces y risas de la familia. Todo estará bien.

Avanzo contando cada paso, agradezco que uso unas sandalias con tacón medio; lo que menos necesito es caerme.

En el comedor todos ríen y conversan, pero cuando me detengo en el umbral todas las cabezas giran hacia mi dirección, incluyendo la de Ryan. Él estaba apunto de tomar un poco de vino y al verme se ha quedado con la copa sobre sus labios. Sus ojos me miran directo a los ojos, poniéndome nerviosa. Como siempre.

Dios, Dios, Dios.

Regresa la copa a la mesa y se levanta con torpeza. No puedo moverme. Él se acerca y necesito moverme, pero no puedo.

Me dejó. Me dejó. Me dejó.

Yo puedo hacerlo. Tomo aire. Puedo hacerlo incluso con un corazón roto.

—Ryan, buenas noches —logro saludarlo sin que se note en mi voz lo afectada que estoy.

Abre la boca.

La cierra.

Abre la boca otra vez, pero la vuelve a cerrar.

Al parecer se va a tragar la lengua como siga así. Ojalá.