Capítulo 5

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Capítulo 5: Es el Enemigo que Subestimas el que te Mata

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Capítulo 5: Es el Enemigo que Subestimas el que te Mata

Isabelle

—Gracias, Leo.

A mi lado, me miro confundido.

—¿Por qué?

Sonreí.

—Por ser lo mejor que tengo en mi vida.

Recordé ese momento, estábamos en la playa, observando el cielo estrellado en Maui, solo nos quedaba esa noche en Hawaii y la habíamos pasado al máximo. De nuevo las lágrimas salieron, sin embargo, ya ni siquiera sollozaba, había llorado toda la noche, probablemente ya había amanecido y yo todavía tenía las mejillas empapadas.

Agradecí haber podido pasar la noche en el hotel, al menos había podido desahogarme con tranquilidad, me gire a una de las mesas de noche para encontrarme con un reloj proyectando la hora, eran las ocho de la mañana. Me incorpore con desgana y me dirigí al baño, el reflejo en el espejo era desastroso, no esperaba nada más, así me sentía. Lave mi rostro y cepille mis dientes, después me deshice del vestido de la noche anterior y me metí en la regadera, era curioso, como un día te sientes en la cima del mundo y al otro no estas ni en el primer escalón.

Respire profundo.

Leo iba a estar bien, conseguiría una chica hermosa que lo amara, que estuviera dispuesto a todo por él, que lo considerara su prioridad; lamentablemente, esa no podía ser yo.

Y eso estaba bien, él podía amar sin arriesgarse a nada, yo no.

Me dije a mi misma que esta pesadilla de Londres y la familia real del Norte se acabaría pronto, si todo salía acorde al plan hoy mismo podría estar rumbo a Italia, entonces mi vida podría tener algo de normalidad.

Salí de la regadera y me envolví en el albornoz del hotel, era bastante suave, desenrede mi cabello húmedo con mis dedos, afuera del cuarto de baño, la habitación se veía algo desordenada, las sandalias de pulsera estaban en el suelo, la tiara sobre la mesita de noche y la cama deshecha. Salí de la habitación, la suite era cómoda, elegante y lujosa, tenía una pequeña sala de estar, junto a una cocina reducida, un balcón y la puerta de entrada. Me pareció extraño no ver a Mary esperando por mi con el desayuno, ropa y la agenda del día, no obstante, la espera no fue en vano, justo estando en medio de aquella suite, la puerta de entrada se abrió, dejando pasar un empleado del hotel con el carrito de servicio y el desayuno, atrás estaban mis abuelos, no se veían muy felices, sus rostros solo denotaban seriedad.

—Buen díasaludé tratando de aligerar el ambiente.

El empleado dejó todo dispuesto en la sala de estar y se retiro de inmediato, mi abuela se sentó en el sofá conmigo y me abrazó, respondí de inmediato, necesitaba con urgencia el abrazo de alguien, más si venía de ella.

Norte y Sur: Las dos Coronas (ex Rechazada por la Realeza)Место, где живут истории. Откройте их для себя