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Capítulo 3: Corazón Roto
Isabelle
Connor Bach
León Santana
Mis intereses amorosos, dos errores, diría mi abuelo. Ambos, han sido una parte esencial de mi vida y es que todavía recordaba cuando suspiraba por Connor, el hermano mayor de Lucca.
Connor me abrió los ojos a la realidad, por Connor era que en parte había abandonado todo hacía dos años, aunque le había asegurado a mi abuelo que quería estudiar en Harvard para crearme nuevos retos y aprender cosas más allá del continente, fue en parte una vil mentira. Connor Bach me mostró que yo no era más que una niña ridícula, con un amor platónico; que realmente nunca llamaría la atención de nadie, al menos no una sincera, y no era por mi apariencia o mi personalidad, no, era por mi título. Connor no quería relacionarse con la realeza, tampoco con la nobleza y como lo escuche aquella noche antes de irme a América, tampoco con una niña mimada, arrogante, egocéntrica; conmigo.
Los corazones rotos eran una mierda, la noche en la que decidí poner distancia, todas las personas que consideraba amigos me fallaron, la familia que había escogido me dio la espalda; esa noche comprendí muchas cosas.
Connor había roto mi corazón. No fue cuando me hizo entender que no sentía lo que yo por él, tampoco cuando me aclaró que nunca lo sentiría, fue cuando me llamó una niña inmadura, caprichosa, arrogante y afirmó que yo no era capaz de amar, que la única razón por la cual me había encaprichado con él era por el dinero y poder de su familia para escapar de la realeza y de mi disfuncional familia, me dijo que con Lucca no lo haría porque era lo más cercano a una familia que todavía conservaba. Connor nunca me había soportado, me ignoraba la mayor parte del tiempo, pero eso no impidió que yo me enamorara perdidamente.
Recordé sus palabras, mi tristeza, esa misma que nadie consoló. Cuando mi dignidad estaba por el suelo y fui donde la única persona que conocía todo de mi, Lucca, él, mi mejor amigo, me dijo que no todo se trataba de mi, que él tenía una vida y que no giraba en torno a mi. Mis amigas estaban disfrutando de la noche, como Lucca, quien solo pensaba en su conquista, la que por mi dolor, también le había arruinado. Esa noche comprendí que no era la prioridad de nadie, en mi familia nunca lo sería, el ducado venía antes que todo y en mis amigos, menos, ellos tenían sus propias vidas para interesarse más de lo necesario por la mía; entendí que mi mierda era un estorbo en sus vidas, así que me aleje, si no iba a ser la prioridad de nadie, yo misma sería mi prioridad.
Llegar a Harvard fue exactamente lo que necesitaba, nadie realmente me conocía, tampoco les importaba mi título y agradecía eso. No tenía muchos amigos en la universidad, solo conocidos, tampoco en Cambridge, en realidad, estaba bastante sola. Lucca me llamaba e insistía en visitarme a menudo, nunca peleamos por esa noche, aquello no ameritaba una pelea, para mi, fue una aclaración, él tampoco mencionó nada. Mis amigas del internado, también llamaban pero a ellas no las quería involucrar más, mi mierda, era mi mierda, de nadie más.
