2.2

2K 389 43
                                    

Querida Kate:
Juro que cuando vi nuestro cuarto sin tus pertenencias, mi mundo empezó a desmoronarse. Las fotos, tu topa, tus trofeos. Todo se había ido. Lo único que quedaba eran tus viejos libros de matemáticas sobre tu cama y tu vestido rojo de tu graduación de prepa. El cuarto parecía vacío, cómo si algo le faltará o más bien alguien.
Tú.
El cuarto siempre fue más tuyo que mío. Sin tus cosas era cómo si la vida que había conocido hubiera desaparecido. Tú eras ese cuarto. Tú eres parte de mi alma, probablemente la más importante. Sin tus cosas era cómo aceptar el hecho de que probablemente nunca regresarías.
Ojalá nunca me hubiera ido este fin de semana con papá y tus cosas no hubieran desaparecido, pero el hubiera no existe. No me moleste en reclamarle a mamá. Lo único que quería era llorar. Abracé tu vestido, la última parte que me quedaba de ti aparte de recuerdos. Abracé tu vestido cómo si abrazará la última esencia de tu alma. Y llore cómo si el mundo dependiera de ello.
Miles de recuerdos azotaron de golpe mi mente. Nosotras bailando raro, viendo seríes juntas, burlándonos de nuestras desgracias, cuando mamá nos dejo en la casa por no levantarnos temprano y tuvimos que tomar un taxi. En especial recuerdo cuando te consolé porque terminaste con tu primer novio, recuerdo lo que te dije, "No llores, la tristeza es como una persona, y cuando alguien te visita no se queda para siempre. Es lo mismo con la tristeza, te está visitando, y no se quedará para siempre." Verte llorar era cómo romper un vidrio y pisarlo descalza, dolía.
Te llevo tatuada en el corazón, Kate. Unidas y sin límites.

Con amor,
Emma

Cartas a Kate ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora