Capítulo 4

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Por fin sonó la campana de las dos y media. Parecía imposible pero las clases habían acabado. Laura recogió las cosas y salió de clase lo más rápido posible, Laura sentía un miedo profundo al ver a Santiago porque temía que se pudiera enamorar de él teniendo ella novio. No le dió tiempo de despedirse de sus amigos, ella salió la primera del colegio.

Su madre le esperaba en el aparcamiento de coches. Laura se subió en el coche, le dió dos besos a su madre y le explicó lo que le había pasado en esa primera mañana de clases.

En ese mismo instante en una parada de autobús.

Mira impacientemente su móvil. Nadie le habla. Vuelve a mirarlo cada dos minutos esperando desesperadamente si le llega algún mensaje. Nada. Sigue sin recibir notificación de nadie.

Alejandro se encuentra apoyado en la mampara de la parada. Se encuentra a la sombra, porque al sol es totalmente imposible ponerse. Treinta grados a la sombra, treinta y tres al sol. Un día muy caluroso para comenzar los estudios y además teniendo nuevo sitio donde estudiar.

Alejandro está tan concentrado en su móvil y deseando que alguien le hable que no percata que el autobús se acerca a su parada. Cuando se guarda el móvil en su bolsillo y resopla por no poder haber encontrado a nadie conectado en su móvil es cuando se da cuenta de la presencia del autobús en su parada.

<<Primer día de clase. Seguro que la gente está ocupada buscando libros y organizando sus horarios para que nadie tenga tiempo a esta hora de conectarse>> pensó mientras pagaba el autobús que le llevaría de vuelta a su casa.

Buscó un sitio dentro del autobús y tuvo suerte, encontró uno pegado a la ventana del autobús. Uno de los dos últimos asientos que había. Se sentó en el sitio más cercano a la ventana. Le gustaba ese tipo de sitio, podía divisar todo el paisaje de mientras que el autobús daba su paseo y parada en sus respectivos lugares.

Su asiento de su lado también estaba vacío y no sabía si iba a estar así todo el camino o estaría ocupado por alguien en alguna de las paradas de más adelante. Así que, por si acaso, colocó su mochila sobre sus pies.

Sacó de nuevo su móvil del bolsillo. Nada. Ninguna sola conversación. Entonces pensó en enviarle un mensaje a alguien. A su chica. Estaba impaciente por hablar con ella.

Sin pensárselo dos veces buscó el contacto de su chica en su móvil. Agu, María, Laura.... Ahí estaba. Laura era su contacto favorito, su chica. Todos los días hablaban, literalmente entre ellos dos sabían lo que era el amor.

<<Espero no molestarle, pero de todos modos quiero hablarle así que le voy a decir algo>> pensó mientras que escribía la frase de todos los días:

-Hola mi amor, ¿Estás disponible? Te echo muchísimos de menos. No sabes cuánto- Termina la frase con un pequeño emoticono de color amarillo lanzando un beso en forma de corazón.

Tardó un tiempo en leerlo y conectarse, pero la espera llegó a su fin. Se había conectado y le estaba escribiendo.

-Hola mi vida, como te he echado de menos- Me dijo terminando la frase con el mismo emoticono que yo le había enviado.

-Yo también te he echado mucho de menos, princesa- Le dije yo instantáneamente después de leer esa maravillosa frase que me había puesto.

Antes de que pudiera escribir algo más ella comenzó a escribirme:

-Cari lo siento pero tengo que marcharme. Tengo que hacer cosas- Me dijo ella un poco tristona.

Lo comprendió al momento. Seguramente se marchaba porque tenía cosas que hacer y era normal. Tenía que ir a comprar los distintos cuadernos que iba a necesitar para sus clases.

Tristemente Alejandro le contestó a su mensaje de una triste manera que se le notaban en las palabras que iba escribiendo.

-No hay problemas mi niña. Entiendo que tengas que ir a comprar cosas para el colegio-

-Exacto. Lo siento luego hablamos, adiós- Dijo ella después escribirle la frase.

-Adiós Cari- escribió Alejandro poco después.

El autobús llegó a su segunda parada de seis que tenía. Alejandro se bajaba en la cuarta, así que todavía le quedaba estar en ese autobús un rato más.

El autobús se paró en la parada para dejar subir a la única joven que estaba esperándolo. Alejandro no se había percatado de la joven de quince años que se había montado en el autobús hasta que iba por el pasillo. Sabía que se iba a sentar al lado suya, porque era el único sitio libre de todo el autobús.

Cuando fue caminando a su sitio se fijó por unos minutos en ella. Era bastante guapa. Tenía el pelo liso y totalmente castaño. Un pelo castaño que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Una cara que transmitía confianza y a la vez tranquilidad. Un rostro de niña y a la vez de mujer.

Tanía puesto unos pantalones vaqueros rotos por su rodillas. Esa era la nueva moda de las jóvenes, pantalones rotos. <<Vaya estupidez de moda>> pensó Alejandro por un momento. Pero aun así le parecía muy guapa para fijarse en claridad de aquellos detalles. Llevaba una camiseta blanca de mangas cortas con un dibujito de Minie Mouse. La verdad la chica era muy mona.

Esa joven se acercó al sitio de Alejandro y con una sonrisa en la cara le dijo:

-¿Está ocupado este sitio?-

-No. Claro que no. Te puedes sentar- Le dijo Alejandro devolviéndole la sonrisa que anteriormente ella le había dedicado cuando le preguntaba.

La joven se sentó a su lado dejando en sus rodillas su mochila. Era una mochila de color rosa. Sus asas eran de color oscuro por una parte y seguía con el color rosa por su otro lado. Lo principal que se podía leer en su mochila era la marca, Nike, en grande y de color blanco.

-Perdona, ¿Cómo te llamas? Yo me llamo Celia- Dijo ella sorprendiendo a Alejandro, que le contestó con una Sonrisa.

-Me llamo Alejandro, encantado de conocerte-

Alejandro estaba un poco cortado. No sabía si seguir hablando o no. Era la primera vez que veía a aquella chica pero por educación y para no dejarla tirada en la conversación siguió hablando con ella.

-¿Dónde estudias? Yo he empezado este año los estudios aquí. Pero vivo lejos así que tengo que coger todos los días el autobús. Digamos que es una vida nueva, diferente- Le dijo sonriente.

-Yo también vivo un poco lejos. Tengo que llegar hasta la última parada. Vivo justamente en la casa de enfrente de la parada-

-Yo tengo que parar un poco antes. En la penúltima parada- Le dijo Alejandro.

Los dos se miraron y sonrieron a la vez. Le había caído bastante bien aquella chica. Era un de esas chicas felices y alegres y también una de esas chicas que era buena estudiante.

Alejandro no se percató de que había llegado a su parada. Rápidamente se despidió de Celia, cogió su maletín y salió del autobús.

No sabía si iba a volver a ver a aquella chica pero le encantó haberle conocido y haber hablado con ella. Le gustaría volver a verla y hablar con ella.

Alejandro se quita la sudadera de color rojo que llevaba puesta. La cuelga en su mochila. Se coloca bien la mochila en su espalda y se dirige directo para su casa. Alejandro no se percató de que Celia le estaba mirando por la ventanilla del autobús de mientras que se iba andando hasta su casa.

Para Alejandro ese día pasó demasiado rápido, pero así era siempre el primer día, sin nada que hacer y sin estudiar nada, solo preparando las cosas para el día siguiente.

No tuvo la oportunidad de poder seguir hablando con su chica, Laura. <<Estaría de compras, fuera de su casa no tiene internet>> pensaba una y otra vez para no ponerse triste por no poder estar con ella.

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Sonríe Yo te invitoWhere stories live. Discover now