21. Dulce Despedida

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Constance

Me lavo las manos de manera desesperada en el fregadero de la cocina. No importa que tanto refriegue, la sangre no se va de mis dedos. Me limpio con un trapo empapado en sangre, los restos de carne de las uñas. 

Este tipo de cosas jamás me habían molestado, pero no era mi desorden el que estaba limpiando esta vez. 

Michael me tira de la falda ensuciandola aún más. Tiene el rostro y los labios empapados en sangre. Inmediatamente lo subo a la mesada de la cocina y comienzo a limpiarle la cara. Mi angelito me mira con sus dulces ojos y me sonríe inocentemente. 

"¿Que haré contigo?" me pregunté la primera vez que había sucedido. ¿Darle una reprimenda? ¿Explicarle que eso que había hecho estaba mal?. Todo era inútil. Él no era sólo un niño. Él era especial. Las leyes de los mortales no regían sobre Michael. 

Mi nieto me mira expectante mientras coloco el paño ensangrentado sobre su cara. Este no era solo su desorden, era nuestro desorden. Yo lo había permitido. Fui cómplice y dejé que él niño se deshiciera de la amenaza de la única forma que sabía. 

Miro hacia un costado donde los restos de la detective Barrios yacen sobre la alfombra de la sala de estar junto con los miembros esparcidos de su compañero. 

No hay otra opción, tenemos que irnos,  y lejos. Hacia un lugar donde nunca seamos encontrados. 

No me preocupo por limpiar la escena del crímen. Michael y yo, ya estaríamos lejos para el momento en el que todo se descubriera. 

Subo escaleras arriba y comienzo a armar las maletas. Guardo un par de mudas de ropa, el resto de mis joyas y todo mi dinero, ahorros, y ganancias de vender la vajillería robada de los Harmon. Agarro nuestros pasaportes y comienzo a preparar la valija de mi nieto. 

Nos iremos lejos, para bien.

Las caras de Tate y Beau se materializan en mi mente. Mis niños, no podría verlos de nuevo nunca mas. Siento como el corazón se me encoje provocando un malestar. El dolor es tan profundo que debo sentarme en la cama abarrotada de ropa. La vejez es asquerosa. 

Me quedo sentada unos minutos esperando que pase el dolor. Recorro con la vista mi habitación, las cortinas color marfil, el empapelado barato. Definitivamente no extrañaría esta casucha. 

Luego pienso en Addy y lo pequeña que era cuando corría por estos pasillos, lo llena de vida que estaba. Esa niña fue la razón por la que seguí viviendo luego de toda la muerte que me rodeó. 

Oh Addy, como te extraño, daría mi vida por volver a verte. Y Travis, lo lamento tanto, debería haber sabido que cualquiera que se relacionara por demás conmigo terminaría muerto. El dolor poco a poco disminuye y puedo volver a ponerme en pie. Pero el tiempo corre y no puedo seguir en LA por mucho mas tiempo. 

Con las maletas hechas en la planta baja, tomo a Michael de la mano y me dirijo hacia mi antigua casa. 

Juntos vamos hacia la puerta trasera, aquella que entra por el sótano. Michael revolotea a mi alrededor y yo intento frenarlo con una mano a la vez que con la otra giro el desgastado picaporte. 

Al entrar, ese familiar olor a moho consumido me recibe. Respiro por última vez aquél olor que tanto había odiado en su momento y me doy cuenta de que voy a extrañarlo. Pero no hay tiempo que perder, debo proteger a mi pequeño. 

Todavía con Michael tomado de mi mano busco a Tate. Juntos recorremos los obscuros pasillos del sótano, que ahora se encuentra limpio y resplandeciente, el tour del homicidio ha hecho estragos con esta casa.

La melena rubia de mi hijo me sorprende dentro de la oscuridad.

- ¿Que quieres? - dice con cara de pocos amigos. Siempre ha sido así, incluso cuando estaba vivo. 

- Tate, cariño. Venimos a despedirnos. - digo intentando tocar su rostro, por última vez. 

- ¿Que? - veo su mascara de hostilidad debilitarse un poco. 

- Michael, ha asesinado a los policías que estaban buscando a Violet. Debemos irnos. 

Tate ha perdido el habla y me mira con ojos desorbitados. 

- Hijo... es tiempo de despedirnos. 

- No. - aquella expresión hostil que me dedica desde hace años, desaparece completamente cambiando por una desesperada. - No puedes dejarme. 

- Hijo. Tengo que hacerlo. Debo proteger a Michael. - finalizando estas palabras coloco mi mano sobre la suya y por primera vez en años no se aparta de mi. 

- Mama.. - la palabra sale reticente de su boca, y su voz se quiebra en la última sílaba. 

- Voy a protegerlo porque es el ultimo pedazo que me queda de ti. Te amo hijo. - dicho esto lo envuelvo entre mis brazos. Tate apoya su cabeza en mi hombro dejándose proteger por mí de la oscuridad de esta casa. 

- Te amo mamá. - dice con la cara empapada en lágrimas. 

- Y yo a ti. -


"Y yo a ti hijo" 


AHS: MURDER HOUSEWhere stories live. Discover now