A lo largo de la vida, nos cruzamos con diferentes situaciones, las cuales a veces, no sabemos como enfrentar o como reaccionar ante ellas. Situaciones que se presentan en cualquier ámbito o bajo cualquier circunstancia.
Con este espacio no buscamo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hace un tiempo, estaba charlando con una prima que no estaba precisamente en su mejor momento anímico y ella me dijo algo que me interesó: "No sé de qué color es la vida". Esto me llamó la atención y me dejó pensando bastante, porque también me empecé a plantear esa duda: ¿De qué color es la vida? O, mejor dicho: ¿Tendrá color la vida?
¿Qué sería de la vida sin los colores cálidos, ¿qué sería de la vida sin los colores oscuros?... ¿Qué sería de la vida sin los colores? "No hay luz sin oscuridad" bien dicen por ahí... pero tampoco hay oscuridad sin luz. Y, ¿saben? Eso depende de nosotros: Esa luz, esa oscuridad.
No podemos vivir creyendo que la vida es "color de rosa", porque no lo es, pero tampoco toda la vida es oscura y dolorosa. Solo nos dañaríamos mucho si creemos de alguno de esos dos modos porque, seamos sinceros, la vida es una caja de sorpresas.
Entonces, ¿de qué color es la vida? Quizás no sea de un solo color, pero sí tiene color, el que nosotros le queramos dar. Puede ser azul, puede ser roja, puede ser púrpura, puede ser verde, puede ser amarilla, puede ser blanca... puede ser del color que deseemos darle, porque, ¿saben qué?: Es nuestra.
A como tenemos nuestros gustos, nuestras inclinaciones y creencias, también nuestra vida tiene el color que deseemos, el que creamos más bonito, podemos pintar nuestra habitación, nuestro hogar... ¿Por qué no nuestra vida también? No debe importarnos tanto si al resto le gusta nuestro color, es a nosotros mismos a quien nos tiene que gustar, ¿no?
Quizás este tema de reflexión no tenga mayor sentido, pero me gustaría despedirlo con dos preguntas: ¿De qué color es tu vida?, ¿tiene el color que te gusta?
Joven escritor costarricense, quien nos dice que solo necesita un poco de locura, otro de melancolía sin sentido y un toque de poesía para desatar sus bestias atadas por el destino. Siendo él más que un choque de poderes, uno de los aquellos que reciben los golpes de ambos mandos y encaran el silencio obligado.
