CAPITULO 12 QUINCE AÑOS DESPUÉS.

Începe de la început
                                    

Rhiannon se puso seria de repente. La imagen del escocés de cabello castaño y ojos azules que encantaban a la que le mirara, se hizo presente en su recuerdo. Y el de un lejano dia a mediados de la década del setenta. Un restaurante y sala de baile, eran los años en que se iba alejando el flower power de la era hippie y beatnik para entrar con fuerza el ritmo contagioso de la música disco con la emblematíca película Saturday Night Fever y la dinámica Grease.

El tenia treinta y cinco años, acababa de llegar de una de las bases militares en el Pacífico Sur y ella tenía veintinueve, recién graduada de Leyes, una belleza morena e intensa que no pasaba inadvertida. Las mujeres del clan Ainsworth eran todas de cabello negro o castaño, nunca hubo una rubia frágil e ingenua. Y tampoco abundaban los ojos azules ni verdes, los de Maryland eran negros y profundos como el terciopelo. Y los de su hermana, chocolates como el profundo color de las barras oscuras de esa golosina.

Entre botellas de vino tinto y música latina, el comandante Ian Mc Allister quedo rendido a los pies de la licenciada Ainsworth. Quince años pasaron para que se volvieran a ver. El con cincuenta años y ella con cuarenta y cuatro. Y en diferentes circunstancias.

—Ian es harina de otro costal. No lo compares con él —replico algo molesta. —Quiero recordarlo como ese día en aquel restaurante. Aunque estuviera acompañado, no esa cosa tan fea que fue su muerte. Voy a bañarme y tomar un té para acostarme a dormir.

Y asi lo hizo. Se asomo a la ventana. A esa hora, no habia nadie en el area social. Suspiró, el llego tan cansado como ella. Y sabia que de no estarlo, hubiera usado alguna de las facilidades del edificio.

Y lo vio justo en la piscina frente a la habitación de la mujer. Pese a estar en los cincuenta años, todavía era atractivo y sexy. Ella le observó. No había cambiado, la mayoría de los integrantes del Marine Corps eran soldados de alto rendimiento, tanto en el campo de batalla como en la vida civil.

Lo vio entrar a la piscina, a esa hora, el agua estaba de una temperatura agradable, ni fría ni caliente. Nadaba con agilidad, fuerza y coordinación, como todo atleta. Al salir se percató que lo observaban, y la vio. Sonrió, la saludó con la mano y le tiró un beso.

Ella se aparto de la ventana, se quitó el jacket la camiseta y entro a la ducha a bañarse. El agua tibia y el gel de baño de Victoria Secret la relajó por completo. Pensaba que tendría que hacerle frente a este admirador que en silencio se habia mantenido cerca de ella por espacio de quince años.

—Ya no puedo seguir esquivándolo. El recuerdo de Warren se desdibuja cada vez más en mi mente. Encima mi hermana sabe algo que yo ignoro de él. —se dijo pensativa, mientras se enjugaba. — Y no me lo quieren decir.

Saco de su maleta un libro. Era afecta a las novelas de misterio y suspenso. Intentó concentrarse en la lectura, sin éxito. Las emociones de instantes anteriores la dejaron seca de sueño. Y no le parecía.

Volvio a la ventana. El no había salido de la piscina. Sabía que era un tipo sensual, sexy, varonil y sobre todo, con ese atractivo peligroso que tienen los SEALS. Al verla, se dio cuenta que ella no podía dormir.

Le hizo señas para que saliera al balconcito de la habitación. Ella salió y le gritó desde donde estaba.

—Baja, princesa, la noche esta preciosa. —Sonrió —Yo tampoco tengo sueño.

¿Como hacerse de rogar? A hombres como Ian Mc Allister no se les hacia esperar. Se puso un pantalón corto, un suéter con mangas, sandalias y recogió su cabello con una liga, se roció algo de splash de baño, bajó al área social, donde estaba la sala de gimnasio, tanto para ellos como para ellas.

LA EMPERATRIZ DE NUEVA YORKUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum