Capitulo 6. La Navidad más triste.

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6.

        Y llegó Noviembre, ya faltaba menos de un mes para el termino de la licencia de Gladys,  nuevamente Magdalena quedaría sin empleo.  Y los padres de esta, seguían exigiéndole más y más.  La madre de ésta le pidió que luego de terminar la licencia tenía que encontrar un hombre que se hiciera cargo de ella, por que no podía seguir viviendo en casa de ellos.

            —Mamá, sabes que no tengo novio, de donde lo voy a sacar. —Se lamentó —Nunca me dejaste relacionarme con los chicos de mi edad.  No sé por qué me pides eso.

            —No me interesan tus lloriqueos.  Ya es tiempo de que aprendas a ser mujer, crece, que no te voy a durar toda la vida, además ya es tiempo de que sepas a que sabe la pinga de un hombre.

—¡Mamá!  Te desconozco, tu nunca fuiste vulgar ni zafia al hablar.  Parece ser que tratar con papá te ha contagiado esa manera tan ruda de hablar.

—¡No me alces la voz, chiquilla de la verga! —le propinó un bofetón que le sacó sangre de la boca —Voy a hablar con Miguel para que te obligue a darle  el culo, por las buenas o a golpes, te quiero preñada, quiero nietos, no diplomas.

      

Espantada, botando sangre por la boca, la chica se refugió en su cuarto. En su mente se incubó una idea, un día cuando ella la golpeara, tendría un cuchillo en la mano, y la mataría.  Y lo mismo haría con su padre, aunque después tuviera que enfrentar la justa condena de la sociedad. 

      

Los abuelos al escucharla llorando y ver la funda embarrada de sangre, supieron inmediatamente lo ocurrido.

      

—Me temo que pronto tendrás que irte de la casa, pero a dónde mi amor. —se lamentó la anciana.

      

—No puedo creer que la hija que tuve se volvió contra su propia hija, a menos que no lo fuera.  Y es una posibilidad que me da escalofríos, Ale. —terció Calixto, pensativo.

            Calixto Díaz, no estaba errado, descubrir un horroroso secreto que le costaría la vida.  Y esto sería a manos de su propia hija, quien no se tocaría el corazón para matar incluso a su propia madre.

            —Antes que ser la mujer de Manuel, prefiero estar muerta.  Si mi mamá no me quiere, porque no me matan de una buena vez. — Sollozó, limpiando la sangre que manaba de su labio inferior.

            —Ese tal Miguel solo pasa metido en la cantina, cuando le pagan. Tiro a su madre a un asilo pretextando que no tenía dinero para cuidarla, ha embarazado a tres chiquillas adolescentes y no se ha hecho cargo de ninguno de los tres chiquillos.  — comentó Calixto con dureza —Y todavía pretende tocar a nuestra nieta.

            Alejandrina se ocupó de curar a su nieta.  Ya ni le decía nada a su hija, respecto a la manera como trataba a la chica.  La había amenazado con meterla en el asilo si seguía censurando la manera como educaba a su hija.  Para ella, eso no era educar, era maltratar, sobre todo a una niña que solo quiso complacerlos en todo. 

            Aquello la preocupaba mucho. La trataban como si no fuera hija de ellos. Y eso no le gustaba nada.  Era la única nieta que tenían, su esperanza de una vida mas cómoda y tranquila, pero sin que ella perdiera su personalidad.  Con lo que estaban haciendo muy pronto matarían a la joven buena y noble.  Para que después se instalara alguien desconocido.

LA EMPERATRIZ DE NUEVA YORKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora