Prólogo

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"Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse así mismo" – Guerra y Paz

La guerra.

Dos palabras que siempre atemorizarán a una nación, la guerra nunca prescinde; siempre será una opción, tal vez recóndita, pero una opción, al fin y al cabo. Cuando la guerra se alzó en Europa hace ya cuatro siglos, nadie estaba a salvo, cada país quería más poder, más territorio, infundir más miedo. Lo que empezó con Francia y Reino Unido, terminó con cada país de Europa, las alianzas se vieron traicionadas, también los tratados; no había lugar seguro en Europa cuando la batalla final se alzó entre cuatro grandes naciones; las únicas que todavía tenían fuerzas para dar pelea. Francia, Reino Unido, Italia y Alemania. De estas salieron victoriosas Reino Unido e Italia, sin embargo, ambas renunciaron a otra pelea, los gobernantes de ambos poderosos países decidieron unir el continente en dos monarquías, Europa del Norte pertenecería al gobernante de Reino Unido quien ahora sería rey y cabeza de la familia real de aquel medio continente y Europa del Sur pertenecería al gobernante de Italia quien a su vez sería rey y cabeza de la familia real de aquel otro medio continente. Se decidió también que cada país tendría un duque encargado y cada ciudad un conde; además de una cámara de lores que aconsejaba a los reyes en sus decisiones.

Ambos reyes siempre vivieron en armonía y como buenos amigos; por ello se decidió que ambas familias residirían en Londres, compartirían territorio y demostrarían que el continente era uno, pero demasiado grande para ser dirigido por un solo rey. Hoy por hoy, ambas familias se sostenían.

Las monarquías—decía Massimo Conte— eran sumamente frágiles, ninguna falta tenía lugar al perdón, mantener el reino no era fácil, todo aquel cumulo de poder radicaba en una pila amontonada de secretos, él lo sabía. No era el que por derecho llevaba la corona el portador de tales desdichas, no, claro que no, muchos reyes y reinas no tenían el estomago para aquello y es que la carga de verdades ocultas en el Norte era tan grande que a veces él temía se viniera abajo. Las monarquías sostenidas a base de engaños eran de reyes cobardes, doblegarse ante los tiranos una traición y desconocer la verdad en uno mismo la muerte.

La noche del trece de noviembre del dos mil tres se amontonaba a la pila de secretos, tanto del Norte como del Sur. La princesa Isabelle Marie Mountbatten con solo tres años había desaparecido, pero nadie hablo si quiera para alertar a la guardia real. Fue bastante coherente no llamar a la guardia ni alertar a nadie, tal vez eso fue lo único razonable que hicieron esa noche. A eso de las tres de la tarde de aquel día, cuando Lucia Mountbatten advirtió la desaparición de su hija, ni siquiera se impresionó, no lloró, nada; se quedo en aquella habitación sin decir palabra, sabiendo que si lo que había pasado era lo que ella pensaba un peso se liberaba de sus hombros, pero si no era aquello... bueno, tenía que ser lo que ella pensaba. George Mountbatten, se alarmó, se habían llevado a su niña, pero entonces se dio cuenta que el escándalo de la desaparición de la princesa solo llevaría a más problemas para su corona, por lo que también calló, no se podía permitir un escándalo más. Los reyes del Norte instaron a emprender la búsqueda por si mismos, fue entonces que también repararon en el comportamiento de Patrick y Esther Da Prata y luego se percataron de que el mayor de sus hijos con quince años, Carlo Da Prata, había desaparecido también. El secreto que compartían ambas familias reales había empezado allí, en ese preciso instante.

Era curioso que ese desastroso día coincidiera con el cumpleaños número ocho de Nicholas Mountbatten, el príncipe tenía un único amigo el menor de los Da Prata, el príncipe Adam; se llevaban aproximadamente un mes de diferencia, pese a no llevar la misma sangre ambos eran tan unidos que se consideraban hermanos. La familia real del Norte y la del Sur celebraron el día de forma íntima, solo ellos, habían hecho un picnic y dejado que los niños jugaran toda la tarde, Carlo se perdió por los laberintos de palacio y Harry, el hermano menor del rey del Norte con trece años disfrutaba mucho de la lectura, así que se tumbo en el jardín como acostumbraba a devorarse otro libro.

El bosque que rodeaba el palacio del Norte era denso y profundo, pero gracias a su lejanía con la con la ciudad ese asunto jamás saldría de aquellas paredes. Con el miedo surcando, ambas familias reales emprendieron la búsqueda, por seguridad habían llevado a los niños temiendo que ellos también fueran llevados, todavía no dimensionaban la magnitud del problema. A las once de la noche, con linternas, gritos desesperados y llanto, no habían dado si quiera con un rastro, las cámaras no mostraron coches saliendo de palacio, realmente no mostraron a nadie saliendo, por lo que si se los habían llevado era por aquel frondoso bosque.

A las dos de la madrugada salieron de aquel bosque, pero no eran los mismos que habían entrado. El catorce de noviembre Lucia Mountbatten se presentó en casa de sus padres, dejo ahí a su hija, para nunca más volver por ella.

Nadie nunca habló de aquella noche, porque de ese bosque, salieron heridas, odio, impresión y miedo.

Massimo Conte decía un refrán: "Ciegos son los ojos de aquel que cree que detrás de una palabra no hay una mentira"

Esa noche, Lucia lo entendió.

Otra sorpresa, estoy feliz de que puedan ver como será esta nueva versión.

¿Qué creen que se avecina? 

¿Dudas?

Los amo un montón, mis príncipes y princesas.

Instagram: mcamillawriter

M. Camilla

Norte y Sur: Las dos Coronas (ex Rechazada por la Realeza)Where stories live. Discover now