7-"recuperando pasos"

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"Rachel"

Las palabras de Delia retumban fuertemente en mi cabeza "es ilógico que siendo una enfermera, que lucha por salvar vidas, estés Tomando pastillas del día después". Decir que durante tres días no me ha hablado es poco, me aplica la ley del hielo y Ted esta como dividido en ambas.

En cierto punto tiene razón, pero no sé cómo pude hacerlo sin un condón de por medio.

Simplemente ese día salió de baúl de las ideas locas, el presentarme en su oficina con un diminuto vestido y recibir tantas embestidas como pudiese. Bueno Ted tuvo un poco que ver con eso, los ligueros y todo lo demás fue su idea, Delia estaba dando brinquitos de emoción por toda la casa y Marco quien se podría decir que últimamente vive aquí, me miraba extrañado.

El preservativo nunca paso por mi mente, me parece lógico que los hombres siempre lleven uno en sus bolsillos, aunque claro, tampoco es como que le di demasiado tiempo a Tom para pensar en ponerse uno, le tenía tan ocupado en tres zonas de mi cuerpo, que el pobre no daba abasto. O cuatro, claro, si contamos que tengo 2 pechos.

Sasha me mira fijamente mientras yo introduzco la aguja en el trasero de un señor, aun le da nerviosismo inyectar a las personas y no la culpo, al principio yo me sentía igual, "nunca sabes si la aguja puede terminar perforando más allá que solo piel".

Ambas salimos hacia el restaurant que está en la esquina y por alguna extraña razón recuerdo aquel día en el que conocí a deán, lo sé a veces suelo ser muy masoquista conmigo misma. ¿Pero quién no lo ha sido alguna vez?

Y por muy extraño que parezca no puedo evitar comparar a deán con Tom, y nuestros encuentros, unos leves cosquilleos aparecen en mi estómago, supongo que es hambre, pido mi hamburguesa y espero a que mi pedido llegue hasta mí.

-¡dios! vaya tío.-exclama sasha y dirijo mi vista hacia el otro extremo del lugar, donde la pared de cristal es compartida con una tienda de objetos de oficina.

-aja.-digo sin obtener una buena vista del chico que ella ha visto. Ya que una señora se ha cruzado en mi camino.

Ambas terminamos de comer después de que estuvo durante un largo rato, hablando del chico que miro, yo solo me dedicaba a asentir y a realizar alguno que otro vago comentario.

Y como por si obra del destino se tratase un imbécil me tira su café en mi blusa, decir que doy brinquitos para que lo caliente de este no roce con mi piel, es poco. En estos momentos juro que parezco una loca endemoniada que da brinquitos. El imbécil que me ha llenado de café trata de limpiar mi blusa y le alejo con un nada leve empujón y es cuando le miro.

-Rachel.-me llama y en su rostro aparece una sonrisa que mierda, es tan linda.

"moja bragas" exacto.

-mierda.-murmura Sasha y se aleja, comprendo que este ha sido el tío del que ella ha hablado todo el rato, y precisamente en estos momentos no me importa, pues estoy de acuerdo con todo lo que ella ha dicho acerca de Tom, durante la comida.

-maldición.-maldigo al sentir como mi abdomen está más que caliente por el café. Tom parece volver en sí y me hala hacia el estacionamiento. -¿A dónde vamos?-pregunto cuando estoy dentro de su auto.

Él no me contesta y sin pedir permiso, me saca la blusa y yo no muestro ningún signo de resistencia. Tampoco es como que le hubiese negado el quitármela, pero en fin.

Tom muerde su labio y me mira con lo que denomino deseo, pero rápido vuelve la vista al frente poniendo el auto en marcha. En estos momentos desearía que jamás hubiese mordido su labio, ahora extrañamente me siento caliente y no es necesariamente por el café.

Una loca y un imbecil (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora