1-"Desconocidos"

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"Rachel"

-¿me estas queriendo decir que simplemente le derramaste un café en sus pantaloncillos?-cuestiona Sasha después de oír mi historia por milésima vez.

-aja.-afirmo levantándome rápidamente.-debemos seguir trabajando.

No es que me molestara contar esa historia una y otra vez, pero creo que aún no le superaba del todo.

Deán había sido mi relación más larga y estable, teníamos los planes perfectos, todo un mundo color de rosa. Hasta que aquel imbécil decidió estampar su lindo auto contra la bicicleta de Deán un día que paseábamos.

"Algo traumático para recordar si la sangre te salpico."

Nos habíamos conocido un día a la salida de un restaurante de comida rápida, el muy imbécil. Tengo la rara manía de llamar a todos "imbéciles", "muy linda manía, lose". Me dijo que tenía unas buenas tetas, casualmente mi mano tomó  vida propia y derrame todo el café sobre sus pantaloncillos. Bueno tampoco es como que yo no hubiese mandado las señales necesarias a mi cerebro, para movilizar mi mano, pero prefiero culpar a mi mano.

Y por cosas del destino estas "buenas tetas" terminaron haciéndole una rusa en el probador de una tienda de ropa. No me obligo a que le comprase un pantalón nuevo, a cambio de "redobles por favor" , "una cita", al principio me negué, aunque bueno, no era la chica más tímida del mundo precisamente. Opte por acompañarlo a seleccionar su lindo nuevo y caro, pantaloncillo mientras mi tarjeta era deslizada con ese cargo a mi cuenta. "genial lo sé".

Como seguía diciendo, aparte de terminar pagando, por decisión propia claro, tuve que ayudarle a seleccionar, cual pantalón enmarcaba mejor su "gran culo", tarea difícil.

Dicen que las mujeres solemos ser difíciles a la hora de escoger ropa, pero en mi opinión "un hombre es peor", digo no es que este mal o no deba ser así, pero en fin, siempre hablaran.

¿Qué pantalón compramos al final? El que contenía su semen. "buena elección".

Sin pensarlo terminamos coincidiendo a las afueras de ese lugar de comida rápida, justo donde estaba hasta hace unas horas con Sasha, ya que está a la vuelta de la esquina del hospital donde trabajo. Empezamos una relación, duramos un año y medio de novios, y casi un año comprometidos, hasta que como decía al principio la sangre me salpico.

Habíamos salido a pasear al parque como todas las mañanas , pero una nada linda y lluviosa mañana, un carro se salió de control, golpeando a Deán y por si fuera poco acorralándolo contra un poste, si soy enfermera lose, trate juro que trate de ayudarle, pero cabe decir que fue en vano.

Luche meses por quitarme esa culpabilidad, lo logre, aunque aún duele. Ya no era la misma loca, atrevida y respondona. Ahora solo era loca, tímida (aunque no tanto) y levemente respondona.

Miro el reloj que se encuentra en la pared de la habitación, ya es hora de irme a casa. Sonrió y tomo todas mis cosas, y me dirijo a casa.

-Rachel.-grita Delia, una de mis compañeras de piso. Y mi mejor amiga.

-¿no deberías estar en una cita con Marco?-ella niega mientras sonríe efusivamente. Le tomo por los hombros y me acerco a ella, tomando una distancia considerable para solo hablarle al oído.- ¿o te lo estas follando en la habitación y he llegado en mal momento?

-¡Rachel!-exclama, separándose de mí y mostrándome su ahora fruncido entrecejo.-bueno aun no, hay cambio de planes, todos saldremos de antro, hoy inauguran uno en la avenida y bueno..., debes salir, encontrar algún tío que ya sabes, ¿Cómo decirlo sin que suene vulgar?

-¿me folle? ¿Me la meta duro? ¿Qué desaparezca toda la noche, mientras tú haces que la cama se mueva duramente contra la pared?-ella por alguna extraña razón sonríe y da brinquitos de emoción.

Una loca y un imbecil (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora