▎Capítulo 7

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Negación

Alex

Nunca me ha costado leer a la gente. Con un par de miradas, ya sé si alguien quiere algo de mí, si me teme o si va a intentar hacerse el interesante. En la cancha pasa lo mismo: leo al rival, al árbitro, incluso al maldito clima. Pero con Valeria… ella es como un libro que se empeña en no abrirse del todo.

La conocí en una de esas clases optativas que tomé solo porque prometían no tener exámenes. Iba con esa mochila llena de stickers y esa mirada que no se intimida fácil, aunque la rodeara medio salón con mi fama. Me gustó eso. Me sigue gustando.

No debería importarme tanto.

Hay días en los que todo encaja: el pase perfecto, el gol limpio, la ovación. Y hay otros en los que sentís que algo se te metió bajo la piel y no te deja en paz. Desde hace unas semanas, tengo la sensación de que algo cambió, y no fue en la cancha.

Fue ella.

Valeria.

La chica del suéter enorme, la que camina como si tuviera su propio ritmo en medio del caos del campus, como si el mundo entero no pudiera tocarla.

No entiendo cómo ni cuándo empezó esto. Solo sé que cada vez que la cruzo por los pasillos, hay una parte de mí que se queda quieta. Como si algo en mi interior, ese algo que siempre he tenido bajo control, empezara a romperse. No es que me guste—todavía no sé si puedo llamarlo así—, pero hay algo en ella que me jala. Y eso es peligroso.

Ni siquiera la conozco bien, y eso me molesta. No sé qué le gusta, qué odia, si le gusta el café amargo o con azúcar, si escucha música mientras estudia o si es de las que necesita silencio absoluto. Solo sé que cuando la miro, hay una calma rara que me atraviesa, y me asusta más que cualquier rival en el campo.

¿Qué carajos me está pasando?

No soy el tipo de chico que se enreda con una como ella. No porque no quiera, sino porque... no sé si sabría cuidarla sin romperla. Y ella no merece eso. Ella parece estar hecha de otras cosas. Más puras. Más reales.

Yo vivo para esto. Para el ruido, la intensidad, el momento.Pero hay una parte de mí —y odio admitirlo— que desea que, por alguna razón extraña, Valeria esté en las gradas hoy. Que me vea. Que, sin entenderlo, sienta que esto también es parte de mí.

Y entonces me doy cuenta de lo jodido que estoy.

Porque estoy empezando a querer ser visto por ella.

Y eso nunca me había pasado antes.

Valeria no es mi tipo. O eso me repito cada vez que la veo. Cada vez que se cruza por mi cabeza sin permiso. No es como Lia, que sabe exactamente qué decir y cuándo decirlo, ni como las otras chicas que siempre están por ahí, buscando una foto, una historia, un poco de atención. Valeria es diferente a todas. Y eso... eso me jode.

No debería haber pasado.

La salida. Las palabras. Esa noche en el mirador,el jardín, con las luces apagadas y el mundo en pausa. No fue una cita. No lo llamamos así. Pero se sintió como una. Y eso fue suficiente para desatar el caos dentro de mí. Cuando me miró a los ojos esa noche, como si supiera que estaba mintiendo, sentí que no había forma de ocultarme más.

Bajo el Cielo de MadridWhere stories live. Discover now