Te amo.

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Observó su cuerpo desde la altura que me proporciona estar erguido.

La venda que he dispuesto para ella cubre sus ojos, potenciando su piel al tacto, haciéndola más sensible a mis caricias. Sonrío con satisfacción, a sabiendas de que su excitación crece cada segundo que pasa con mis manos alejadas de su pequeña y deseable anatomía. Se retuerce en el colchón y pronuncia mi nombre jadeante. Su inexperiencia me hace sentir poderoso y, a la vez, vulnerable.
Nunca sé si le voy a hacer daño o no. No sé si le gustará mi siguiente movimiento, o no.

-Justin... -me llama de nuevo, pinza su labio inferior con los dientes, provocándome silenciosamente.

Y no resisto más. Ni por ella, ni por mí. Me acerco a su lado y me dejó caer en la cama, adquiriendo una posición sentada. Admiro la bien formada figura descansando a mi lado. Sus curvas, la forma en la que sus pechos se mueven arriba y abajo cada vez que inhala, en busca de oxígeno. Mis manos descienden desde el valle de sus senos hasta la parte baja de su ombligo. Exhala pesadamente, una vez he llegado a la altura del elástico de sus bragas de encaje azul.

Me detengo allí, vacilante. Contemplo su expresión placentera y la forma en la que casi convulsiona bajo mi toque.

-Nena, -un susurro ronco abandona las profundidades de mi garganta-. ¿Tú quieres esto? -me aseguro.

Mi mano izquierda, que acaricia desinteresadamente mi erección, abandona la tarea y se acerca a ella. Le hago levantar la cabeza y deshago en nudo de la parte trasera.

La venda desaparece y ella pestañea, adaptándose a la claridad de la habitación. Se gira en mi dirección, con gélida lentitud y, finalmente, asiente.

-¿Segura? -me lo confirma-. ¿Enserio? -insisto, y ella resopla.

-Por favor. -ruega, dándome a entender que esto es lo que realmente quiere. Esto es lo que yo más quiero. Queremos estar juntos.

Me agacho con fiera pasión y capturo sus labios en un beso que, aunque no dura más de dos segundos, satisface todas y cada una de mis expectativas y me hincha el corazón. Mis manos ahuecan sus mejillas, mientras consigo posicionarme sobre el cuerpo de mi diosa morena. Descanso el peso sobre los antebrazos y las rodillas, procurando no aplastarla.
Dejo un sendero de besos desde la comisura de su boca, hasta su cuello, deteniéndome en el lóbulo de su oreja, el cuál mordisqueo con satisfacción. La adoro. La necesito, tan condenadamente mal, que duele.
Sigo con mi exploración, parándome sobre los preciosos caramelos que son sus pechos. Los admiro. Escaneo cada detalle cuan halcón acecha a su presa.
Masajeo el derecho con la mano, torturando su pezón con las yemas de los dedos. Mientras, al izquierdo le proporciono varios suspiros, y sólo basta éso para hacerla gemir descontroladamente, mostrándole algo de lo que nunca disfruto voluntariamente.
La imagen de _______ gimiendo debajo de mí, es mucho mejor de lo que me había imaginado, ni siquiera en mis mejores fantasías habría conseguido recrear este momento.

-Justin... -suspira mi nombre, sus ojos descansan cerrados y sus labios entre abiertos-. Te necesito, por favor. -suplica una vez más. Estoy por perder el control.

-Shh... Ten paciencia, cielo. -la insto, aunque la anticipación me tenga igual de excitado de lo que ella está. Talvez más, mucho más.

Decido terminar con este juego, para comenzar con otro. Me deslizo por su cuerpo, en busca del tesoro más preciado que podría encontrar.Quiero tanto esto, que incluso mi lengua late de necesidad por comérmela.
Y, una vez lo encuentro, no puedo contenerme. El miembro carnoso de mi boca salta inmediatamente, pretendiendo su esencia. Doy lametazos ávidos sobre sus labios, bebiendo de ella. Y es tan bueno. Su clítoris bombea de necesidad, justo frente a mis ojos, y no puedo contenerme de morderlo, y tirar de él.
El agudo y suave dolor la hace gritar mi nombre. Sonrío, estoy haciendo la mejor primera vez para ella. Porque, sí. Esta es su primera vez. La única y real primera vez.

Clava las uñas en mi cuero cabelludo, lo que me hace saber que va a llegar a su orgasmo. Una sonrisa de suficiencia aparece un mi cara. Será su primer orgasmo con un hombre, con su hombre.

Mi lengua penetra en sus más íntimas profundidades. Grita mi nombre, con más avidez todavía.

-Sí. Que todo ser en la tierra se entere que tu hombre está aquí, nena. -canturreo, cuando su clímax se hace inminente y ella comienza a gritar desesperada por la liberación.

Respira entrecortadamente, cuando, por fin, su cuerpo descansa del primer orgasmo. Primero de muchos.

-¿Estás bien, pequeña? -me pongo a su altura y aparto el flequillo sudoroso de su frente.

Asiente distraídamente, con la mirada fija en el techo. Dejo un par de besos en su mejilla. No entiendo por qué, pero tengo la necesidad de preguntarle de nuevo.

-Dímelo, ¿estás segura?

Se vuelve, de modo que está mirándome. Sus profundidades chocolate arden en suplica.

-Solo, no me hagas daño, Justin.

Alargo el brazo hasta le mesilla de noche, donde he dispuesto un par de preservativos, por si acaso. Despedazo el envoltorio con los dientes y, seguidamente, envuelvo el látex en torno a mí. Preparándome para darle la mejor primera vez.

Adquiero la misma posición que antes, apoyándome en las rodillas y en los antebrazos. Beso sus labios, apenas un roce. Me posiciono en su entrada. Ella tiembla, no sé si por miedo, o por deseo.

-Tranquila, mi amor, tranquila. Te amo, no te haré daño. Lo prometo -juro, instándola a abrir los ojos y a conectarlos con los míos.

Estoy nervioso, mucho, para cuando he introducido tan sólo la punta entre sus estrechas paredes. Empujo un poco más, encontrándome con un tenso himen, a medio romper, prueba de aquel gilipollas que abusó de ella.

-Escúchame cielo. Ahora voy a empujar duro, hasta el fondo, después me quedaré quieto. Vas a sentir un pequeño pinchazo, pero se te pasará. -asiente a mi favor, sin capacidad de habla.

Me preparo mentalmente, para saber qué le voy a infringir dolor. Sintiéndome un bastardo, arraso con todo de un envite, viendo como las lágrimas corren por sus mejillas. Pero, joder. Se siente tan bien.

(.....)

-Gracias por esto, pequeña. Muchas gracias. -no puedo parar de sonreír, ella me ha dado su más preciada posesión.

Su cabeza descansa sobre mi pecho, entre tanto dibuja figuras abstractas sobre mi pecho. Se restriega contra mí, como una gatita, mi gatita.

-Mmmm... -frota la mejilla en contra mi pecho, haciéndome reír.

-Te quiero tanto, princesa. -admiro su expresión satisfecha y la manera en la que sus ojos brillan.

-Yo también, Justin. -admite, estudiándome.

Alza la mano y me acaricia la mejilla. Me aproximo a su contacto y cierro los ojos, haciendo su caricia más placentera.

-Te amo -insisto.

Sus pupilas centellean, puedo descubrir alegría y amor. Sé cómo se siente, pues yo lo estoy experimentando en este preciso momento. Esa sensación de estar completo.

-Te amo. -repite.

Y, para sellar nuestro amor, nos fundimos en un tierno beso.






N/M: El siguiente es el Epílogo.

Si, debí decirles pero ya estoy sufriendo mucho. Déjenme. :c

Tu hombre esta aqui, nena.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt