#07- Seishitsu Henka

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Neji por su parte, no mostraba signos de cansancio, y esquivaba cada golpe con elegancia, contraatacando con su Rotación Celestial de los Ocho Trisgramas (Hakkeshō Kaiten) para enviar a su contrincante, lejos de su rango de ataque, o regresando a su postura inicial, algo que asombró al jefe del clan, ya que Neji no tenia visión, su Byakugan era inútil, pero seguía usando las técnicas secretas de la rama principal cual si pudiera ver... lo dicho, un genio.

Neji conocía bien su situación cómo miembro del bōke, no podía lastimar a un miembro del sōke, así que utilizaba el Kaiten para mentenerlo lejos y que no sufriera ningún daño.Un último intento del muchacho de atacar al prodigio, y un último Hakkeshō Kaiten, que lo envió a otro extremo...

— Gracias por ayudarme a entrenar, Neji-San— murmuró el joven tras levantarse y haciendo una reverencia antge el genio antes de retirarse del lugar, y tras salir, haciendo una reverencia al ver a Hiashi.

Neji quedó de pie, en medio del piso de madera del dōjo, y caminó hacia un sector del lugar, trayendo un trozo de tela, mejor dicho, una pequeña toalla. Sentado, se dispuso a secarse las gotas de sudor que ya comenzaban a asomar en su rostro.

— Neji...deberías estar durmiendo.

— Hiro-San, necesitaba ayuda con su entrenamiento, Hyūga-Sama.

El tono de voz de Neji era frío, quizá demasiado, pero Hiashi podía comprender. Era la voz de un chico golpeado por el destino, un destino que él no eligió, un destino que lo tenía atado, uno que lo hizo odiar la rama principal desde la infancia... él no podía pedirle felicidad a una persona así, pero tampoco había rencor, algo por lo que daba gracias a Kami-sama, su sobrino ya no mostraba ningún rastro de ese antiguo y destructivo sentimiento.

— Levántate y ve a dormir.

— Hai.

Y Neji se levantó, y se marchó.

El también tenía que irse a su habitación, esa noche tenía mucho de que pensar, y muchas cosas que sopesar, antes de poder dar una respuesta a la elección que tenía que dar, y elegir entre sus dos hijas, quién sería designada cómo la heredera del clan.

-Frontera entre el País del Fuego y el País del Viento-

Dos de los pequeños genin corrían en dirección a Konoha, escoltados por un chūnin y una jōnin del clan Yamanaka. Ino misma iba entre los que escoltaban a los pequeños, y cargaba a uno a sus espaldas, ya que la alarma llegó hasta oídos del Kazekage, enviando a un equipo hacia la frontera, y ella no se perdería la acción, eso si que no.

Lo sentía mucho por el señor Kazekage controlador y su empeño de mantener todo bajo control, y el pésimo carácter de Kankurō, pero ella era ahora una Jōnin de Konoha y ese asunto le incumbía, cómo todo asunto que involucraba al tratado entre aldeas escondidas. Pero desde que llegó a Suna cómo embajadora de Konoha no le permitían hacer absolutamente nada, y eso la tenía cabreada, sin mencionar que extrañaba a sus amadas flores y a su familia...bien podía darse un break.

Así que escapó y se dirigió a la frontera junto al equipo chūnin de Suna, dos hombres adultos y un mocoso un año menor, con la grata sorpresa de encontrar a Hinata entre el equipo de Konoha, cabe destacar, la única conocida.

La misión se dividió, tenían que dejar a los pequeños en Konoha, pidiendo a Kami, que el equipo de Hinata y el recién llegado de Suna, resistieran. Los bandidos eran peligrosos, una banda conocida por robar jutsus secretos, y manipular el agua al antojo, habían dejado huella un año atrás en Kiri, luego en Kumo, y ahora en Suna...


Hinata corría entre los árboles, cansada y con peligrosos cortes en el abdomen. El sujeto tras ella, manipulaba el agua cómo si fueran cuchillas, era un extraño tipo de jutsu del Suiton que jamás había visto, el sujeto creaba con su chakra el agua y luego la utilizaba como filosas agujas, rápidas cuchillas o algún estilo de corte... Seguro ese ninja era de la aldea escondida entre la niebla... o por lo menos perteneció a esta en un tiempo pasado.

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