Toda tu vida se te fue editando y publicando los libros de los autores prometedores del momento, este trabajo te ha traído reconocimiento y riqueza... Sin embargo, nunca fuiste genuinamente feliz, ya que cuando fue tu momento una editorial malvada c...
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El bosque estaba tranquilo y pacífico como siempre, una calma tan hermosa que fue interrumpida por los fuertes aullidos de los lobos de gran tamaño que llegaban los dos metros, que estaban arrastrando un carruaje rojo alargado adelantado para su época actual del reino, eran tan veloz que retumbaba la tierra y hacía huir la fauna del lugar.
El cochero tenía que ser un hombre Bestia para sostener la fuerza de tales animales que ni los látigos podían tranquilizar, solo tenía que ser pura fuerza bruta y dedicación para calmarlos.
Los lobos entraron al perímetro del palacio haciendo un gran escándalo, los caballos se asustaron las personas se apartaron lanzándose a los lados cayendo en el heno o la fuente que decora la entrada del palacio y el pobre sirviente que tocaba recibir carruajes ese día sin no tardó en reconocer este lujoso pero peligroso carruaje en particular.
-Ay no... No él de nuevo ¡¡CUBRANSE TODOS!!- Dijo el pobre valet mientras se hacía bolita asustado en la entrada.
Cuando el hombre bestia gritó un comando que hizo que los lobos pararan de golpe de carrera y se echarán en el suelo, el valet se levantó para abrir la puerta, para que esta le diera en toda la cara de tirándolo de regreso al suelo.
De ahí bajó un hombre de ropajes elegante con una pipa alargada, con peinado bicolor y un abrigo de piel enorme que al bajar con pose elegante le dio unas última bocanadas a su cigarro, para sacar el humo y apagarlo, el sabe lo malo que es el humo para los bebés, con un giro de caderas se giró para mirar a sus sirvientes que eran hombre bestias de la categoría canino.
-¡Bajen los regalos con cuidado! ¡Que ninguno se rompa o lo lamentaran!- Dijo con fuerza y seriedad mientras se guardaba la pipa y se ponía sus guantes de piel roja con negro.
-Sí mi señor- Dijeron los sirvientes del bicolor, mientras sacaban una montaña de regalos después de todo, ahora es abuelo y tiene que demostrar que es el mejor de los abuelos.
-¿Nosotros también ayudamos a bajar las cosas?- Preguntó una dama de cabello blanco.
-Ustedes tres no hace falta, detrás de mí- Respondió para dar un giro elegante y con porte entro al castillo como si fuera suyo.
-Se.. Señor Crewel espere tiene que ser invi...- intentó detener a un hombre mayor que era un sirviente más del castillo.
-¡Mi hija es la reina! Dijo que puedo entrar a este nido de zorros cuando me dé la gana- Dijo sin tan siquiera mirar al sirviente pasando de largo de él llamando la atención de la nueva servidumbre.
-¿Quién es él?- Preguntó un joven sirviente algo curioso de este noble que entraba como perro por su casa al palacio real y nadie lo detenía.
-¡¿No lo conoces?! Es el Duque Crewel... El padre de la reina- Dijo una chica mirándolo pasar de lejos sorprendido.
-¿Es tan importante?- Dijo el mismo sirviente.
-¿Eres tonto o te haces?- Dijo la sirvienta pero al ver que su cara era realmente de ingenuidad suspiro y empezó a explicar -Es el Gran Maestro de la Torre de Alquimia, por generaciones su Familia ha sido los magos más talentosos del reino que incluso superan los venenos y maldiciones del rey, Divus Crewel incluso fue el maestro personal del rey Vil, además que son dueños del ducado más grande del reino y ¿Vez a esos hombres bestias?- Explicó la sirvienta señalando
-Si...- Respondió dudoso mientras miro a los canes cargando montañas de regalos.
-Pues son sus cachorros, el mismo los adiestró y entrenó, además no te dejes engañar por su apariencia elegante y fina, siguen siendo guerreros feroces y capaces de matar a un soldado experimentado de un golpe- Explicó la criada
-¿Y qué de ese trío de chicas? Se ven inofensivas- Pregunto de nuevo a las tres pequeñas figuras caminando tras el duque Crewel.
-Ellas deben ser sus aprendices, el duque Crewel solo acepta alumnos con talento natural o alguna cualidad especial como estudiantes, ahí donde las vez tan lindas y refinadas, seguro son unos monstruos- Susurro la criada eso último al más joven mirando de reojo a la chica pequeña larga cabellera blanca como nieve recién caída y la otra gordita sonriente con orejas y colita de tanuki.
-Eso impresionante y aterrador, cuesta creer que chicas tan lindas sean peligrosas, en especial la de pelo lila- Comentó el mozo mirando de reojo a esa chica tómbola.
Sin embargo aquel peli-lila que alcanzó a escuchar la conversación y empezó a refunfuñar molesto por lo bajo, creyó que con lo mucho que entreno, estudio y encontró su estilo para ser fuerte y hermoso a la vez, al fin dejarían de verlo lindo y confundirlo con una chica, pero sigue pasando, es una historia de nunca acabar.
-Shishishi Ahora eres una chica musculosa~- Dijo Pompoki mientras miraba al chico peli- lila.
-Grrr... Ya verán que cuando coma más carne me haré más musculoso- Dijo Epel haciendo un puchero.
-Cachorros... Nada de peleas en el pasillo- Dijo Divus sin mirar atrás.
-Si Maestro...- Dijeron ambos chicos al unísono poniéndose firme, no era bueno hacer enojar a su maestro, ya lo aprendieron a la mala.
-Y jóven Felmier, arreglese ese mechón suelto- Dijo el mayor y rápidamente el chico se acomodó su mechón suelto, ya con eso volvieron a caminar -Y no vas aumentar la cantidad de carne, vas a engordar- Epel hizo puchero.
Fue cuando un sirviente se acercó tímidamente al grupo, para detenerlos -Su majestad el rey no está disponible para atenderlo hoy Duque Crewel, recomiendo que venga otro...-
Pero Divus con su fusta le dió una cachetada al sirviente tirándolo como si nada y siguió caminando -No vengo a ver a tu rey, vengo a ver a mi cachorrita y conocer a mis adorable nietas y mi hija siempre me recibe- Y con eso siguió caminando mientras los discípulos de él pasaron de largo del sirviente.
Mientras que tú por tu lado estabas en tu habitación en el sofá tomando tu comida mientras que Homily que logró pasar la prueba para seguir contratada estaba cambiando a las pequeñas ya identificándolas bien.
-Eso Catherine, espero que esta vez si te guste como te deje el pañal...- Dijo con una sonrisa cansada y aliviada que no tendrá que irse de nuevo a la casa de su padre.
Catarine miró a la mucama de manera juzgadora poniéndola nerviosa.... Pero luego sonrió aliviando su pesar, ya dejó a la pequeña en la cuna con su hermana, cuando tocaron la puerta con insistencia.
Homily estaba por abrir la puerta cuando fue atrapada contra esta y la pared, ya que tu padre la abrió de par en par de manera animada y un poco violenta.
-¡¡_____!! ¡¡QUERIDA HIJA!! ¿Cómo estás? ¿En dónde están mis adorables nietas?- Dijo mientras empezó a caminar alrededor de la habitación, o vaya las entradas de tu padre son igual de extravagante como te las imaginabas...
