Capítulo Diecinueve

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SHASSIL

PECADORES, SANTOS Y GLORIFICADOS

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                    El sol se alzaba en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos dorados y rosados que anunciaban el nuevo amanecer. Bajo su resplandor, la ciudad de Lyriton despertaba lentamente, con sus calles aún cubiertas por una capa fina de neblina matutina. Las calles seguían desiertas, algo común en el día feriado en el que se celebraba la resurrección del Visionario. Si algo, serían los templos del dios y todos los menores, y las calles aledañas que estarían llenas de gente horas después, poco antes del mediodía.

          Shassil permaneció sentada al interior del carruaje, flanqueado por al menos una docena de guardias. Observaba en silencio a través de la ventana hacia la fuente con la estatua del Padre. Sus ojos recorrían cada centímetro de piedra grisácea que alcanzaba a observar desde esa posición, recordando a la perfección la manera en que su hijastra se rasgó la palma de su mano delante de todos, para después dejar que su sangre cayera en las flores de la guirnalda que había ofrecido, y al agua de la fuente.

          Casi resopló al recordar tal espectáculo.

          Era curioso y admirable la manera en que Vaelerya creía que podía tomar el asunto en sus manos, siendo una joven inexperta, desconocedora del mundo y del poder que en verdad importaba. Si bien había alcanzado a armar una revuelta en la plaza, la reina se iba a asegurar que eso sería lo primero y último que iba a lograr. Shassil sabía que lo ocurrido el día de ayer no eran buenas señales, ni siquiera para la ex heredera, aunque esta no lo supiera en realidad.

          Aceptaba que de cierto modo subestimó la fuerza y el impulso que llevaron a Vaelerya a tomar acción de una manera tan pública. Sin embargo, la princesa no midió las consecuencias, por lo que ahora le quedaba a la reina tomar las riendas del asunto, antes de que todo se descontrolara. Sin duda alguna, se corría el peligro que la manera en que los mercibonenses se enfrentaron entre sí, se regara por todas las calles de la capital, por el resto de las ciudades y pueblos del reino.

          La mancha de la violencia seguía tan clara y nítida como años atrás, una cicatriz indeleble que representaba todo lo que ella había querido evitar. Shassil recordaba a la perfección cómo personas fueron desplazadas de sus hogares, la manera en que ella misma tuvo que huir y esconderse, solo por llevar un apellido que causó tanto revuelo entre los Leales durante La Guerra que Nunca Fue.

          Sí, la historia se repetía, esa historia que se negó a llamar guerra a lo que sí merecía ser llamado así, una época de intolerancia política y racial que amenazó terminar con todo lo que se conocía y creía. Ahora, su hijastra, con sus acciones deliberadas, se lanzó al abismo y avivó las llamas de un pasado tormentoso para el pueblo mercibonense, y ahora de un presente que era llamado a no volver a ser flexible nunca más.

Un Linaje RetorcidoWhere stories live. Discover now