Capítulo Diez

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(Escuchen la canción en multimedia cuando vean esto: )


SYLVENNA

LA JAULA DE UN PÁJARO

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                    El patio real del castillo era un espacio amplio y bullicioso, pues resonaba con el trotar de caballos, el crujir de las ruedas de carruajes y carretas, al igual que las conversaciones y gritos de las personas alrededor. Los muros de piedra que lo rodeaban eran altos y conferían una sensación de seguridad y grandeza de antaño, que hasta hoy día se lograba conservar. Las torres de vigilancia se alzaban imponentes en las esquinas y otras dos rodeaban las puertas principales, abiertas de par en par para permitir la entrada y salida de cortesanos y comitivas.

          A lo largo del espacio empedrado, tanto sirvientes, transeúntes y guardias se movían con diligencia, preparando los carruajes y asegurando que todo estuviese en orden para salir de los terrenos de Mercinor hacia la capital. Los caballos, relinchando y pisoteando el suelo, parecían también impacientes mientras los guiaban hacia la salida. Pero de seguro aquellos animales no estaban tan impacientes como la princesa Sylvenna.

          Ella sentía tanto calor que su cabello liso y castaño se pegaba a su sienes y cuello por el sudor. A pesar de que las mangas largas del vestido que llevaba puesto eran notoriamente más delgadas que las del de ayer, le pesaban. Justo hoy el cielo tenía que estar despejado casi que por completo con solo unas pocas nubes, casi deshechas, cortando con el azul infinito del firmamento.

          Resopló mientras bajó los escalones de piedra gris luego de haber salido del castillo. Se estaba dirigiendo hacia su carruaje correspondiente, acompañada de Axelle, cuando pudo notar el estandarte terracota con una pantera por el rabillo del ojo. Sin siquiera notarlo de manera consciente, sus pasos cambiaron de dirección, cada uno más firme y decidido que el anterior.

          Sylvenna consideraba que la distracción de las actividades de hoy le daría las oportunidades perfectas para tratar de husmear donde tal vez no debía. O de hacer preguntas demasiado directas y con tonos poco propios de una princesa.

          —¿Por qué la hechicera atacó a mi hermana?

          El príncipe de Aninthaia casi pierde el equilibrio, debido a que la pregunta de Sylvie lo atrapó desprevenido, a medio camino de montarse a su caballo. Como ella, él también estaba a punto de partir hacia la plaza de Lyriton, pues hoy era el segundo día de festivales y el Torneo Primaveral de Maestría continúa, por órdenes de los reyes de Mercibova. Los guardias personales de Jendring estaban en posición también, pero claramente la hechicera que había venido a Mercinor en su comitiva no se encontraba ahí.

Un Linaje RetorcidoWhere stories live. Discover now