Andorra II

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Violeta

—No sé si esto es una buena idea, Martin, me sigue odiando incluso más que antes —reconozco frustrada.

—Dale tiempo, Vio. Sé que puede ser desesperante a veces, pero volver a verte la ha removido por dentro.

—¿Te ha dicho algo? —pregunto intrigada.

—No, sigue siendo la misma adolescente que se cierra ante algo que se le escapa de las manos.

—Es mi culpa. En mi cabeza se repite esa escena día tras día, Martin. Fui un ser despreciable.

—Te protegiste de tu madre, Violeta. Sería egoísta ahora mismo culparte de aquello.

—Podría haber hablado con ella después, disculparme, no sé, y no hice nada, solo dejé pasar el tiempo y más tarde el accidente. Joder, es que lo hice todo mal.

Coloco mis codos en la mesa y suspiro intentando relajarme, ya que los recuerdos siguen llegando y la actitud que Chiara tiene hacia mí, me está matando, pero no puedo reprocharle nada.

Martin se mantiene en silencio, cosa que le agradezco y Cristina regresa con mi desayuno. Le doy las gracias y me pongo a comer en silencio.

—Dale celos —dice de pronto Martin.

—¿Qué?

—Ya me has oído, has visto como se ha puesto con Cristina al pensar que entre tú y ella....

–No voy a hacer eso, sería cagarla todavía más. Tampoco sé si ella siente lo mismo que yo. Qué complicado es todo —reconozco con desgana.

Parte del grupo comienza a entrar en la cafetería y Martin aprieta mi brazo y se dirige a sus alumnos, mientras otros piden un café en la barra. Termino de beber el café con leche y me pongo de pie para salir e ir a buscar a Chiara. No sé si es un error o no, pero sé que está vez no puedo tirar la toalla como lo hice hace once años.

Cuando salgo, ella está hablando con parte de nuestro grupo y sonrío al verla cómo habla animada y sobre todo por ver que en ese momento está feliz. Nuestros ojos se cruzan y ella se pone seria mientras yo muerdo mi labio inferior de forma inconsciente. Ahora mismo solo quiero ir donde está ella y besarla, decirle que lo siento y que necesito sentir su cuerpo desnudo, como una vez lo sentí en aquel vestuario.

—Hola, pelirroja —escucho la voz de Esteban justo detrás de mí.

Respiro profundamente antes de girarme, al hacerlo veo esa sonrisa que me encantaría borrar de un guantazo, pero no puedo ni debo.

—Me llamo Violeta, ni pelirroja, ni nena, ni guapa, ni hostias, Violeta y espero que te quede claro.

Esteban sonríe con chulería mientras intenta acercarse más de la cuenta y pongo una mano en su pecho para que pare el recorrido.

—Creo que ha sido clara, Esteban—dice Álvaro, otro chico del grupo.

—Qué sabrás tú, lo que quiere la pelirroja.

Estoy a punto de hablar, pero Álvaro no me deja, coge a Esteban por la chaqueta y lo aparta del grupo, por un momento voy a intervenir, pero recuerdo que Esteban parece que con educación las cosas no le entran. Me quedo mirando a los dos hombres y veo cómo sin alterarse en ningún momento Álvaro hace que Esteban baje la cabeza y asiente obediente.

—Lamento el comportamiento de mi compañero, Violeta, no volverá a pasar. Quiero que sepas que para cualquier inconveniente que puedan tener tú o tu compañera podéis contar conmigo.

Kivi- One shots Where stories live. Discover now