49: El altar de Norville

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Adara

Corremos por el bosque mientras ese demonio colosal nos persigue y busca, entre los árboles, que le bloquean la visión, al ser ella de gran tamaño. Llegamos a donde exactamente quiere. Por fortuna, Akil pudo largarse. Le deseo suerte a ese paralelo, pero toca regresar al mundo de los vivos. Sea que evitemos a Tempest o no. La única opción es cruzar, no hay otro camino para nosotros.

—Cuando pasemos el portal —aclara Elerick—, ustedes se perderán en un limbo, pero no se preocupen, despertarán, solo no se separen. Te confío a Tity.

Asiento y tomo la mano de Triana, entonces corremos. Cainan abre un círculo de energía muy brillante, dibujando con su sangre. Nuestras miradas se encuentran y luego lo pierdo cuando traspasamos el portal. Un vacío llega hasta mi alma.

Todo es blanco a nuestro alrededor ahora. Ignoro por completo que mi collar brilla. Solo puedo rogar que todo funcione.

Cainán B

Elerick y yo, somos los siguientes en cruzar, aunque la gigantesca Tempest nos visualiza, así que apresuramos el paso.

—¡¡No huirán!! —Se escucha su voz en eco y más demonios corren detrás—. ¡¡No lo permitiré!!

Cambiamos nuestras formas y vamos todavía más rápido. Una vez pasamos la enorme luz, llegamos al mundo de los vivos, pero con ella atrás de nosotros. Saca sus cuernos y sus colmillos rebalsan su cara. Intenta cruzar, así que está inclinada, tanteando agarrarnos.

Su mano gigante casi me está por atrapar y aplastarme.

Ruego al ser al que nunca le pido nada, para que cierre el portal y todo se acabe: Este es un enemigo al que jamás me había enfrentado, así que necesito de ti. Poderoso ente maligno, dios de los demonios, ayúdame.

—Norville.

Chispas salen alrededor del portal y Tempest comienza a gritar. Intentando avanzar, es cortada en la parte central de su cuerpo, entonces la mitad de su cuerpo fantasmagórico, queda cortado en medio de la ruta.

Cansado y arruinado en el suelo, abro mi tercer ojo, visualizando el espejismo del altar de Norville, el cual, retrocede y se desvanece despacio, volviendo a su sitio en el bosque.

—Terminemos con esto —aclara Elerick.

Asiento y me levanto, dando un salto con mis garras.

—Supongo que la limpieza se la dejaremos a Akil —bromeo.

Se ríe.

—Qué la ley se encargue. —Mueve su cola, despacio.

Nos dirigimos corriendo al bosque, entonces lo veo otra vez. El altar de Norville. Parece una tumba, es grande, tiene cuernos y flores decoradas en piedra, varias pequeñas columnas para apoyar cualquier rito, ofrenda o solicitud. Cambio de forma, quedándome por completo desnudo, luego me arranco el collar con el corazón de Adara, acto seguido, me aproximo aquel monumento demoniaco.

—Ahora solo hay que pedirlo —aclara Elerick y suspira, algo nervioso—. Espero que funcione.

Sonrío.

—Lo hará.

Apoyo el corazón allí y mi acompañante, hace lo mismo con el de su chica, entonces esperamos que el poder de Norville nos ayude. Tengo mucha confianza luego de haber visto aquella visión. Lo único que me preocupa, es que haya algún contratiempo, y tarde más de lo esperado.

«Vamos a confiar».

Mi otro yo me relaja, soy el más histérico con estas situaciones, pero me alegra que él también esté intranquilo, lo percibo. No me siento solo. Adara, ven, vuelve con nosotros, es demasiado que me lleve bien con A, y me preocupe de igual manera. Esto ya no es normal.

«Vamos, regresa».

            «Vamos, regresa»

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