Almas gemelas

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Ivy recordó el día en que Zachary le enseñó el concepto de almas gemelas. Lo había escuchado en un programa de televisión, probablemente en alguna novela que al padre de Zach le gustaba ver. Según él era su "momento de no pensar en nada".

-Tú y yo somos almas gemelas -dijo con seguridad el niño de 9 años.

-¿Qué es eso? -contestó la niña de ojos bonitos.

-Las almas gemelas siempre están juntas. Son personas destinadas a una eternidad juntos -el de cabello negro con rulos perfectamente bien posiciones, se enjuagó las manos-. Desde que nacimos estamos juntos, entonces, cuando crezcamos también lo estaremos. Por eso somos almas gemelas.

El pequeño de ojos café tomó las manos de su pequeña alma gemela y le ayudó a enjuagarse toda la tierra del jardín.

-¿Tú crees que vamos a crecer juntos? -la voz chillona y dulce de Ivy interrogó a su amigo.

-Estoy seguro, Ivy. Nunca me iré a ningún lado sin ti -prometió Zachary secando las manos de su querida amiga.

-Yo tampoco me separaré jamás de ti -sonrió ampliamente y con emoción la bebé que nunca olvidó la promesa de su alma gemela.

Se achicó el corazón a Ivy por el recuerdo. Se sentía tan sensible. ¿Por qué tuvo que recordar ese momento tan dulce justo antes de su evaluación? Las lagrimas amenazaron con salir, pero la voz del rey que gobierna sus pensamientos la distrajo diciendo:

-Te traje pastillas para aliviar el dolor de cólicos -acarició con delicadeza su cabeza-, pero llora si es necesario.

Y con eso Ivy abrazó a Zachary, empapando su camisa negra de lagrimas.
Zach siempre está cerca cuando Ivy lo necesita. A pesar de los cambios en él, los altos y bajos de la amistad... Ivy tiene aún la esperanza de sostenerse a la promesa de su alma gemela.

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