Capítulo 4: Sandeces

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Capítulo 4

Sandeces

Quería leer la carta, sólo que este no era el lugar adecuado y para poder hacer rabiar a Gabriel debía quedarme, apoyar a otros jugadores del equipo y dejar que sus admiradoras lo fastidiasen tanto como para venir a pedirme clemencia. ¡Así que verlo pagar por su burla resultaría grato, además era una forma de vengarme porque intentaba jugar conmigo!

Elevé mi mirada hasta el campo de juego, me reí un poco, luego elevé mis manos y empecé a vitorear a cualquier número de los que anduviese en el campo, las chicas cercanas me coreaban y algunas me miraban de mal modo, pero la mayoría estaban complacidas porque no había gritado ninguna palabra de ánimo a Dante, no le hacían falta porque sus admiradoras estaban ahí, sin embargo se le notaba desconcentrado y molesto. Había fallado dos tiros fáciles, me resultaba gracioso, aunque al entrenador no le causaba nada de gracia.

El pito del árbitro sonó con fuerza, concluyendo de ese modo con el primer tiempo, las chicas corrieron a ver a los chicos tomar agua, varias llevaban bebidas energéticas a sus chicos y otras les llevaban toallas. Yo no moví ni un músculo, esperé hasta que Gabriel viniese, rodeado de chicas, y se sentase a mi lado. Estaba enojado, sus manos apretaban con más fuerza de la debida esa pobre botella de plástico y sorbía con rapidez excesiva el líquido que contenía la misma.

—¿Te divierte hacerme quedar en ridículo? —preguntó con un tono sarcástico.

—No soy quien mueve tus pies —susurré, luego extendí mis manos hacia el frente y miré la carta.

—¿Aún no has abierto esa cosa? —consultó, seguidamente se bebió lo que le quedaba en la botella de un solo trago, la arrugó con sus manos, la tapó y la colocó a su lado.

—La abriré cuando sea el momento indicado.

Guardamos silencio un rato. Las chicas me miraban de mal modo, así que sonreí de forma amable y sujeté un poco el brazo de Dante, estaba un poco sudado pero le resté importancia.

—Esas chicas a veces me cansan —sus palabras denotaban su enojo, no pude evitar reírme.

—No las entiendo, hoy jugaste pésimamente mal —comenté, luego llevé una de mis manos a mi mentón y agregué—: parecías una marmota agónica jugando con un coco en vez de balón.

—Muy gracioso —bufó con sarcasmo.

—Sólo soy sincera.

—Sólo dices y haces sandeces —corrigió él.

Tenía algo de razón. Estaba haciendo, diciendo y pensando estupideces, no se le podía poner otro nombre, a menos que fuese un sinónimo. Resultaba un poco molesto el tener que esperar hasta llegar a casa para descubrir qué decía la carta, eso sólo se podía agregar a la lista de tonterías que pensaba hacer, sin mencionar el irme a Roku Games y ganar el torneo que habían organizado: "El mejor ninja". El disco de Naruto Ultimate Ninja Storm 3 era de mis favoritos, se había vuelto mi pequeña adicción y disfrutaba de destruir a mis oponentes en las batallas online. Ahora que había repensado no sonaba tan genial mi día. Estaba haciendo sandeces y no quería dejar de hacerlas. Quizá de algún modo me resultaba divertido perder tiempo en esas cosas.

Estuve pensativa cuando él regresó al partido, empecé a animarlo y comenzó a anotar. Logró sumar dos goles, aunque su equipo perdió, se notaba el gran cambio. ¡Al menos sólo era un partido de prueba entre los mismos integrantes del equipo y resultaba toda una lástima que los suplentes hubiesen ganado a los titulares!

Regresó hasta donde me encontraba, se sentó a mi lado con una toalla cubriendo su cuello y saludó con la mano a sus fans. ¡Qué divertido era verle sufrir, aunque de cierto modo me enfurecía que tuviese tantas chicas detrás de él! Estaba sudoroso, su cabello le caía en la frente, unas gotas de sudor que descendían por su rostro, sus ojos permanecían cerrados mientras bebía de su hidratante.

El Conquistador (TERMINADA)Kde žijí příběhy. Začni objevovat