CAPITULO 25

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Narra Sabina

Frio.

Era lo único que sentía, no había nada alrededor, todo era oscuridad, la penumbra se alzaba a mi alrededor.

Mis pies se deslizaron hacia adelante, dirigidos como imán hacia un lugar donde no había nada, dónde no estaba segura de si habría algo.

Tome aire, lo sentí antes de verlo, antes de que el fuego crepitante incendiara la parte superior de la estructura.

El caldero parecía observarme con hambre.

--¿Ya te divertiste pequeña ladrona?

El frío alrededor se colaba por toda mi piel, temble sin poder evitarlo.

¿Ladrona?
¿Porque me llamaba así?

--me tomaste, me escondite-- una risa tétrica resonó, el tipo de risa soncarrona, el sonido de una venganza.

No sé de qué hablaba... No recordaba.

Otra risa.

Intenté correr, dar media vuelta pero no podía, allí estaba, atrapada en un juzgado con el caldero como protestante

--asi lo decidi, un castigo acorde-- añadió aquella voz proveniente del caldero.

Trague en seco.

Castigo

El que no recordara era un castigo.

Entonces...

Otra risita.

Me mordi el labio sintiendo el guston de la sangre.

Si eso era parte del castigo entonces...

--¿Que se siente vivir una y otra vez y morir como una mortal en desgracia?-- ronroneo-- la muerte puede ser muy piadosa.

(...)

Solté un grito.

La calidez de la cama fue lo primero que me dió pista de dónde estaba, los brazos del guerrero Ilyrio me acunaron con rapidez al notar mi estado.

Sudando y con las lágrimas descendiendo por mis mejillas.

--Bina...-- susurro mi nombre en preocupación, aún desnudos su piel calentaba la mía con el contacto.

Busco mi rostro con desesperación, sus hermosos ojos brillantes de anhelo me escanearon, buscando la causante del dolor

--Az...

--fue una pesadilla.-- aseguro.

Negué con rapidez.

Los sollozos iban bajando de intensidad entre más tiempo pasaba entre sus brazos, la seguridad que emitía me tranquilizaba.

--era el caldero-- acaricio mi rostro borrando las lágrimas de mis mejillas -- está furioso conmigo, lo que hice hace quinientos años me condenó, nos condenó.

Y no lo recordaba, sea lo que sea que hice, aquello que me relaciono con el caldero en la antigua guerra había sido el causante de que estuviese aquí ahora en esta situación.

--Un castigo, así lo dijo-- temble-- renacer y morir una y otra ves como mortal sin recuerdos...

Tan cerca pero tan lejos del muro... De Az...

Había sido un castigo inteligente, una manera de condenarme. 

-- castigo o no... -- Az acuno mi rostro con ternura obligandome a mirarlo-- así tenga que buscarte una y otra vez lo haré, en cada vida, en cada reencarnación te buscare.

UNA CORTE DE MELODIAS Y SOMBRAS / AZRIEL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora