Capítulo 1✮ No es un buen comienzo

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Capítulo 1✮ No es un buen comienzo

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VICTORIA
20 de agosto, 2006

Definitivamente el dicho de "los martes trece son de mala suerte" era una farsa. ¿A quién se le ocurrió decir semejante disparate, asegurando que hay un día en el que no le atinarás a nada bueno? Porque podría decir con total seguridad que yo era la prueba viviente de que no hay tal cosa ni nada parecido como por ejemplo "ver a un gato negro es de mala suerte" "abrir un paragua dentro tu casa trae mala suerte".

¿Por qué? Porque a mí me iba mal siempre. Sin necesidad de que sea un día en especial o hacer algo similar a lo anterior. Así que no hacía falta nada de eso para que tu día sea del asco.

Alentador, ¿verdad?

Claro que tuvieron que pasar un par de sucesos para poder llegar a esta interesante conclusión. Aquí algunas de ellas:

Perdieron mi equipaje en el avión cuando veníamos camino a Alemania. No todo, pero sí en el que iba mi bajo.

Perdí de vista a mis padres en el aeropuerto al llegar.

Le pedí indicaciones para usar un teléfono público a un señor con mala pinta pero no le entendí una mierda debido a que yo no hablaba alemán con fluidez y él me hablaba como rapeando.

Me encerré en un baño para llorar.

Salí del baño luego de llorar.

Me compré una bolsa de papás fritas en un puesto de dudosa calidad y resultaron estar vencidas (es que cuando me pongo nerviosa como).

Encontré a mis padres. Pero no encontraron mi equipaje, así que no tendría nada que ponerme excepto lo que traía puesto.

Y por último, caminé por todo el aeropuerto con un pedazo de papel higiénico pegado a la suela de mi zapatilla. Lo cual me lleva a pensar que era la razón por la cual los niños me señalaban y reían.

—Bien, ¿y ahora qué? —pregunté cansada a mis padres. Eran las nueve de la mañana cuando llegamos a Leipzig, y si bien no era temprano yo me encontraba muy cansada debido a que en el avión no pude dormir nada. Además de que siempre solía marearme en los viajes.

—Tu tía Helen vendrá por nosotros —respondió mamá con su valija en una mano y bolso en la otra.

—Dijo que vendría en un auto rojo, así que si ves alguno debe ser de ella —explicó papá acomodando su valija en un banco que había en el lugar.

Rodé los ojos.

—Pero papá hay cientos de autos rojos.

—Pues fíjate que en uno venga tu tía.

—Hace años que no la veo. Ni siquiera recuerdo cómo luce su cara —justifiqué.

—Piensa en que se parece a tu mamá —dijo de forma obvia. Luego se acercó confidencial a mí y murmuró procurando que mamá no escuchase—. Ya sabes, mandona, criticona e intimidante.

Solté una risita por lo bajo ante la mirada que mamá le dedicó.

—Te estoy escuchando, cariñito —entrecerró sus ojos hacia él.

—Lo sé, cariñito.

La verdad era que amaba a mis padres. Tenía buena relación con ellos pese a que yo estaba en esa edad "rebelde" según la sociedad. Pero realmente sentía que ellos me entendían y siempre me apoyaban. Incluso cuando comencé a vestirme con prendas negras y blancas, a usar accesorios con púas y teñir mi cabello con mechas azules. También cuando les dije que quería un bajo ya que quería aprender a tocarlo. Y así sucedió, ellos me lo compraron hace dos años y ahora era casi una experta tocando ese instrumento ya que tomaba clases en Los Angeles.

Lo cual me recuerda que perdí mi bajo en el avión.

Y la depresión volvió a mí.

—Oigan —interrumpí la "discusión" de mis padres —. ¿Que pasará con mi bajo? Saben que en verdad lo amaba.

—Oh, cielo —mamá acarició mi mejilla —, tal vez podríamos conseguir otro.

—Sí. Pero tenía valor sentimental también —lloriqueé frustrada.

—Vamos, Vic, a veces hay que aprender a soltar —intentó consolarme papá —. Tampoco te ibas a casar con ese bajo, ¿o si?

—No te interpongas entre Bill y yo —amenacé agitando mi puño pese a que solo bromeaba.

—De todas formas, Vic —interrumpió mamá —, te compraremos otro, ¿sí? Además ese bajo ya estaba un poco desgastado, ¿no?

Agaché la mirada y murmuré un vago "está bien". Aunque la idea no me gustaba para nada.

Luego de media hora por fin llegó mi tía Helen, hermana por parte de mi mamá, y su hija Erika. La cual era una de mis tantas primas con las cuales jamás había tenido comunicación. Las saludamos y subimos al auto para luego atravesar la ciudad mientras mis padres y mi tía charlaban animadamente. Ella era divorciada y vivía solamente con su única hija, ya que el padre de ésta era un mal hombre que maltrataba a mi tía según me dijeron mis padres.

Mi prima era una chica de mi misma edad (dieciséis), con cabello rubio largo y lacio, nariz respingada, cuerpo bien desarrollado (a excepción de mí) y labios rojos naturales y carnosos. Cualquiera que nos mirara diría que ni parecíamos parientes. Pues si bien yo no era tan linda, tampoco estaba tan mal. Y mi cabello era naturalmente castaño pero lo teñí de negro con mechitas azules, y mi piel era más clara, pero no lechosa.

Deducí que Erika había sacado los genes de su padre, ya que mi tía no era rubia.

—Y... —intenté entablar una conversación con ella— ¿qué tal es Leipzig?

—Bonito. —respondió sin siquiera mirarme.

—¿Y el clima? Se ve que no sale mucho el sol por aquí—animé a seguir hablando.

—Ajá.

—Donde vivía anteriormente, en los Ángeles, solía ser una ciudad muy cálida. Era ruidosa, pero me gustaba. Tiene buenos lugares. Aunque creo que también podría gustarme Alemania, estuve viendo algunas revistas de este pueblo y no se ve mal.

—Me alegro. —volvió a decir simplemente. Aunque pude notar un ápice de hastío en su voz, así que decidí no hablar más.

Tal vez estaba de mal humor.

Me dediqué a mirar por la ventana el paisaje en silencio. Escuchando a mis padres hablar perfectamente en alemán con mi tía. En realidad no sé porque lo hacían ya que mi tía también sabía inglés, pues era su lengua materna. Aunque me apegué a la idea de que yo también debería poner en práctica mi alemán ahora más que nunca. Si bien podía leer algo escrito en ese idioma y entenderlo, e incluso hablar en alemán, se me dificultaba a la hora de entender a una persona cuando lo hablaba.

Cómo con ese viejo raro del aeropuerto.

Sin embargo, algo me decía que no me sería tan difícil hablar con mi prima.

Porque solo usaba monosílabos.

—Aquí vamos, Leipzig —murmuré apoyando mi cabeza en la ventana —. Muéstrame lo que tienes.






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Háganme el favor de volver a votar en los capítulos pls ;-;

SCREAM [Bill Kaulitz]Where stories live. Discover now