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Verosika: Muy bien perras, prepáren esas bocas por qué vamos a tener que chupar varios p*tos de cerdos para salir de esta.
Se escuchó un suspiro de frustración que se expandió como una nube de humo negra desde los labios de Verosika y su equipo, la cual se disipó en cuanto los agentes de policía procedieron a arrestarlos. Fue un proceso relámpago, más rapido que cualquier película de Hollywood que puedan haber visto.
Estación de policía.
Con sus manos atadas con grilletes, Verosika y su equipo fueron obligados a recorrer los largos y sombríos pasillos llenos de ruido y paredes descoloridas. Dejaron atrás las unidades policiales, las cuales atravesaron con miedo, hasta que los agentes llegaron a las celdas de detención.
El sonido de los grilletes que los unían sonaban como una melodía de miedo y desesperación que resonaba a lo largo de los pasillos mientras eran arrastrados a una habitación esterilizada y fria.
Verosika: ¡Escuchen pendejos! ¿Os habéis dado cuenta de lo que pasa aquí? Nos han arrestado, Haci que póngase a trabajar para salir rápido.
Sucubo 1: ¿Crees que puedas seducir al personal para que nos deje ir?
Verosika: Lo pienso y lo he hecho antes.
Sucubo 2: ¿Lo hiciste tú personalmente?
Verosika: Lo he hecho (duda).
Sucubo 2: ¿En serio lo hiciste tú personalmente?
Verosika: ¡Lo hice!... alguna vez (evasiva).
Sucubo 1: Entonces, ¿puedes hacerlo ahora?.
Verosika: Bueno...
Guardia: ¡Vamos, muevanse! ¡Bayan a sus celdas!
Sucubo 3: No hemos terminado de hablar, Verosika.
Verosika: ¡JODETE!
El guardia siguió empujándolos y los separó, uno por uno, hacia distintas celdas. Verosika echó un último vistazo a sus compañeros mientras los oficiales la llevaban por el pasillo.
Guardia: Vamos, ve a tu celda.
Verosika: ¡Ustedes esperen!
Sucubos (en coro): ¡Volveremos a verte enseguida!
Verosika fue arrastrada por el pasillo húmedo y mal iluminado hasta su celda. El guardia abrió de golpe la puerta que dejaba ver un espacio angosto y decrépito con su techo bajo y sus barrotes de metal ennegrecidos.
El guardia, entonces empujó bruscamente a Verosika para que entrara.
Verosika se dio la vuelta para insultar al guardia, pero sufragó la peor de las desgracias. El guardia se echó a reír a carcajadas y se rascó su barba en actitud provocativa mientras cerraba la puerta y la dejaba en la oscuridad.