Una Última Decisión

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El azabache aun no estaba en óptimas condiciones para entrar a la habitación donde sus dos pequeños se encontraban aparte la joven de ojos azules le dijo que mantuviera reposo, por ello decidió visitarlos el día siguiente a primera hora. En la noche no pudo dormir debido a los nervios de ver sus pequeños rostros y cuerpos.

Apenas la noche comenzaba a terminar y la mañana se acercaba Giyuu ya estaba despierto ansioso por ver a sus hijos, rápidamente se lavó la cara y sus dientes en el baño para finalmente volver a amarrar su ahora mediana cabellera en una cola alta.

El azabache se acercó a la ventana de su habitación y miro el cielo.

── Básicamente ya es de mañana así que no creo que pase nada..

Lentamente abrió la puerta de su habitación para salir y caminar por los pasillos de la finca. A paso lento se acercaba a la habitación donde se encontraba la mujer azabache con mechones morados junto a los gemelos.

Al llegar a la dichosa habitación, el azabache, abrió la puerta lentamente y examinó el lugar, primeramente observó a la pelinegra que a primera vista solo parecía dormir tranquilamente aunque realmente estaba en coma.

Al entrar cerró la puerta detrás de él y se dirigió hacia la pequeña cuna de madera que estaba cerca de una incubadora. Sus ojos se posaron en el pequeño que estaba en la incubadora, observó su tamaño, su contextura, su rostro y demás.

── Es muy.. pequeño.. ── murmuro mientras lo seguía mirando.

De un momento a otro sintió el movimiento en la cuna que estaba a su lado ocasionando que se llevara su atención. "¿Se despertó?" se preguntó el azabache mientras miraba la cuna de madera

Giyuu se acercó lentamente a la cuna donde el bebé sano yacía, con la luz matutina filtrándose suavemente a través de las cortinas de la habitación. Sus pasos eran cuidadosos, casi temerosos, como si estuviera caminando sobre cristales rotos. Con un suspiro contenido, levantó al bebé con delicadeza, sosteniéndolo en sus brazos como si fuera la posesión más preciada en aquel mundo que anteriormente sólo abarcaba tristeza y muertes.

El pequeño bebé, ajeno a las preocupaciones a su alrededor, parpadeó con curiosidad mientras observaba a su padre con ojos inocentes. La habitación estaba impregnada de una ambiente silencioso, rota solo por el suave murmullo del bebé y el zumbido lejano de la vida cotidiana afuera.

Mientras el padre sostenía al bebé, una mezcla de emociones se arremolinaba en su interior como un remolino. Había pasado la noche sin dormir preguntándose por la salud de sus hijos y la madre de ellos, a la cual entendió que amaba.

En ese momento, la realidad del lazo sanguíneo entre él y el bebé en sus brazos lo abrumó. Observó con asombro los ojos azules oscuros del bebé, tan parecidos a los suyos, y una ola de emociones lo inundó por completo.

Con un nudo en la garganta, el padre acunó al bebé con ternura, como si quisiera protegerlo del mundo entero.

── Hola pequeñito.. Soy tu papá.. ── susurro mientras lo sostenía en sus brazos.

El bebé miró a su progenitor luego miró sus manos las cuales eran mucho más grandes que las suyas. Giyuu noto su acción y acercó uno de sus dedos al bebé, el pequeño lo tomó entre sus pequeñas manos para luego meterlo a su boca y posterior a eso comenzar a chupar.

── E-Eh?

Giyuu se sentía algo confundido al principio pero momentos después solo comenzó a reír suavemente para después intentar sacar su dedo.

── Esto es inusual pero pequeño debes dejar mi dedo ── dijo el azabache mientras hacía lo posible para apartar su dedo.

Un recuerdo pasó por su mente haciendo que se quedara mirando la nada mientras sostenía a su bebé.

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