—Si, de esas en las que los primos salen con la primas y los tíos con las... abuelas. —dice con la voz chillona, más roja que antes.

—Ah, ya veo.

La chica nos lanza una última mirada escéptica, por el comentario de Bon, antes de ponerse a teclear algo en su computadora, sin quitar aquella expresión.

¿De verdad? «¿Familia moderna?» ¿Fue lo único que se le ocurrió?

Al parecer si...

—¡En fin! —da un pequeño aplauso—. Mi prima/cuñada y yo debemos irnos. ¡Adiós!

No deja que la recepcionista diga algo más, porque me toma de la muñeca y empieza a arrastrarme hacia las escaleras del complejo. Y, si había sentido algún tipo de diversión con los comentarios de Aby hace un minuto, esa diversión acaba de evaporarse para volverle a abrir paso a la angustia.

No sé cuantos pisos son los que subimos, pero cuando Bonnie se detiene en uno de ellos para luego recorrer uno ancho pasillo, mi corazón está golpeándome tan fuerte, por la ansiedad y nerviosismo del momento, que incluso puedo escucharlo en mis oídos.

—Es por aquí.

Doy la vuelta en la misma esquina en la que ella la da, solo que, a comparación suya que sigue caminando hasta donde se encuentran sus muy angustiados padres, yo me detengo abruptamente al inicio del pasillo cuando mis ojos enfocan a Sarah, sentada junto a Clarise, en una de las sillas del hospital.

—Mamá.

—¿Bonnie? —mi ex suegra, mira extrañada a su hija cuando la ve enfrente de ella—. ¿Qué sigues haciendo aquí? ¿No te dije que te fueras a...?

—Paris llegó.

Su mamá se queda callada y todos los presentes en la sala voltean su cabeza en mi dirección, haciendo que me ponga más nerviosa, de lo que ya vengo, al sentir sus ojos posados sobre mi.

—Hola. —saludo en un hilo de voz.

—¿Qué haces aquí?

Luego de estar sumidos en un tenso silencio, escucho esa pregunta, por lo que llevo mi vista a la dueña de esa voz, encontrándome con una Clarise blanca, como una hoja, y sus ojos, asustadizos, abiertos de par en par.

Doy un paso hacía atrás, sintiéndome un poco despreciada tras esa pregunta, y comienzo a jugar ansiosamente con mis dedos.

—Yo...

—Yo la llamé.

Me interrumpe la mamá de Jayden, acercándose a mi con pasos firmes y una sonrisa y mirada cansada.

—Hola, cielo —me envuelve en un abrazo—. ¿Hace cuánto llegó tu vuelo? Me preocupé por ti cuando no contestaste mis últimos mensajes.

Recibo el abrazo, gustosa, y le llevo mi vista a Clarise y a Sarah, por encima del hombro de Alicia, justo en el momento en el que ambas se lanzan una mirada igual de tensa.

—Lo siento, mi teléfono se apagó.

Me separo de ella, y saco mi teléfono de mi bolsillo, para mostrarle mi pantalla totalmente en negro.

—Oh, cielo, está bien. No pasa nada —ladea su cabeza, curiosa, sin quitar sus ojos de mi—. ¿Tú mamá sabe que ya llegaste?

Asiento de inmediato.

—Pude avisarle antes de que mi teléfono se apagará.

—Una suerte —sonríe levemente y toma mis manos entre las suyas, dándoles un suave apretón—. En un rato yo me encargaré de mandarle un mensaje para avisarle que estás sana y salva con nosotros.

Enamorada de una super estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora