Kye sintió esa parte humana oculta dentro de él reaccionar, pero desapareció tan rápido que le hizo estremecer dolorosamente. Sin embargo, olvidó esa sensación cuando vio al alfa abrir la puerta y adentrarse en la celda. Eso le causó pánico mezclado con emoción. Aunque estaba ansioso por la cercanía del alfa, no olvidaba su posición; estaba en desventaja, pero no se daría por vencido y lucharía.
Cuatro metros los separaban, una distancia que parecía millas y millas para alcanzarse mutuamente. Sus posiciones eran tan diferentes y similares a la vez, pero ambos compartían la misma necesidad de llegar al otro. El alfa se resistía a mirarlo, mientras que el Omega no apartaba la vista de él. Su mirada era tan penetrante que el alfa la sentía en cada vibración de su cuerpo, un vibrar electrizante.
Como si esa mirada lo atrajera como un imán imposible de resistirse, el alfa levantó su mirada. Y resultó imposible apartar sus ojos de esa mirada azulada tan electrizante. Lo envolvía y lo invitaba a sumergirse en ella poco a poco, dejándolo sin aliento. Era un azul llamativo como el infinito cielo y el profundo mar. Sus miradas conectadas los sumergieron en la profundidad del otro, aislándolos del mundo que los rodeaba, quedando solo ellos dos en ese universo creado por ellos. Ahí no había más dolor ni desesperación para el Omega, ni más furia ni resentimiento para el alfa.
En ese oscuro, sucio y frío lugar, lleno de muerte y sufrimiento, solo estaban ellos dos. No había nada más, solo el alfa y el Omega reconociéndose una vez más… en otra vida más. Su conexión se enlazó, se ajustó y se selló para no romperse.
El Omega sintió que su cuerpo se relajaba y una calma profunda lo envolvía por completo, similar a la sensación que experimentó en el bosque pero mucho más devastadora y profunda. Esta sensación tranquilizante era tierna y protectora, y a través de ella supo que el alfa que estaba a unos pasos frente a él no tenía intenciones de lastimarlo, lo que le llenó de alivio. Sus ojos azules se llenaron de lágrimas que pronto cayeron en cascada, acompañadas de espasmos y sollozos crecientes. Kye solo quería correr y refugiarse en los brazos de su alfa. Y lo intentó; en un movimiento brusco, corrió hasta el alfa, olvidando que sus manos y pies estaban atados por cadenas que casi se incrustaban en su piel. Las cadenas que lo aprisionaban se apretaron contra su carne, arrancándole chillidos dolorosos que rasparon su garganta.
El alfa se alarmó al verlo correr hacia él, y el chillido lastimero y doloroso que emitió su Omega fue suficiente para que acortara la poca distancia que los separaba. El comandante tomó rápidamente el pequeño cuerpo de su Omega entre sus brazos antes de que tocara el suelo, sosteniéndolo con cuidado, consciente de que el más mínimo movimiento podría lastimarlo.
—Mi Luna —el comandante susurró casi sin aliento al tener a su Omega entre sus brazos, sintiéndolo temblar, o quizás era él quien temblaba, pero sus emociones estaban a flor de piel.
Experimentaba una sensación de irrealidad con lo que estaba sucediendo, algo tan real como una ilusión al mismo tiempo. No supo qué hacer más que acariciar y frotar con delicadeza la cabellera y las orejas sobresalientes de su Omega. Inhaló con ansias su embriagador aroma, permitiendo que lo envolviera por completo. Sin sentir vergüenza, enterró su rostro en la curvatura del cuello de su Omega olisqueando profundo el lugar, dejando escapar sonidos de satisfacción que emanaban de su lobo interior por tan delicioso aroma, eso hasta que el aroma de su Omega se impregnó en su piel, como si fuera parte de su propia esencia.
Con Kye, las cosas no eran diferentes. Él hacía lo mismo, frotando su cabeza entre el pecho y el cuello de su alfa, bañándose con su delicioso olor. Ese era un reconocimiento entre lobos, una forma de saludarse, demostrarse cariño y decirse cuánto se habían extrañado, incluso si era su primer encuentro. No hacía falta que se conocieran en esta vida para siempre demostrar lo mucho que la presencia del otro les significaba. Bastaba con que sus almas se reconocieran para saber que se pertenecían. En esta y en todas sus vidas, ellos se encontrarían.
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ωιʅ𝚍 𝙳єѕтιиу ♡•°
Romance"𐐛օ 𝚙𝖊օ𝔯 𝒹𝖊 𝗎𝖓ɑ 𝘵𝔯ɑⅈcⅈօ𝖓 𝖊𝓼 𝒒𝗎𝖊 𝖓𝗎𝖓cɑ vⅈ𝖊𝖓𝖊 𝒹𝖊 𝗎𝖓 𝖊𝖓𝖊mⅈ𝓰օ" Denix fue testigo de ello, cuando su propia familia traicionó el amor y el respeto que él poseía por ellos... Sus verdugos, su padre y hermano mellizo. Su padr...
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