tres

123 13 3
                                    

Camila despierta por lo regular cada dos horas por noche; siempre ha sido así desde que sus padres murieron. Pudo haberse acostumbrado como algunos malos terapeutas dentro del orfanato le habían dicho, pero nunca fue así.

El pequeño reloj blanco en forma de cápsula con engranes visibles en sus orillas, marcaba las 8:08 a.m. Hoy no tendría que trabajar como barista en el café, así que al menos podía permitirse estar en la cama un par de horas más hasta que el empleo de ese día comenzara.

Mirando al techo y con las cobijas cubriendo gran parte de su cuerpo, realmente se re planteaba la decisión sobre ayudar a Lauren a volver a su mundo, ¿cómo lo iba hacer?, ella ni siquiera era una experta, su estatus le prohibía incluso pagar por ayuda de otros y era una pésima conversadora ¿a quién incluso, iba a poder convencer de la historia que Lauren había traído consigo? ¿Quién le iba a creer?

Tomando una almohada libre de su lado y poniéndola sobre su rostro ahogó el grito que sacó en frustración, era cierto, era una inútil en éste mundo. Se preguntaba ¿cómo sería en ese mundo al que pertenecía Lauren? ¿Su vida era tan buena allí que hasta tenía la fortuna de haber encontrado el amor y estar a un paso del matrimonio? Si era así, definitivamente tenía el deber de ayudar a Lauren a volver con ella, simplemente en éste universo no podían caber más de una Camila triste y sola.

Su debate interno fue interrumpido por unos golpes seguidos en la puerta de su habitación, con cautela se abrió un poco solamente para dejar ver parte del rostro de Lauren.

—¿Camila? —Preguntó en voz baja asomándose.

—¿Sí?

—He preparado algo como el desayuno —habló con un susurro—, aunque es temprano, creo que debo dejarte dormir —dio dos pasos hacia atrás volviendo a estar con medio cuerpo fuera de la habitación.

—No, está bien —se incorporó sobre su cama dejando que las sábanas que la cubrían se deslizaran sobre su torso. Lauren no pudo evitar mirar su pecho, abdomen y brazos; básicamente recorrió todo su cuerpo con la mirada -aún sabiendo que podría ser incómodo e inapropiado- aprovechando que la pelinegra tenía puesto un croptop que dejaba a la vista su figura. Le fue inevitable, tal vez era porque extrañaba a su Camila.

El sol no parecía haber estado en contacto con esa piel en años, era tan blanca como ella solía ser en su niñez. Los huesos de las costillas eran visiblemente notorios en esa posición. Lo primero que había notado sobre ésta Camila fue que era mucho más delgada que la que estaba en casa, pero nunca había imaginado que se trataba de un nivel en que incluso sentía un nudo en su garganta; por último, no había rastro de tinta sobre toda esa piel expuesta, sus brazos, pecho y al parecer todo su cuerpo estaba limpio.

—No tienes tatuajes —Lauren soltó la puerta y entró de lleno a la habitación. Caminó los pasos que la alejaban de la cama de Camila.

—No —respondió con cierta pena mientras volvía a tomar las sábanas y cubrir su cuerpo.

—¿Por qué? —Preguntó con el ceño fruncido. Camila se sintió sorprendida por la pregunta. Nadie nunca había cuestionado nada sobre su cuerpo, porque de hecho poca gente la había visto así, las personas con las que había estado antes simplemente eran de una noche, a las cuales no les importaba quedarse por la mañana.

—Nunca he estado interesada en ellos —explicó—, tampoco tengo motivos para hacerlo y mucho menos dinero —bromeó sin ganas.

—Oh —Lauren sacudió la cabeza al darse cuenta de lo cerca que estaba de Camila.

—Así que, ¿cómo hiciste el desayuno? Yo no he hecho algunas compras en algunos días.

—Yo... —desvió la vista tratando de pensar su respuesta— probablemente salí del departamento cuando escuché a alguien quejarse afuera.

carry me home | camren (terminada)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora