dos

135 13 0
                                    

La noche no estaba muy avanzada, sin embargo ya era hora de cerrar. Camila había sido reprendida por el escándalo de algunas horas atrás, pero no pasó a mayores puesto que su jefe supo que no mentía cuando dijo que no tenía idea de quién era la que había llegado a gritarle, así que con una advertencia la dejó continuar con su turno, y ella lo hizo gustosa.

Después de todo, no podía quejarse.

No obstante tan pronto salió de la cafetería, mochila al hombro y chaqueta puesta, notó una figura humana sentada a un par de metros de distancia, abrazando sus rodillas y soltando pequeños sollozos. Camila se acercó un poco, ante lo cual la persona reaccionó alzando la mirada. En efecto, se trataba de la chica que entró a gritar su nombre horas antes.

—¡No! —Exclamó en cuanto la desconocida intentó hacer un movimiento en su dirección— ¡No te me acerques! Te advierto que puedo gritar muy fuerte.

—Lo sé.

Lo incómodo de esa respuesta y la seguridad con la que fue dicha hicieron que Camila retrocediera un par de pasos, por su parte Lauren se abofeteó mentalmente -en su defensa, ni siquiera tuvo que pensar lo que había dicho.

—Lo siento mucho, ¿te metí en problemas, verdad? —Cuestionó limpiándose la humedad de las mejillas con la manga del abrigo —En verdad lo lamento muchísimo, no era mi intención.

Camila permaneció mirándola extrañada por varios segundos. No sucede todos los días que alguien que nunca antes has visto llega a tu trabajo a gritar tu nombre y a acusarte de algo que no has hecho, y además espera a que termine tu turno para disculparse.

Fácilmente podría encabezar la lista de las cosas extrañas que le había pasado en toda su vida, que a decir verdad no era muchas, pero precisamente al ser algo extraño sabía que debía tener mucha precaución.

—¿Nombre, edad, y qué es lo que buscas? —Preguntó con un tono de voz demandante sin acortar ni un poco la distancia entre las dos.

Lauren tardó un poco en responder. Eso no estaba bien, definitivamente no lo estaba, tenía frente a ella a alguien idéntica al amor de su vida, y ésta no la estaba tratando como tal. Incluso el día en que conoció a Camila, el mismo día en que su familia se mudó a la calle donde vivían los Cabello, ella se había presentado con una enorme sonrisa y toda la disposición del mundo a ser su amiga, Lauren lo recordaba perfectamente. Una Camila que no la conocía se sentía incorrecto en todas las formas posibles.

—Soy Lauren, tengo veintitrés años —su voz comenzó a quebrarse— y solo quiero volver a mi hogar.

Terminó volviendo a romper en llanto, su cuerpo sacudiéndose a causa de éste y aferrándose con más fuerza a sí misma. Definitivamente era algo muy extraño para Camila, pero terminó por acercarse sólo un paso más.

—¿Estás perdida?

—Eso creo —respondió entre sollozos.

—¿Por qué no simplemente mandas tu ubicación a alguien y que venga por ti? —preguntó arqueando una ceja, parecía lo más lógico, a cualquiera se le habría ocurrido.

—Mi teléfono no sirve, está muerto —respondió Lauren con desesperación buscando el teléfono en su bolsillo para mostrarle la pantalla en negro —No sé dónde estoy, quiero ir a casa. Tengo que casarme.

—¿Dónde vives?

Por un segundo Lauren consideró dar su dirección, pero recordó que en donde sea que estuviera ahora, esa era la dirección de una familia entera a quienes ella no conocía, no parecía una buena idea.

—Muy, muy lejos de aquí.

—¿Cómo es que llegast-?

—¡No lo sé! —exclamó interrumpiendo a Camila a mitad de su pregunta, sin poder evitar comenzar a llorar de nuevo.

carry me home | camren (terminada)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt