𝐔𝐧 𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨 𝐢𝐧𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨

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ℒos sueños continúan persiguiéndome noche tras noche. Me encuentro cada vez más atrapada en este ciclo interminable. Aunque sé que es sólo un sueño, la sensación de realidad es abrumadora, ¿Qué significa todo esto? ¿Por qué sigo regresando al laberinto una y otra vez?
No puedo evitar sentir una mezcla de fascinación y temor al enfrentarme a Jareth una y otra vez en ese mundo onírico, y cada vez me siento más confundida. ¿Por qué este mundo mágico sigue llamándome noche tras noche? A pesar de la intranquilidad que me provoca, no puedo evitar sentirme atraída por la mágia y el misterio del laberinto. Es como si una parte de mí, deseara seguir explorando ese mundo, incluso si es sólo en mis sueños.

Trato desesperadamente de recordar cada detalle al despertar, pero las imágenes se desvanecen rápidamente, como si estuvieran destinadas a permanecer en la oscuridad de mi subconsciente y la inquietud persiste, como una sombra que me sigue donde quiera que vaya.
No puedo ignorar la sensación de que hay algo más en juego aquí, algo que va más allá de lo que puedo comprender en este momento.

(𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐋 𝐄𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐑𝐎 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐑𝐕𝐀𝐃𝐎)

𝐔𝐧𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞, 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐒𝐚𝐫𝐚𝐡 𝐝𝐨𝐫𝐦𝐢𝐚 𝐩𝐥𝐚́𝐜𝐢𝐝𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞, 𝐮𝐧𝐚 𝐥𝐞𝐜𝐡𝐮𝐳𝐚 𝐥𝐚 𝐨𝐛𝐬𝐞𝐫𝐯𝐚𝐛𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐚𝐟𝐮𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐯𝐞𝐧𝐭𝐚𝐧𝐚. 𝐄𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐣𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐯𝐞 𝐛𝐫𝐢𝐥𝐥𝐚𝐛𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐞𝐳𝐜𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐚𝐧𝐡𝐞𝐥𝐨 𝐲 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐦𝐩𝐥𝐚𝐛𝐚 𝐚 𝐒𝐚𝐫𝐚𝐡 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐞𝐫𝐧𝐮𝐫𝐚. (𝐄𝐑𝐀 𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐘 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐆𝐎𝐁𝐋𝐈𝐍𝐒)

𝐓𝐨𝐦𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐚, 𝐉𝐚𝐫𝐞𝐭𝐡 𝐬𝐞 𝐚𝐜𝐞𝐫𝐜𝐨́ 𝐬𝐢𝐠𝐢𝐥𝐨𝐬𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐦𝐚 𝐝𝐞 𝐒𝐚𝐫𝐚𝐡 𝐲 𝐬𝐞 𝐚𝐫𝐫𝐨𝐝𝐢𝐥𝐥𝐨́ 𝐣𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐚 𝐞𝐥𝐥𝐚. 𝐂𝐨𝐧 𝐠𝐞𝐬𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥𝐢𝐜𝐚𝐝𝐨𝐬, 𝐚𝐜𝐚𝐫𝐢𝐜𝐢𝐨́ 𝐬𝐮𝐚𝐯𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐬𝐮 𝐜𝐚𝐛𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐲 𝐬𝐮𝐬𝐩𝐢𝐫𝐨́, 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚́𝐧𝐝𝐨𝐬𝐞 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞́ 𝐩𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐫𝐚 𝐜𝐚𝐩𝐚𝐳 𝐝𝐞 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐬𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐮 𝐨𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐲 𝐜𝐚𝐩𝐫𝐢𝐜𝐡𝐨.
𝐀𝐮𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐒𝐚𝐫𝐚𝐡 𝐡𝐚𝐛𝐢𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐬𝐩𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐥𝐚𝐬 𝐛𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐝𝐨𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬, 𝐬𝐚𝐛𝐢𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐩𝐨𝐝𝐢𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐦𝐢𝐭𝐢𝐫𝐬𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐯𝐮𝐥𝐧𝐞𝐫𝐚𝐛𝐥𝐞.

Una oleada de sensaciones desconocidas invadió mi cuerpo y sentí una suave y ligera caricia en mi cabello, seguida de un pequeño roce en mis labios.
La sensación me hizo abrir los ojos abruptamente, y un escalofrío recorrió mi espalda al darme cuenta de que no estaba sola.
La figura de Jareth se desvaneció ante mis ojos, transformándose en una majestuosa lechuza blanca que se alejaba volando hacia la noche.
La ventana quedó abierta de par en par, como si fuera un portal hacia otro mundo. Quedé perpleja ante lo que acababa de presenciar, preguntándome si había sido real. La sensación de intriga y misterio envolvía la habitación mientras me esforzaba por comprender lo ocurrido.

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