Parte 1 - 3

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2014

Enseñarle las tablas a Elian a los ocho años, era toda una odisea.

Cuando Aron intentaba sentarlo en esas sillas de madera, arriba de tres libros gigantes para hacerlo llegar a la mesa, para él, era el peor de los castigos. Gritaba, lloraba e intentaba deshacerse de Aron, que lo sostenía cada vez más fuerte intentando retenerlo.

Elian sabía que cuando llegaba de la escuela, tenía que abrir el libro y sentarse a la mesa, junto a Aron que se encarga de ayudarlo una hora diaria en sus tareas.

Un día de invierno, luego de sacarse las botas de nieve y colgar su abrigo y gorrito, miró hacia los costados, buscando a su madre. No estaba en los lugares cotidianos donde podía encontrarlo, como en el sillón o la cocina, o quizas en el baño. Nada. Al principio algo asustado recorrió un poco más la casa, pero no había rastro. Se alegraba de poder pasar de sus practicas hoy, pero aún así, no le gustaba las razones.

Cuando por fin se decidió por subir a las piezas, lo encontró arrollado en sus mantas, rodeado de pastilla sobre la fiebre y dolores de garganta. Todos los inviernos caía enfermo un tiempo, lo había normalizado pues eran sus días favoritos, ya que los pasaba acostado a su lado, haciéndose pasar por enfermero y más cerca de él que nunca.

— ¿Otra vez? —preguntó Elian sonriendo.

— Si otra vez, asi vas a terminar si te sacas el abrigo en los recreos —respondió burlezco, con los ojos cerrados.

Recostado a su lado, parecía que el tiempo pasaba más lento, más descontinuo. Tenía que ser silencioso para no molestar al enfermo, pero eso no parecía problema.

Le gustaba su perfil, con aquella nariz respingada y rojiza por la gripe. Contrastaba con la palidez de su piel. Quería a mamá, aunque no sintiese que fuese lo suficientemente mutuo.

— ¿Te has enfermado otra vez? —escuchó Elian a lo lejos.

— No es grave, solo tengo que tomar pastillas —para entonces el muchacho había despertado, sin abrir los ojos, para no interrumpir la conversación.

— ¿Sabes que Elian ni siquiera abrió sus cuadernos hoy? ¿O sabes que la cocina está demasiado sucia como para poder usarla?

— Hhm —respondió Aron, escondiéndose entre las mantas.

El pequeño al sentir las mantas arriba de él, abrió un poco los ojos. Frente a sí se encontraba Aron agarrando en un puño las mantas. Solo le veía el pelo, pero presentía que lloraba.

《Mamá si llora》

Sintió un brusco zarandeo, que lo dejó solo en aquella cama. Decidido abrió por completo los ojos, arrepintiéndose al instante.

Paul había arrastrado hasta la otra esquina a Aron del cuello de la camiseta, mientras se tapaba la boca para no hacer ruido. Se encerraron en una pieza, lejos de él. Tardó un poco en conciliar la idea y acercarse, sumido en el miedo y la curiosidad. Nunca había visto un trato como tal, sí que se encerraran en aquella pieza, pero nada que llame la atención. Al final, nunca escuchaba nada cuando se metían allá, gracias a que era una habitación hecha con aislantes acústicos.

Abrió levemente la puerta, sin hacer ruido, solo lo suficiente para poder meter un ojo.

— ¡Siempre es la misma mierda con vos! Tenes tus suficiente venticinco años, para saber precisamente lo que me hace enojar.

Arón tenía los pantalones bajos, boca abajo contra una mesa, aprisionado por Paul, quién golpeaba sus nalgas desnudas con una vara de metal.

-—Ayer te dejé pasar tu mamada de mierda, porque estabas enfermo, ¿esperabas que me tome de igual manera lo de hoy? ¡Encargarte de tu hijo, es tu única responsabilidad!

Otro golpe, aún más fuerte.

Arón comenzó a soltar feromonas ahuyentadoras, las que usan los animales para escapar de su presa. Y aunque Paul las odiaba, ya se había acostumbrado. Elian no, se tuvo que tapar la nariz.

— No volverá a pasar, lo juro —gritó él, intentando soltarse del agarre de Paul, que sostenía sus dos manos detrás de la espalda, sin siquiera inmutarse de la fuerza con la que él otro se oponía.

— Ruegame, ruegame que pare —exigió Paul, tirando a Aron hacia sí, para tener su oreja cerca de su boca —vamos, ahora.

Elian comenzó a hacerse lentamente hacia atrás, sintiendo como su corazón se cerraba y sus manos tiritaban sin parar. Temía que papa lo escuche, temía de papá.

Llegó a tiempo a su cama, donde se escondió hasta taparse la cabeza, atemorizado y sin dejar de sentir su cuerpo entumecido.

Estaba seguro que nunca mas en su vida, olvidaría aquel olor a miedo y la intensidad con la cual imploraban por ayuda. ¿Pero que haría él? ¿Por qué debería ser quien hiciese algo? Al final, era sobre papá aquellas historias de super héroes que les leía la maestra, explicando que papá solo, podría ayudar y proteger a sus cachorros y pareja.

Aquellas manos que la maestra había teñido de colores cálidos, estaban teñidas de sangre, una que le pertenecía a mamá.

— ¡Dormilón! —gritó Paul destapando por completo a su hijo, que estaba preso del pánico.

No sabía cuanto tiempo había pasado, ni si se había vuelto a dormir, solo sabia, que papá ya no tenía ojos bonitos, ni yemas suaves con las qué acariciar.

No pudo responder, ni hacerse el despistado, porque aquella imagen, no había podido sacársela de la cabeza.

Se encontró a mamá a lo lejos, reposaba en el marco de la puerta, serio y con la nariz roja. Una frazada verde le tapaba el cuerpo. Se sentía enfermo de solo verle así, recostando su cabeza con cansancio en el marco.

— Yo dormí mucho —dijo ansioso, sin saber bien por qué, desviando la atención.

— Siempre dormís mucho, más cuando hay tarea —respondió papá revolviéndole el pelo y llevándolo en brazos antes que pudiese siquiera tocar el suelo.

Siguió hablando, y preguntando cosas de la escuela, pero ya no podía escuchar, ni responder más que pequeños si desesperanzados. Siempre había pensado que aquellas historias que contaban sus amigos solo eran bromas y mentiras para bromear, pero ahora, él mismo había visto que eran mucho más que historias.

Desde aquel día, andaba más pendiente de su madre, de su padre, de sus reacciones y de cómo se hablaban. Y se había percatado, que nunca más, ni un sólo día, lo había dejado de recibir, y atenderlo. Aron lo esperaba sentado frente a la puerta, esperándolo que llegue como una estatua. Aunque tuviese la nariz muy roja y le costara abrir los ojos, se tomaba algunas vitaminas y volvía a ayudarlo con las tablas y las divisiones.

Elian comenzaba a preguntarse si realmente era a papá a quién quería más.




◇◇◇Leer importante◇◇◇◇


¿Creen que esta escena marcará a Elian oor el resto de su vida?

¿Que piensan de Aron, la mama?


Esta es la el final de la primera parte. En el capitulo siguiente comenzamos en el presente, y conocerán varios personajes nuevos.

Muchas gracias a las personas que leen, espero que si les gusta, me puedan dejar su votito. Muchas gracias.

No me molesta recibir comentarios de cualquier tipo, sean de criticas coonstructivas o comentando lo que mas les gustó de la historia. 

Lazos de familiaWhere stories live. Discover now