Capítulo 5: El Código da Sill Fi

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Una furgoneta recorría las calles oscuras y vacías de la capital Santilla. Dentro de la cabina, un grupo de hombres vestidos con overoles rojos y máscaras de Dalí se preparaban mentalmente para la misión que tendrían más adelante.

De pronto, uno de ellos, un flacucho con pinta de nerd, levantó la mano como si estuviera en la escuela. Todos lo miraron con fastidio.

—Oigan, chicos... ¿No creen que sería mejor ir de negro? Digo, estos trajes son muy llamativos...

El resto del grupo intercambió miradas incómodas. Era verdad, esas pintas parecían sacadas directamente de alguna fantasiosa serie de streaming. Finalmente, el que parecía estar a cargo suspiró y se quitó la máscara, revelando el definido rostro de Fiero Fulgore, líder de la resistencia.

—Bien pensado, Sill. Después de todo la idea es infiltrarnos con sigilo.

Mientras se cambiaban apresuradamente, una figura curvilínea emergió de entre el montón de overoles. Era Busuca Matoria, la sensual espía de ojos azules y labios carnosos. Frente a ella se sentaba quien sugirió el cambio: Sill Fidel, un joven desgarbado y de aspecto tan ingenuo que parecía que aún creía en Santa Claus. Él miraba a Busuca de reojo cada tanto, hipnotizado por su escote, luchando por mantener sus ojos en su rostro y no en sus atributos.

Ella, consciente del efecto que causaba, se acercó a Sill con una sonrisa felina mientras lo miraba de pies a cabeza como si fuera un insecto raro.

—Vaya Sill, me impresionas —dijo con un tono sugestivo.

—¿En serio? —preguntó el, nervioso.

—Aún no entiendo cómo alguien como tú terminó uniéndose a este grupo revolucionario y llegando a ser tan cercano a nuestro líder —ronroneó Busuca con desdén—. Pareces más un ratón de biblioteca que un guerrillero.

Sill, tratando de hacerse el importante, balbuceó:

—Bueno, verás... yo era un exitoso programador. Incluso inventé unas gafas de realidad virtual que...

—¿De veras crees que voy a tragarme esa patética historia? —lo interrumpió Busuca con una mirada escéptica, levantando una ceja tan arqueada que casi tocaba el techo de la furgoneta.

El suspiró resignado y comenzó a relatar su verdadera historia:

Hace un año, Sill era un ciudadano oprimido que trabajaba como ingeniero informático junto a su igualmente nerd hermano Lokil en una oficina en el centro de la capital Santilla. Cierto día, el par de hermanos se encontraban frente a sus computadoras, el único sonido en la oficina era el incesante clickety-clack de los teclados y el zumbido de los monitores. De pronto, Lokil se detuvo abruptamente.

—Sabes Sill, ese tirano de Trocco nos está explotando, nos tiene trabajando como procesadores sobrecalentados, mientras los poderosos se llevan todos los bitcoins de nuestro esfuerzo. —dijo con amargura.

Sill lo miró confundido.

—Hmmm... ¿Qué?

—Me refiero a que este gobierno tiene a todos trabajando como burros y ganando como... ¿Cómo burros? Bueno no sé cuánto gana un burro realmente...tal vez más que yo.

—Ahhh. Bueno, sí. Si la miseria tuviera un sinónimo ese sería Trocco —dijo Sill resignado—. Al menos tenemos trabajo.

De repente, Lokil se giró hacia Sill con una sonrisa desafiante.

—Oye, mira este meme que hice de Trocco —dijo mientras mostraba una fotografía editada burlándose del líder supremo.

Sill miró la imagen con preocupación, como si fuera un explosivo peligroso.

Tiranizame DespacioUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum