VI

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Sora estaba en el limbo, tendría que acostumbrarse a vivir bajo el eterno sufrimiento y tortura de Belial o entregar su alma, no sabía cual de las opciones era peor. Al menos confiaba que Belial se aburriría pronto de él, sin embargo, lo que más lo asustaba, más que aquella poderosa y sanguinaria demonio, era su hijo, Beryl hacía que toda la violencia desmedida que su madre provocaba se quedara pequeña, si bien no parecía sanguinario, su forma de ser y pensar hacia que las rodillas le temblaran a Sora y los pequeños demonios que día a día se juntaban fuera de su jaula no ayudaban a que Sora se tranquilizara.

—Van a torturar al ángel, van a torturar al ángel. — cantaba uno, como burlándose del ángel con ojeras manchando su bello rostro.

—¡Me ofrezco para lamer los guantes de Belial cuando termine con su cara bonita!

—Yo ya compré entradas en primera fila.

—Paren... — susurró Sora cansado, no tenía energías para seguir. — Por favor... solo... paren.

Los demonios sólo rieron y siguieron burlándose de él como si de un deporte se tratara.

Por si no fuera poco, como una tortura silenciosa, como una burla, Beryl enviaba alguno de sus subordinados con un lirio blanco día a día, como recordatorio de que lo estaba vigilando, recordándole que la luna llena se acercaba y sería torturado por los demonios como un simple regalo.

Por un leve segundo, pasó por su mente ver a Jett, sin embargo las voces fuera de la jaula enseguida lo devolvían al martirio que vivía.

Beryl llegó sonriendo, esta vez aparte del lirio blanco traía un fino traje del mismo color entre sus manos.

—Espero que te portes bien hoy, traje esto para ti — le lanzó las ropas elegantes — es una ocasión especial así que espero que estés a la altura y te portes bien. Espero que grites y llores mucho, eso le encanta a madre. — le decía el demonio mientras esperaba a que se vistiera.

Sora aterrado tomo las ropas y comenzó a vestirse mientras los demonios menores le gritaban palabras groseras y vulgares al verlo con menos ropa.

—Perfecto — sonrió Beryl cuando Sora ya estaba vestido en elegantes ropas blancas. — Nos vemos a la media noche.

El estomago del ángel estaba hecho un nudo, le costaba respirar y sentía que algo saldría por su garganta en cualquier momento y a pesar de las palabras de los demonios, a pesar de que sabía que sufriría se negaba a gritar, se negaba a llorar, no quería darles la satisfacción a los demonios, quería intentar ser fuerte.

La luna estaba en su punto más alto, Jett no podía dejar de pensar que una noche igual a esta había visto a Sora por primera vez, sin embargo, él aún no era digno de volver a verlo aunque eso le doliera, sus cuernos seguían sin crecer por más que había consumido más almas que otros demonios que ya se veían adultos. Sus hermanos en el salón como siempre no le tomaron atención, simples saludos y un par de burlas.

Jasper sacudió su cabello y se burló de él, como si la paliza que le había dado hubiese sido un cuento del pasado, como si fuese un juego de niños, al final, los demonios eran seres muy simples, sobre todo los de aquella familia.

—¿Que alma de bestia le trajiste esta vez a mamá? — se burló uno de sus hermanos.

Jett no quiso responder y simplemente siguió recibiendo burlas y saludos de los demonios en la habitación.

Belial parecía mas radiante que de costumbre, el regalo que le había dado Beryl el año pasado haría que todos los demonios trabajaran mas duro por ella este año, como siempre, no le otorgó ni una mirada, recordó lo mucho que deseaba que esos ojos carmesí lo miraran alguna vez, lo mucho que deseaba siquiera una palabra de aliento de su creadora, sin embargo su corazón ahora no suplicaba por el cariño de Belial, había algo más en él.

La Jaula del ÁngelWhere stories live. Discover now