Atrapada en los recuerdos

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  Antes de que se supiera lo que los alfas y omegas eran, hace más de veinte años, ellos eran humanos superiores, ahora, tras descubrir su verdadera naturaleza, eran una abominación. Los cambiantes eran peligrosos, inusuales y misteriosos. Tras aquello los lujos en los que se bañaban desaparecían, ya que, los que eran corruptos y crueles usaban sus nuevas habilidades para aumentar su poder o conseguir uno que antes no tenían, consiguiendo el temor general. Tess lo había sufrido, sus padres murieron cuando era pequeña y había sido adoptada por unos amigos de sus padres, ella no era consciente de ser una cambiante, sólo cuando llego su primer celo sus padrastros, en vez de apoyarla, la repudiaron. La echaron de la casa y vivió en refugios, trabajando arduamente para poder pagar su educación, pero aquello había sido doloroso, pues, sin medicación para controlar el celo y viviendo apiñada con otros jóvenes, tuvo que aceptar lo que era como omega y relacionarse rápido con ellos para evitar el sufrimiento. Los novios alfa eran dominantes y molestos, ella acabó siendo una osa, mucho más fuerte y grande cuando se transformaba, aunque no tanto cuando era humana, también se encariñó con betas y omegas, otras mujeres fueron buenas opciones, había placer en ellas, y si no eran alfas y Tess necesitaba más para calmar su calor, invitaba a sus compañeras a usar juguetes. Ella era libre, no le gustaba relacionarse, no deseaba ser abandonada otra vez como lo hicieron sus padres, relaciones cortas que calmasen su ardor, estudiando y luchando si tenía que hacerlo, pero no vio venir a los chicos que la golpearon por la espalda con palos con clavos, reconociendo a uno de ellos, un humano con el que salió alguna vez y que sabía lo que ella era. Tess peleó, sin tiempo de transformarse, hasta que una voz calmante vino en su ayuda. La doctora no era agraciada, podría considerarse fea, pero la había salvado cuando todos la abandonaron, no deseando ayudar a una cambiante. Cuando le preguntó a Samanta si había besado a una mujer lo hizo con toda la intención. Aunque la doctora parecía dos décadas mayor que ella, Tess deseaba tener a alguien que la apoyara, a quien pudiera darle la espalda sin ser traicionada, y la doctora la había salvado cuando pudo dejarla morir como lo iban a hacer los demás. “Serás mía.” Pensó la caprichosa joven mirando divertida a la amargada mujer. Que interesante que la mujer sea una cambia formas tan poco común, algo que consiguió aumentar su interés. Así que Tess seguía a la mujer esa noche hasta su casa a una distancia prudente, intuía que Samanta sabía de su presencia, pero no la reprendió y siguió su camino.

  Eran las tres de la mañana, casi cuatro, la noche era fría en la piel de Miranda, así como su desolación. Los recuerdos de la loba quisquillosa se agolpaban en su mente, Lara sobre ella, bajo de ella, dentro de ella, envolviéndola en sus brazos cálidos, su energía que la llenaba de vida. Miranda había perdonado a Lara cuando abusó de ella, mas que nada porque Miranda no se había defendido, algo que pudo haber hecho, también por su soledad. Su amor superaba su rabia y ahora no tenía a nadie, sabía que Sawyer amaba a Kara y, sin importar la distancia, eso siempre sería así. Miranda tampoco contaba con Roy, su hermano tan muerto como su amada, por lo que sus lágrimas aparecieron nuevamente, sintiéndose casi letárgica mientras caminaba por las calles nocturnas. ¿De qué servía su poder e ingenio si no había a quién proteger. Caminó sin rumbo y deseosa de olvido, fue entonces que un grito y un ruido estridente la trajeron a la realidad. La joven de cabello oscuro y degradado en marrón y blanco sujetaba con un brazo peludo y con enormes garras la parte frontal de un coche, mientras que con su brazo humano sujetaba a Miranda. La rubia había regresado a su aspecto original, la hermosa y solitaria mujer de treinta años recién cumplidos, con ojos azules profundos y desgarradores, piel de porcelana y labios rojos carentes de una sonrisa.

   Tess se angustió al ver que la rubia no se detenía cuando todavía había luz roja, un coche que no frenaría lo suficientemente rápido como para evitar impactar a la mujer, por lo que se lanzó en su ayuda, sorprendiéndose al ver el hermoso y melancólico rostro de la mujer en sus brazos. La rubia era alta, delgada e increíblemente etérea, una belleza nórdica y su corazón latió emocionado. No obstante, para la doctora fue diferente, empujó a Tess y comenzó a llorar de forma incontrolable.

—¡Lara! ¡Maldita sea! ¡Por que no me dejaste ir con ella! —Gritó golpeando los estrechos hombros de la mas joven.

—¿Quién diablos es Lara?
  Lorena se estaba acostando junto a Zena, la casa de la loba estaba anexada a la clínica, algo que facilitaba el trabajo si había alguna emergencia. La mujer de cabello naranja aleonado extendió sus brazos para permitir que la morena entrara en ellos y acomodara su cabeza en el pecho de la más alta. Ambas estaban desnudas y Lorena pasaba distraídamente una uña por el brazo de Zena, su mente pareciendo estar en otra parte.

—¿Algún problema con la alfa? —Preguntó Zena frotando su mejilla en el cabello de la loba, marcándola con su olor, aquello sacó una sonrisa por parte de Lorena.

—Todo está bien, Kara aprobó nuestra necesidad de criar nuestros propios cachorros.

—Tendremos cachorros lo quiera la alfa o no.

—Lo sé, es igual para mí, pero me alegra que ella no esté enojada por eso.

—¿Entonces por que te ves triste?

—Extraño a mis hermanos, trato de decirme a mí misma que ya he cargado mi luto y que está bien seguir adelante, teniendo mi propia familia. Quiero una contigo, pero me siento tan culpable. Lara o Max no están con sus parejas, no podrán tener cachorros y Miranda está en alguna parte sufriendo sola.

—Miranda sabe que puede venir cuando quiera, pero ella es así, siempre se ha cuidado por sí misma. Te aseguro de que estará bien, cualquier cosa iré por ella. Con respecto a tus hermanos… yo creo que estarán felices de verte seguir adelante, con tus cachorros en los brazos.

—Me cuesta tanto, aunque no lo parezca. Sólo hemos tenido sexo cuando estoy en celo, o no puedo hacerlo. Es patético. No puedo complacerte como es debido.

—Estás conmigo y eso es suficiente. Te daré cachorros, ampliaré nuestro hogar. —Dijo con convicción, girando sus cuerpos para estar sobre la loba. —Me pararé de manos y pies si eso hace sonreír a mi cachorra.

—Tendremos cachorros, ya no puedes llamarme cachorra. —Sonrió Lorena besando la punta de la nariz de Zena.

—Tú siempre serás mi cachorra, incluso si los llamo bebés para mantenerlo. Tú eres mía, mi valiosa cachorrita.

—Te amo. —Susurró en la oreja de Zena, sus brazos sujetándose del cuello de la mujer sobre ella, el cabello naranja rozando y haciéndole cosquillas en la piel. —Puedo sentir que me necesitas.

—No estas en celo, no quiero que lo rechaces o te fuerces.

—Mi alfa bendijo mi deseo, quiero hacerlo realidad y tener cachorritos de tigre.

   Zena agachó la cabeza para tomar los labios de su compañera, Lorena mordió el labio inferior atrapándolo y Zena gruñó ligeramente, ganándose una pícara sonrisa de su cachorra. La morena lamió el labio para sujetar a Zena y besarla con más profundidad, mientras la mano de la pelirroja tomaba un seno, consiguiendo un suspiro satisfecho de la morena.

—Hueles tan bien. —Gimió bajo los labios de Zena, la pelirroja bajó su boca y raspó con los dientes la garganta y clavícula de la morena, hasta que tomó un pezón con los labios y comenzó a mamar, lamiendo de vez en cuando, Lorena sujetaba la melena naranja, masajeándola y animando a que siguiera.  

—Zena… se siente muy bien, pero lo quiero más…

  Los labios vagaron hasta el hueso pélvico y mordió hasta dejar marca, para luego besar y lamer los muslos, sintiendo el aroma de su compañera cada vez más fuerte con su excitación.

—Zena… —Chilló alzando la pelvis, tratando de que su intimidad tocara a su amante, pero Zena en ningún momento tomó lo que se le ofrecía, deseando excitar lo suficiente a Lorena para que la recibiera.

—Tan magnifica mi cachorra. —Dijo girando abruptamente a Lorena para que se colocara a gatas. Zena se arrodilló tras Lorena y masajeó la espalda y sus glúteos, hasta que la morena jadeó, empujándose contra la cadera de la pelirroja.

—Tómame, te lo suplico. —Lagrimeó necesitada y Zena sonrió.

—No importa que tengas una alfa, ella no te tiene, tú eres mía. —Gruñó y apretó una de las nalgas enfatizando sus palabras, Lorena mordió su labio inferior mientras el celo llegaba a ella, como una necesidad que la partiría en dos.

—Tuya. —Gimió al sentir el miembro tocando su entrada húmeda y necesitada. Sus piernas se sentían temblorosas.

—Te tomaré todo el tiempo y las veces que sean necesarias hasta que digas que tendrás mis cachorros. Mi loba me dará li que merezco… Lo merezco todo.

—Todo. —Repitió jadeante y chilló al sentir una fuerte envestida. Ambas ahora estaban unidas. Zena empujaba lentamente, escuchando leves murmullos de placer de su compañera, sintiendo su vientre apretado por la emoción. “Tan hermoso, un hermoso murmullo.” Pensó Zena sujetando con una mano uno de los hombros de la morena y aumentando la intensidad de los envistes, forzando más sonidos.

—Zena… Zena… Te quiero… Te amo mucho.

—Nadie se acercará a ti y a mi familia, lo prometo. —Gruñó amenazante, empujando con mas brusquedad hasta que sintió la poderosa ola de placer, para luego morder el hombro de Lorena, que temblaba convulsa, recibiendo todo lo que Zena le entregaba. Ambas cayeron en la cama, Zena sobre la espalda de la morena, por lo que lamió la nuca de Lorena.

—Esta noche, serás mía una y otra vez hasta que cumplas lo prometido y nos des una familia. —Susurró tras la oreja de Lorena, cuyos ojos brillaron en oro. Ella lo necesitaba, después de dos años, merecía ser feliz.

  Sawyer se estaba angustiando por Miranda, así que salió de la casa a buscarla, no tuvo que ir muy lejos cuando olfateó el perfume de la rubia y vio a una chica de cabello oscuro y una ropa que olía toda a Miranda, que se detuvo abruptamente. La rubia estaba siendo cargada en la espalda de la jovenzuela, por lo que instintivamente gruñó.

—¡¿Quién eres y por qué traes así a Miranda?! ¡Ella es mía, oso!

—¡Oye, yo no le hice nada malo, ella fue la que se quiso ir directa a los coches!

—¡Espera! ¡¿Qué?! —Chilló y miró a la rubia desmayada.

—Maldición, Miranda. ¿Por qué haces esto?

—¿Miranda? ¿Se llama Miranda?

—Sí. —Respondió Sawyer lacónicamente.

—¡Sabía que Samanta no era su nombre real!

—¿Puedes devolvérmela?

—No, sólo dime dónde la acomodo.

—Bien… Sígueme, te mostraré su habitación.

  Ambas mujeres caminaban hasta entrar en la casa, subieron las escaleras y colocaron a Miranda en su cama, arropándola y dejándola sola. Tess se bamboleó sobre sus talones, sus manos estaban sujetas tras la espalda y tenía una sonrisa nerviosa, Sawyer en cambio la miraba con una ceja arqueada por la sospecha.

—¿Cómo conociste a Miranda, cachorra? —Inquirió Sawyer, que prefirió no forzar una pelea debido a su falta de pierna y ojo.

—Ella me curó cuando nadie quiso hacerlo por ser un cambiante, así que estoy en deuda con ella.

—Entonces, si es así…

—Además ella me interesa. —Dijo animosamente dejando a Sawyer perpleja.

—Ella no es para ti, cachorra.

—¿Es tu compañera?

—No, pero sigue sin ser para ti.

—¿No veo por qué? Ella no parece tener pareja y tampoco es omega.

—Ni es alfa. —Agregó Sawyer tratando de disuadir a la joven, pero Tess siguió sonriendo.

—Sigo en deuda, así que seguiré cerca de ella hasta cumplirla, eres una cambiante y debes entender que es lo correcto.

—Lo sé, aun así, te aseguro de que no estas en ninguna deuda con ella y es mejor que la dejes en paz.

—Que me lo diga ella. —Gruñó ligeramente un desafío y Sawyer correspondió, Tess quiso someterse, pero si lo hacía ya no podría volver a ver a Miranda, por lo que mantuvo el desafío un poco más antes de girase hasta llegar a la entrada de la casa.

—No me rendiré. —Advirtió antes de irse del todo.

—¿Qué pasa con esa niña? —Preguntó a Sawyer a nadie en particular ante de regresar a ver a Miranda, encontrándola despierta y sentada, aún en la cama. —Deja de auto destruirte.

—Tú no eres la que perdió a dos amantes y a su hermano.

—Habló Miranda enojada, Sawyer gruñó igual de disgustada.

—No, pero perdí a mis dos padres, mi pierna y ojo, no puedo volver con Kara. ¡Todo esto tampoco es fácil para mí, Mir!

—Yo… —Tragó la rubia rompiendo en llanto, abrazándose con el cuerpo temblorosa. —¡Yo ya no sé que hacer! ¡No sé como no sentirme asfixiada por los recuerdos! ¡No sé cómo no extrañar! ¡No sé si pueda seguir! ¡No quiero amar más para perder otra vez!

—Brezinski sigue allí afuera, Mir, y no voy a dejarlo ir. ¿Tú lo harás?

—No.

Continuará...

Esta es la primera escena que hago en mucho tiempo, espero que les esté gustando, si es así dejen un comentario, un like y suscribanse. Un abrazo. 😊

Tomando posesión de ti - Una nueva eraWhere stories live. Discover now