La singular cambia formas y la omega

79 10 2
                                    

Sawyer tenía recurrentes sueños, solamente deseaba llegar  a Kara y salvarla, no por demostrar que era más que una omega, sino porque estaba amando y admirando profundamente a la alfa, Kara mostraba su rostro más estoico frente a otros, pero mostraba su debilidad a su familia y a la misma Sawyer, sin pretender frente a ellos más de lo que era, con una humildad que la castaña no podría haber esperado por parte de una mujer que se esperaba que fuera la más poderosa. Kara respetaba los deseos de Sawyer, una omega desconocida que deseaba vengar a su padre, la había cuidado y mantenido en su oficina, dónde Sawyer veía el fuego de la chimenea mientras abrazaba sus piernas y la morena apretaba y masajeaba con ternura su nuca. De repente todo fue un desastre, la criatura quería asesinar a su amante, por lo que Sawyer se quedó atrás, mientras Lorena se llevaba al alfa. Sawyer sostuvo el colosal brazo con dientes y garras en su media forma, sintiendo como era impactada contra el suelo, los árboles y rocas hasta que su cuerpo se puso flojo, así que, ensangrentada, antes de golpe final, ella se arrastró lejos al escuchar y sentir lo mismo que la bestia, un grupo grande se acercaba y la criatura huyó, ella cayó inconsciente, despertando con la boca llena de sangre, así como sus heridas. Levantándose débilmente encontró a Miranda con los brazos con cortes profundos, pálida y con los labios morados. Ella la había salvado, Sawyer le debía la vida, no sólo eso, sino que Lara estaba en un estado similar, pero no lo logró. Sawyer no podía caminar correctamente, su pierna era un desastre torcido, también había perdido un ojo. Se fue con Miranda, sintiéndose indigna de darle cachorros a la alfa, más patética que una omega. Kara necesitaba una compañera sana y fuerte, no los residuos que quedaron de una loba que jamás podría volver a correr en el bosque. Los dos años viviendo con Miranda fueron difíciles, la rubia le había quitado la pierna inútil y le colocó una prótesis, más el parche en el ojo, por lo que Sawyer tuvo que ver no sólo su propio dolor, sino el de Miranda. La rubia se auto flagelaba yendo a lugares de reputación cuestionable y la castaña deseaba poder hacer más por su ahora amiga y compañera. Sawyer no tenía un propósito, así que hizo de Miranda su propósito. Ayudaría a la rubia como pudiera. No era extraño que ambas durmieran en la misma cama, menos el estar abrazadas como un par de niñas asustadas. Lo habían perdido todo y el contacto conseguía que pudieran ignorar en las noches la incertidumbre.

—¿Ya te vas a trabajar? —Preguntó Sawyer al sentir  Miranda levantándose de la cama.

—Tengo turno de día en el hospital. —Respondió la rubia un poco incómoda. —Ya no iré a ese lugar… y sobre Lara… regresaré su cuerpo a su familia… Me rindo.

—Mir, no hables así. Lo intentaste.

—Tal vez es realmente mi culpa y todos los que conozco y amo acabarán muriendo. Vera, Roy y… Lara.

—¡No es así! —Exclamó la castaña sujetando la muñeca de la rubia. —Yo estoy viva por ti.

—Entonces, sólo es cuestión de tiempo antes de que te pase algo por mi culpa. Seria mejor si tú…

—No me iré. —Dijo tajante la castaña, sujetando con más fuerza a la rubia y obligándola a regresar a la cama, donde pudo abrazar su cabeza contra su pecho, Miranda correspondió, abrazando la delgada cintura. —Eres mi amiga y no te dejaré sola. Nos necesitamos y lo sabes.

—Deberías estar con Kara, no conmigo.

—Kara es fuerte y tiene a su familia, tú y yo no tenemos nada. Eres quien me necesita. Estoy rota, Mir, y puedo ver que puedo hacer más por ti que por nadie.

—Gracias. —Respondió con melancolía la rubia, dejándose sujetar y dejando ir las lágrimas. Ella sabía que se agotarían, por que ya había derramado todas las que le quedaban.

  Miranda ya había pasado por varías pérdidas, la sensación no cambiaba, era una inconexión de la realidad, como si el tiempo se detuviera y corriera a velocidades vertiginosas al mismo tiempo, querías gritar sin saber a quién reclamarle, al asesino, al destino o a la incapacidad propia de evitar la situación. ¿Hice suficiente para salvarla? ¿Todo es mi culpa? Palabras que se agolpan dolorosamente en el pecho sin dejar respirar. Cuándo todo parece calmado, crees que dejarás de llorar, pero un recuerdo dulce o amargo consigue llamar a las lágrimas que regresan como una venganza, luego se secan de nuevo y parece que se agotaron todas, pero el dolor sigue ahí, las memorias no desaparecen, y te preguntas si en algún momento dejarás de recordar a esa persona y el pánico por no poder recordarlo hace aparición. ¿Está bien recordar? ¿Está mal querer seguir adelante? Entonces, la culpa te corroe y supura, la culpa de ser quién está con vida, deseas correr, ocultarte y que no te alcance. Miranda lo sintió con Vera, con Roy y con Lara, un sufrimiento que estaba consiguiendo hacerla enloquecer. Ella quería ser castigada por su debilidad, por eso entró a esos prostíbulos. ¿Qué sería de ella sin Sawyer? Necesitaba aferrarse a la loba como un salvavidas. Sawyer, quien ya no tenía ninguna fuerza o poder, se arrastra para mantener sobre el agua a Miranda, por lo que la rubia lo decidió. Sawyer era a quien debía proteger, si la perdía, en su corazón ya no quedaría nada. Vacío, solitario y podrido. Miranda se aferró a Sawyer, la rubia patética e indefensa, demasiado débil para vivir por ella misma. No quería amar más, no soportaría perder a alguien más. ¿Qué clase de vida era esa?

   Brezinski estaba sentado en un elegante sofá, su mirada llena de suficiencia. Poco a poco él se convertiría en el ser más poderoso, mientras los otros cambiantes no serían nada más que mascotas, era curioso que los humanos trataran de domesticarlos, cuando solamente pudiera hacerlo un ser superior, él era el único destinado a ser su amo, el señor de todos esos patéticos animales.

—Profesor, todavía no hemos localizado a la mujer. —Dijo otro científico de bata blanca ahora frente a Brezinski.

—Dos años buscando a esa mujer. ¡Dos años! ¡¿Dónde diablos está?!

—Dijo que usáramos cambiantes para localizarla, pero uno de ellos buscó y dijo que la mujer no tenía olor.

—Eso es estúpido. ¿Cómo es eso de que no tiene olor?

—Todos tenemos un olor característico, pero ella no. O usaba perfumes muy fuertes para taparlo o simplemente no tiene. Además, si ella realmente puede cambiar de aspecto, podría ser cualquiera, no hay forma de atraparla.

—Maldita mujer, la doctora parece que va a estar desaparecida por más tiempo. Déjalo, no perderé mi tiempo con un caso perdido. ¿Qué hay de los cambiantes descontentos?

—Se están organizando, pero Kara Hunt tiene reuniones con ellos constantemente, puede que sea la razón del retraso.

—Hay que forzar más esto entonces, pero para eso necesitaremos deshacernos de Kara Hunt.

—No es fácil, profesor. Ella es constantemente vigilada y mantiene su comportamiento cerca de la ciudad humana en todo momento. Dejarla mal o herirla es sumamente complicado.

—Ya veremos que hacer, entre tanto, que nuestro contacto siga incitando a los cambiantes a rebelarse. Sólo necesitamos un incidente en la ciudad para que los humanos quieran reforzar los collares de esas bestias y es allí cuando apareceré yo. El salvador. —Dijo Brezinski sintiendo placer en cada palabra. Una revolución necesitaba del descontento de las masas, un dictador necesitaba la estupidez y desesperación de un pueblo. Brezinski necesitaba un escenario perfecto para su aparición.

  Lorena estaba sentada en su clínica observando la televisión colgada en la pared, las noticias seguían siendo las mismas, cambiantes agresivos discutiendo con humanos intolerantes, los políticos debatiendo si a los que ellos consideraban animales merecían algún tipo de derecho o protección.

—Estás preocupada. —Dijo Zina entrando en la clínica con la cabeza llena de hojas y el cuerpo con raspones.

—¿Qué te ha pasado?—Preguntó Lorena levantándose de inmediato de su silla y guiando a Zina a una de las camas.

—Me pidieron ayuda para construir casas. Las familias están creciendo y necesitan lugares propios y yo, como tigre, soy dos a tres veces más fuerte que un lobo.

—Te has adaptado muy bien y le gustas a los cachorros. —Elogió a Zena acariciando su mejilla, para sentir a la tigre tomar su mano y besarla.

—Me hace feliz ser parte de esto y poder estar a tu lado.

—Tal vez deberíamos pensar en tener una familia propia.

Tomando posesión de ti - Una nueva eraWo Geschichten leben. Entdecke jetzt