El singular cambiante de oso

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Tess estaba cansada de ser humillada, en sus dos décadas de vida no había visto tanta injusticia como ahora, los humanos creían que podían hacer lo que les daba la gana sólo porque no habían nacido con garras. Los altercados entre pandillas era normal, lo que no era normal era ir de regreso a casa después del trabajo para ser atacada por seis hombres con palos con clavos, pues, de alguna forma, se enteraron que ella no era una persona corriente. Tal vez había sido el idiota de su ex novio en estado de embriagues. Ella no debió salir con un humano. Bueno  tampoco es que hubieran muchas opciones, ella era una hembra omega y no habían muchos cambiantes de oso, aunque si muchos lobos y ella realmente no sabía nada de ellos. Lo único que recordaba tras el ataque eran unos ojos claros como el cielo llenos de preocupación y mantuvo esa mirada mientras juraba lealtad si era salvada. La mujer se negó a la obediencia de Tess, pero ella lo mantendría, estaba en su ADN el cumplir una promesa. Así que, al abrir los ojos, de encontró desnuda y durmiendo en una camilla rota, salvo por una sábana blanca, frente a ella había una mujer de espaldas sentada en una silla, escribiendo algo en unos papeles. Tess se sentó, su cuerpo estaba adolorido, pero recuperado, por lo que imaginó que su salvadora era esa mujer, ya que rara vez alguien ayudaba a un cambiante, mucho menos un humano.

—Será mejor que aparentes dormir, alguien se está acercando. —Dijo la mujer y Tess obedeció, echándose nuevamente en el desastre de camilla de patas destrozadas, cuando un doctor masculino entro con varios papeles en las manos.

—¡Mierda! ¡¿Qué pasó aquí?! ¡¿Debería llamar a seguridad?! —Gritó espantado el doctor cuarentón. 

—No, no es necesario. Es una chica cambiante, va a estar así un par de horas. Ellos se recuperan bastante rápido.

—No entiendo por qué la ayudaste, ellos son…

—Ellos son personas como tú y como yo, tuve que aprender eso por las malas. ¿Necesitas algo más?

—Necesito que firmes el alta de estos pacientes.

—Muy bien. —Respondió tomando los papeles y firmando cada uno para luego entregarlo al hombre que seguía mirando a la chica de cabello oscuro y dormida con desconfianza.

—¿Segura que no necesitas a seguridad?

—Voy a estar perfectamente. Si no necesitas nada más, puedes retirarte.

—Gracias por ayudarme. —Habló Tess cuando el sujeto había salido del consultorio de Miranda.

—No es nada que un médico no haría.

—Te equivocas, aun hoy, ellos escogen a quién ayudan y a quien no… Aunque como cambiante eso explica mejor la razón de ayudarme. Me alegra que alguien como yo me ayudara.

—Yo no soy…

—Eres una cambiante, tu aroma es muy tenue, casi imperceptible, pero lo tienes.

—¿Cómo puedes…?

—Soy un oso y tengo una nariz mucho mejor que la de los caninos. —Afirmó dándose golpecitos con el dedo en su nariz. —¿Qué animal eres? Eso si es algo difícil de afirmar.

—¿Cómo puedes saber que soy cambiante, pero no qué animal soy?

—Porque, más allá del olor característico de un animal común, los cambiantes tenemos un rastro distintivo que nos hace diferentes a animales o humanos. Es como un olor algo dulce debido a las transformaciones de un ser a otro. Tienes el aroma de los cambiantes, pero no de un animal en especifico.

—No soy un animal… Yo puedo… yo puedo cambiar a otra gente.

—¿De verdad? —Preguntó Tess acerándose desnuda a Miranda, la joven comenzó a olfatear a la rubia. 

—Debo recordar que ustedes tienen nulo sentido del pudor. —Se quejó la rubia y la morena sonrió tranquilamente. La joven tenía tatuajes de enredaderas con rosas en los brazos, piernas, espalda y cadera, su cabello era negro con degradado marrón y blanco, su sonrisa desafiante y juguetona, por lo que Miranda sintió asfixia. —¡Aléjate de mí! —Gritó Miranda sujetándose un trozo de su ropa con el puño sobre su corazón. —No te me acerques.

—Tranquila, no voy a hacerte daño, es sólo que me gusta tu olor. ¿Eres alfa o omega?

—Yo no tengo nada que ver con eso.

—¿Realmente eres como una mujer normal? Qué envidia, quiere decir que no pasas por el celo. —Se encogió de hombros con las manos tras su espalda. —Yo soy una hembra omega.

—Actúas muy orgullosa para ser omega.

—Si hablas de la supuesta superioridad de los alfas, pues me resbala. Yo puedo cuidarme a mí misma perfectamente.

—Claro, y es por eso que apareciste completamente herida aquí. —Bufó Miranda con ironía y Tess simplemente se puso en cuclillas y colocó sus codos en las piernas de Miranda, mientras sujetaba su barbilla sobre las palmas.

—No es mi culpa que me atacaran entre muchos y por la espalda.

—¿No tienes familia? ¿Alguien que pueda venir por ti?

—No… La verdad es que vivo en un refugio con otros chicos de mi edad o más jóvenes. ¡Ah! Pero tengo una beca estudiantil. —Comentó alegremente.

—Bien por ti. Si ya estas mejor puedes irte. Si necesitas ropa en ese armario tengo un cambio de ropa que puedes usar.

—No puedo irme, ahora estoy en deuda contigo, tengo que salvarte. Además, me pareces una persona muy interesante. Quiero ver cómo cambias. ¿Tu nombre es Samanta? Creo que lo dijiste, pero no estoy segura de que sea cierto.

—¿Por qué no lo sería?

—Si cambias de cuerpo podrías cambiar de nombre. ¿No es así?

—Eres muy perspicaz. Ahora vete a casa.

—No quiero, me interesas.

—No tengo nada que hacer con una chica de, ¿Qué? ¿diecisiete?

—Veinte, gracias. ¿Alaguna vez besaste a una chica?

—Soy muy mayor y no muy bonita. —Intentó disuadir a la joven omega, pero Tess estaba divertidísima e intrigadísima con la doctora.

—No soy superficial y en un rato tienes que tomar tu forma real. Quiero verlo.

—Esta es mi forma real. —Gruñó Miranda y Tess se levantó y olfateó un poco a la mujer.

—Puedo oler tus mentiras.

—Que estupidez.

—Sea como sea, no puedo apartarme de ti hasta que cumpla mi promesa. ¿No lo sabes? Los cambiantes decentes tienen que cumplirlas.

—Lo sé, me pasó antes con un tigre.

—Entonces no necesito dar más explicaciones. —Dijo resueltamente y comenzó a vestirse. A diferencia de otros cambiantes, Tess gustaba de chicos y chicas, ya sean omegas, alfas o betas. No era común y si fue muy criticado por los de su especie. Sin un alfa o humano varón no podría tener cachorros, pero eso no era algo que a ella le interesara. Era curiosa y libre. —Tengo hambre. ¿Tienes comida?

—Realmente eres descarada.

  Sawyer se estaba revisando en rostro en el espejo, una larga cicatriz atravesaba su rostro donde perdió el ojo, sintiéndose miserable e inútil, su pierna ahora era una prótesis mecánica que funcionaba bien, pero que la condenaba, ella ya no podría convertirse en loba, no podría correr en el bosque, ni cazar, ni hacerlo junto a quien amaba. Ella se había imaginado como la pareja alfa, teniendo a los cachorros de Kara, acurrucada junto a su amante frente a la chimenea en esa amplia oficina. Dos años sin su compañera la destrozaban, así como la marca de pareja destrozada en su hombro y cuello, aquella bestia la rasgó con sus zarpas destruyendo su unión, la piel fue desgarrada y una marca roja se mostraba en su cuerpo marcado y mutilado, lleno de cicatrices. Ella ya no era digna de Kara, era una compañera inútil que no podía proteger a nadie. Mostró sus colmillos, gruñó al espejo del baño y trató de cambiar a media forma, consiguiendo hacerlo con su brazo derecho, pero el miedo a quela prótesis no aguantara la media forma, desistió, se sujetó del lavabo, ahora de rodillas y comenzó a llorar.  

—Te necesito. —Susurró. 

  Ella no tenía nada que hacer, en esos dos años lejos de los suyos se había dedicado a aprender a usar su prótesis y cuidar de Miranda, la rubia estaba tan destrozada como la castaña, que buscaba el castigo constante, algo de lo que Sawyer siempre la alejaba cuando podía. Los cambiantes eran parias, no habían derechos o protección, los humanos abusaban diciendo que, como seres más débiles siempre serían las victimas y si un cambiante se defendía era el que acababa encerrado, aquello no era justo, fue lo que pensó al llegar al comedor de la casa y miró el teléfono de Miranda, la rubia lo había olvidado. Sawyer lo tomó y marcó el número conocido con manos temblorosas, escuchó el sonido del pitido hasta que una voz firme hizo aparición.

—¿Hola? ¿Quién es?  —La voz de Kara era firme, cosa que consiguió hacer vibrar el corazón de la castaña. “Soy Sawyer y te amo.” Quiso gritar, por lo que se mordió el labio inferior y terminó la llamada abruptamente. Su cuerpo convulso por el llanto y no pudo más, corrió al baño nuevamente y vomitó la bilis en el inodoro. Ella era indigna, ya no era loba, estaba rota y defectuosa.

—¡Te amo! ¡Te amo! —Gritó y golpeó el muro con fuerza hasta agrietarlo cuando terminó de expulsar el escaso contenido de su estómago.

  Kara  miró su móvil con extrañeza, no era la primera vez que esa llamada fantasma aparecía. La alfa levantó el rostro al ver a su gemela entrar a su oficina. Lorena era igual a Kara exceptuando por su dulce y tranquilo carácter y el mechón de cabello blanco sobre uno de sus ojos.

—¿Pasa algo, Alfa?

—Una llamada, nadie habla cuando lo atiendo.

—¿Número equivocado?

—No lo creo, no es la primera vez que pasa, pero no quiero dejarlo pasar, todo es muy complicado y no sabemos si es cosa de el enemigo.

—¿Quieres que rastree la llamada? —Preguntó Lorena tomando el móvil de su hermana.

—Por favor. ¿Por qué has venido?

—Vine a anunciar que quiero tener cachorros con Zena.

—Lori, eso es…

—No voy a aplazarlo por más tiempo. —Advirtió Lorena levantando la mano para interrumpir a su hermana.

—Quiero cachorros con mi compañera.

—Serán tigres, no es posible que la manada…

—No voy a dejar de tener familia sólo porque otros no les guste que mi compañera sea tigre y que nuestros cachorros no sean lobos.

—Si tengo que irme para poder tenerlos, lo haré. —Dijo determinada.

—¡No puedes irte! ¡Te necesito! —Gritó Kara ahora sujetando los brazos de Lorena con fuerza.

—Lo sé, es por eso que he estado a tu lado, aplazando lo que tanto deseo. Lloro a mis hermanos, pero necesito esto también. Necesito mi propia familia y seguir adelante. Han pasado dos años, Kara.

—Lo siento, tienes razón. —Dijo derrotada sentándose descuidadamente en el sofá de su oficina.

—Tú también necesitas seguir adelante, hermanita.

—No quiero otra compañera.

—Necesitamos un heredero alfa. ¿No estás dispuesta a tomar a una compañera o adoptar?

—Tal vez lo segundo de no tener opción, pero Sawyer siempre será mi compañera.

—No tienes que estar sola. Lo sabes, ¿verdad?

—Si fuera Zena. ¿Podrías? —Inquirió y Lorena  o respondió, por lo que Kara dejó salir un suspiro cansado. —La gente que puede amar más de una vez es extraordinaria y más tras una pérdida. Significa que tienen un corazón muy grande, yo no creo tenerlo.

—Los cambiantes somos diferentes a las personas normales, Kara, a nosotros nos cuesta más.

—¿Es realmente así, Lori? Amar y perder, para luego entregar lo que queda de nuestro corazón es tan difícil, lo es mas cuando no creemos que nos quede algo que dar.

—Lo sé, no quiero forzarte a tomar otra compañera, pero…

—Pero la manada necesita una pareja alfa y descendientes para sentirse seguros, más en esta situación.... Todo es un desastre.

—Perdóname por no poder hacer lo que tú puedes. No soy alfa y mi compañera es un tigre.

—No es culpa tuya… Consígueme una nueva compañera.

Continuará...

Hola a tod@s espero que les esté gustando y que le den una oportunidad a los nuevos personajes que aparezcan. Trato de ser realista, al menos en algunos aspectos. Tess es un personaje planeado, para l@s que gustaban de Lara, ella estaba planeada para morir, es parte de la trama y del drama que se desarrolle. Lara deseaba proteger a su alfa, era su deber y Miranda es un personaje que tiene que recomponerse una y otra vez, quien más sufre por su gran cantidad de pérdidas y con quién quiero que empaticen. Si les gusta, dejenme un cometario y una estrellita. Un abrazo.

Tomando posesión de ti - Una nueva eraМесто, где живут истории. Откройте их для себя