En algún momento leo en una pared "Se él príncipe de la pista" y recuerdo a Arthur.

Él había quedado impune después de un sólo juicio, había alegado que yo quería tales actos dando como prueba mi historial de fanatismo y antiguas cuentas de fan que tenía en su honor. Arthur había logrado su objetivo, ser excluido de la familia real, pero no le salió como quizá imaginó, ya que fué llevado a prisión dos meses después de eso, al cometer vandalismo y robo, él simplemente habia decidido ese camino, y hasta hoy seguía recluido, solo. Me enteré gracias a las noticias que habían intentado matarlo dos veces y todo por el rumor de ser gay.

Él mismo se había hecho un rumor falso que lo estaba atormentando.

Ahora él solo era un recuerdo amargo. Lejano.

Sus actos contra mi también se habían vuelto eso, Victorio me ayudó a sanarlos.

Sonrio llegando a la habitación donde está su apellido en la puerta y respiro profundo acomodando mi cabello, lo tengo igual a hace tres años, un corte de librito, creo que no lo dejaré nunca, y es cuando voy a tocar que él abre y me toma de la cintura metiéndome a la habitación y cerrando. Ahora sí lo olvido todo.

—Mon Amour— dice sonriente, lleva una camiseta sin mangas igual que la mía pero color negra, una cadena cuelga en su pecho con mi inicial y sus brazos enormes me abrazan con fuerza por la cintura, me sonrojo inevitablemente, el huele a loción mezclada con sudor. ¿Es normal que incluso su sudor me guste de él?

—Vic— río dándole un besito apresurado. Noto que tiene el uniforme aún, el pantalón y zapatos.

—¿Eso es todo lo que más vas a dar?— alza la ceja —Pense que me habías extrañado más... — finge un puchero, sonrío completamente enamorado.

—Mmm— me muerdo el labio —Te doy todo lo que quieras— dejo otro beso.

Él me sonríe de una forma tan linda y pone su rostro en mi hombro. Hago lo mismo suspirando.

—Felicitaciones— le digo abrazándolo por la espalda, que por cierto está enorme, al igual que su cuello —Eres increíble, estoy muy orgulloso de tí— digo, y él me aleja para besarme de forma tierna, luego deja un beso en mi frente.

—Vamos a celebrar— me dice —Quiero llevarte a un lugar— sonríe, y asiento —¿Me acompañas en la ducha?— pregunta.

—No, sino jamás saldremos— río, él asiente y se aleja buscando algo. Dejo mi bolso en una silla.

Su habitación es enorme, tiene un estante con premios que ha obtenido, libros, y algunos cuadros de sus bandas favoritas de rock, también tiene una alfombra negra y una cama de igual color, un escritorio de madera oscura en el cuál están fotos nuestras y de nosotros con Iván y Elliot.

Hace dos años el padre de Iván falleció, empeoró de salud e Iván quedó como el único responsable de su familia, así que se dedicó a sus responsabilidades políticas, estudiando y viajando, sé que a veces se veían él y Elliot, pero no de una forma romantica. Eso me deprime un poco porque sé que se quieren, o querían, pero no siempre termina bien todo.

Elliot por su parte regresó a Roma, donde a veces me llama por video mostrándome su casa y universidad, la última vez que hablé con él me dijo que ya iba por su tercera relación homosexual en un mismo mes. Supongo que vive su vida.

Un Príncipe De Cuento ©Where stories live. Discover now