ANE

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 ¿Qué es la fortuna sin deseos?

Mientras voy caminando por la feria que acaban de inaugurar en la ciudad, llevo puestos mis audífonos. Escucho "Negative Entropy" de Edoardo Gastaldi una y otra vez para relajar mis pensamientos. Voy sola para curiosear que hay en la feria, niños y niñas corren por mi lado y algunos padres corren tras ellos. Adolescentes van de la mano y alguna que otra pareja de adultos también.

La feria se presenta como un escaparate de lo extraordinario, con puestos de colores brillantes y diseños extravagantes que desafían la imaginación. Exquisitas luces parpadean en sincronía con la música de algunos juegos, creando un espectáculo visual hipnótico que convierte la feria en un mundo mágico. Los aromas de delicias culinarias de todas partes del mundo flotan en el aire, tentándome a probar algo nuevo en cada esquina.

Yo estoy aquí por la comida callejera. Después de un largo día de trabajo no tengo ganas de ir a cocinar, y tampoco tengo algún plan en específico, pero al ir caminando hacia mi casa vi que la feria había comenzado.

Una mujer de avanzada edad, con el cabello con mechones de canas y la cara sucia se para delante de mí. Su ropa está sucia, y sus ojos parecen más grandes que su rostro, aparte que tiene cataratas. Me quito un audífono para saber que desea, pero me imagino que está pidiendo limosna.

—¿Disculpe qué fue lo que dijo?

— No quieres que te lea tus ojos— Dice en una voz ronca.

— ¿Mis ojos? — Repito porque no se si escuchado bien. ¿No será mi suerte, las manos o las cartas?

—Tus ojos. — La miro, debe ser una mujer sin hogar que desvaría. Muevo mi cartera para darle un billete. Saco uno de diez y se lo ofrezco. Ella lo toma y lo guarda.

—No es necesario, tome el dinero— Comienzo a avanzar para pasar por su lado.

—Aún no te he leído tus ojos— Suspiro, esta señora puede alterarse si no le sigo la corriente. En fin, qué daño puede hacer que se invente alguna cosa.

— Está bien— Giró para mirarla directamente a los ojos.

—Estás esperando a alguien. Un hombre, su nombre es difícil de pronunciar para mí, no es un nombre común.

—No estoy esperando a nadie. Vine sola.

—No, es tu corazón. Lo busca. A es la letra con que empieza su nombre. Pero nunca podrás encontrarlo en este mundo — siento como mi ritmo cardiaco se acelera. No es posible, nadie sabe sobre él.

— ¿Por qué?

— Él morirá en el otro mundo. Pero él también te está esperando, si eso te consuela.

— ¿Morirá?

—Pero puedo regalarte una puerta— En ese momento la señora me entrega algo sumamente delgado, como un pelo blanco pero tiene otra consistencia más dura y firme. Lo agarro.

— ¿Qué es esto? — Pero alguien me empuja, unos niños corriendo chocan conmigo y me distraen. Cuando busco a la mujer ya no está y sostengo en mis manos aquel pelo.

Pienso en soltar aquel pelo pero no puedo. Lo guardo en el pequeño bolsillo de mi cartera para no perderlo. Vuelvo a buscar a la mujer pero no la veo por ninguna parte. Comienzo a caminar por la feria, buscándola. Pero una hora después no la encuentro, y he perdido el apetito. Comienzo a centrarme en la feria. Noto que en algún momento empezaron a repartir máscaras con forma de gatos, diferentes colores y razas. Todos llevan máscaras, excepto yo. Sigo caminando algo incómoda hasta llegar a la rueda de la fortuna, sus luces son bastante especiales, entre rojo, morado y azul, por lo que me detengo a observar.

El mundo de los GatosWhere stories live. Discover now