—Tan solo tiene miedo de lo que sucederá inevitablemente cuando comiencen a salir.

—Exacto —confirmó y le alegró tanto que Roland la entendiera.

Era algo que siempre parecía hacer de una forma u otra, incluso cuando le había contado sobre sus inseguridades respecto a casarse o sus sentimientos por Hamish, siempre había mostrado una comprensión hacia su compleja mente que ni siquiera encontraba en su querido hermano.

—El matrimonio no necesita cambiar su vida si usted no quiere, señorita, solo añadir a ella. Añadirá un nuevo compañero en quien contar, futuros hijos a los que cuidar y ver crecer y más amor y experiencias.

—¿Pero ¿qué hay de mis hermanos? —inquirió y no pudo evitar que se le humedecieran los ojos—. ¿Qué sucede con ellos cuando el señor Quine quiera que me traslade a su casa?

—Le dije que no puede detener su vida por la de sus hermanos.

—Pero debo hacerlo —aseguró y señaló hacia la puerta de su apartamento—. Mi hermano renunció a todo por Michael y por mí, renunció a su educación, a sus sueños y aspiraciones, a la mujer con la que quería formar una familia y todo porque...Porque cuando nuestros padres murieron, él tuvo que hacerse cargo de nosotros y no ha parado, señor Josey, no ha parado ni un solo día.

Roland suspiró, se giró hacia ella cruzando las piernas y se inclinó un poco más cerca, para tomar su mano y sostenerla entre las suyas.

—Entiendo que su hermano sacrificó mucho por usted, pero si quiere agradecerle, debe intentar que su sacrificio no fuera en vano. Él quiere verla casada, señorita, no por nada le ha insistido al respecto todo este tiempo...

—Pero estará solo —susurró.

—No, porque la seguirá teniendo a usted. Casarse no significa que deba olvidarse de sus hermanos. El señor Quine no vive muy lejos de aquí ¿o sí? —. Negó y se limpió las lágrimas con su mano libre—. Y por lo que veo los visita casi todos los días y, por lo tanto, usted podrá hacer lo mismo.

Empezó a asentir, sollozando en silencio y Roland apretó su mano suavemente y dejó un beso en sus nudillos.

—Permítase estar con el hombre al que quiere, señorita Sunny. El tiempo solo nos dura un instante y luego no vuelve.

—¿Pero ¿qué hay de los hijos? —inquirió y apretó los ojos con fuerza en un intento por contener su llano, que no tuvo caso—. El señor Quine querrá tener hijos.

—¿Y usted no?

—Sí, por supuesto que sí, pero... ¿Qué será de ellos si algo me sucede o al señor Quine y deben vivir sin sus padres? ¿Para qué traerlos a este mundo si solo van a sufrir?

—Oh, señorita Sunny —. Se arrastró un poco más cerca y tiró de ella para acercarla a su pecho y que pudiera recostarse contra él y abrazarlo—. No puedo hacer promesas de como su vida o la de sus hijos será, pero puedo decirle una cosa...

Le peinó el cabello que ella traía suelto y tan largo que llegaba a amontarse en el suelo cuando estaba sentada sobre este y la abrazó cerca, dejándola encontrar un refugio en su cercanía.

—...El sufrimiento es solo uno de miles de escalones en la vida y no es ni más que una estación temporal, pero solo piense...Piense en todas las bellas vistas y otras increíbles paradas que uno recorre en el camino. Solo piense en todas las veces que luego de llorar, se rio, bailó o cantó, celebró con familia o amigos y fue feliz. Todas las veces que amó y la amaron de regreso y todos los milagros que presenció, de una nueva vida llegando al mundo, un atardecer pintando el cielo de hermosos colores...E imagine perderse todo eso, toda esa belleza. Sería un error minimizar nuestra existencia a solo las penas que atravesamos, cuando hay mucha más belleza para ser admirada desde el sonido de nuestras risas y el amor que entregamos hasta las flores que se abren en primavera o el olor a césped mojado antes de una tormenta. Y sus hijos podrán disfrutar de todo eso, señorita...Como todos lo hacemos, lograrán sanar del dolor que pueda alcanzarlos y serán felices, porque estar vivos es hermosos, incluso si a veces tenemos momentos de debilidad y pensamos lo contrario...Y créame, lo digo por experiencia.

Vidas Cruzadas El ciclo. #4 EN DESARROLLO +18. BORRADORWhere stories live. Discover now