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El castaño se hunde en el asiento, frustrado. No debería estar allí. Debería estar en su apartamento, con una manta en sus hombros y viendo la televisión o mejor aún, leyendo algún libro de comedia romántica tonto.

Pero, desde que tiene uso de razón (está siendo exagerado, solo desde que está con Derek) todos los viernes son de comida en la casa de los amigos de su novio. Perdón, prometido.

Stiles no tiene buenas experiencias en cuanto a esas comidas. Por alguna extraña razón, a la mayoría no les cae bien. Luego, tiene a la ex de Derek allí también. Y a Owen, quien parece ignorar por completo el hecho de que es pareja de Hale y no se cansa de coquetearle.

Derek ni siquiera parece celoso. Nunca.

Tampoco parece mirarlo, así que Stiles solo supone que no le gusta demasiado.

Así que allí está. Sentado, intentando fingir que se encuentra a gusto con la situación. Está jugando un maldito juego, parecido al Monopolio. Stiles odia el monopolio.

Cuando habían comenzado la relación, Stiles había sido que le había enseñado a Derek a jugar. Si bien el grupo de amigos tenía tiempo jugando aquello para cuando Stiles llegó, el pelinegro no había sido demasiado bueno. Entonces el castaño había aparecido y se había esforzado por explicarle.

Desearía no haberlo hecho, porque ahora el oji-verde ganaba cada una de las partidas y solía ser quien llevaba a bancarrota a Stilinski. Y cada puta vez, le sonreía con suficiencia.

-Oh, de nuevo has ido a bancarrota.-Eloise dice, sonriendo con suficiencia también.

Realmente no sabe porque ese par se separo. Hacía una gran pareja de imbéciles.

Derek le choca el puño a su ex.

Stiles siente su ojo comenzar a temblar.

Ah, está llegando a su maldito límite.

-Sí, tengo ojos, El.-Murmura con impaciencia Stilinski. La mano de Derek en su muslo presiona una vez, en advertencia.

Nadie puede culpar a Stilinski si se imagina clavando el tenedor en la misma mano que acaba de abandonar su pierna. O si no puede evitar las imágenes que vienen a su mente, donde prende fuego el cabello sedoso de Eloise. O si solo puede imaginarse prendiendo fuego toda aquella maldita habitación, tomando en brazos al gato de Boyd, y saliendo de allí con el amado Camaro de Derek para no regresar nunca jamás.

Si pudiera cerrar sus ojos y solo imaginarse aún más aquel escenario, sería casi feliz. Siente la sonrisa tirando de sus labios de solo pensar en él escapando de allí y con Henry Cavill esperándolo en la frontera, para irse a vivir lejos. Tendrían mucho sexo (más que el sexo nulo que está teniendo con Hale). Y reiría más seguido. Y no se sentiría despreciado.

-Tal vez si estuvieras aquí, no estarías perdiendo.-Menciona Hale, en voz baja, casi al pasar. Stiles ya no juega, así que solo tiene su mirada fija en el tablero.

Derek ya es dueño de la mitad del puto tablero. Y luce su sonrisa arrogante. Stiles va a golpear su petulante rostro con el plato, lo jura.

-Estoy aquí, cielito.-Stiles aparta su mirada del tablero y le sonríe con falsedad.

-¿Problemas en el paraíso?.-Owen habla, sonriendo hacía Stiles. ¿Lo ven? El imbécil ni siquiera se fija en que Derek está allí.

-No.-Stiles dice con rapidez pero Derek ni siquiera intenta negar.

Bien.

El castaño se cruza de brazos, quiere suspirar fuerte y demostrar cuan irritado esta, pero sabe que el regreso al apartamento será un maldito infierno si hace eso. Su prometido odia cuando se queja de sus amigos. Sus amigos se encuentran en el segundo lugar en cuanto a personas importantes para él. En el primer lugar, está su familia. En tercer lugar, su trabajo.

Plan: odia a Stiles Stilinski.-Sterek. Where stories live. Discover now