10

94 8 0
                                    

- Bienvenido, Eris.- dijo Rhys, El pelirrojo tomó asiento.- Han pasado cinco siglos desde que pusiste por última vez los pies aquí.-

Podía ver la traición en los ojos de Mor y Azriel tenía sus ojos en llamas mirando al nuevo macho que acababa de llegar. Sus sombras estaban alrededor de sus hombros, susurrándole algo que no llegaba a escuchar.

- Efectivamente, ha pasado tiempo.-

- Alguna vez quisiste establecer lazos con Otoño, Keir. Aquí tienes tu oportunidad. Eris está dispuesto a una alianza formal..., a cambio de tus servicios en esta guerra.- habló de nuevo el lord.

- No es suficiente.-

- Me había olvidado de por qué me había sentido tan aliviado cuando nuestra negociación no llegó a nada la última vez.- dijo Eris resoplando y sirviéndose un vaso de vino. Rhys le lanzó una mirada de advertencia.

- ¿Qué quieres, entonces, Keir?-

- Quiero salir, quiero espacio. Quiero que mi gente quede libre de esta montaña.- contestó impasible.

- Tienes todas las comodidades. ¿No es eso suficiente?- Dijo Feyre con tono solemne.

- Has estado guardando secretos, alto lord.- comenzó Keir con una odiosa sonrisa.- Siempre me he preguntado..., a dónde ibais todos vosotros cuando no estabais aquí. Hybern al final contestó la pregunta. Gracias a ese ataque a... ¿Cuál es su nombre? Velaris. Sí, Velaris. La Ciudad de la Luz de las Estrellas.-

Esto no pintaba bien, sabía cuanto había hecho Rhys por proteger la ciudad, cuánto habían entregado a cambio de su salvación.

- Quiero acceso a la ciudad.- dijo finalmente Keir, afirmando mis sospechas.- Para mí y para mi corte.-

- No.- contestó rotunda Mor.

- Habría condiciones.- explicó Rhys. Vaya, esto si que no me lo esperaba. Mor abrió la boca, pero puse mi mano sobre la suya intentando relajarla. Ella retiró la mano como si la hubiese quemado. Eris dejó escapar una risita suave.

- Quiero libre acceso.- repitió Keir.

- No lo tendrás.- replico Rhys.- Habrá permanencias limitadas, un número limitado de autorizaciones de entrada. Eso se decidirá más adelante.-

Casi podía oír a Mor suplicándole que no lo hiciera. Su padre debió de haberla hecho mucho daño, al igual que el pelirrojo sentado a la mesa. Su cuerpo gritaba lo que su boca no podía articular. Su padre la miró y sonrió ante su desesperación. Desgraciado.

- De acuerdo.- terminó diciendo.

- Hay una cosa más.- dijo mi hermana.- Un requisito más.-

- ¿Ah, sí?- pregunto Keir sin prestarla atención.

- Necesito el espejo Ouroboros. De inmediato.-

- ¿Quién te ha dicho que yo lo tengo?- preguntó incrédulo Keir.

- ¿Qué importa? Yo lo quiero.-

- ¿Sabes que es el Ouroboros?- su tono era asqueroso.

- Vigila tu tono, Keir.- le advirtió Rhys.

- El espejo..- rio entre dientes.- Considéralo mi regalo de apareamiento. Si puedes cogerlo.-

- ¿Qué quieres decir?- pregunté intentando hacerle recular ese tono de amenaza que escuché en su voz. Keir se puso de pie, sonriéndome como un gato y paso su lengua por todos sus labios como un gesto lascivo y asqueroso.

- Creo que finalmente te enfrentaras a los guerreros de los que dudas.- dijo Azriel en un gruñido. Keir ni siquiera le miró y con sus ojos fijos en mi comenzó a explicarnos como conseguir el espejo. Después de decirle a Eris que le buscaría pronto salió de la habitación guiñándome un ojo.

UNA CORTE DE VIDA Y AMOR [AZRIEL]Where stories live. Discover now