Capítulo diecisiete.

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—¿En serio quieres que te las cuente, preciosa?.—asentí—¿O prefieres que te las muestre?.

Joder.

—Están en el tercer cajón.—aparté la mirada—Los cuchillos.

Él sonrió, victorioso, y continuó con su tarea. Me quedé quieta, observando como cortabs dos trozos de tarta y los traía a la mesa donde me encontraba.

—Te ves cansada.—comentó, sentándose a mi lado.

—Estuve hasta tarde preparando la maleta para ir a casa de mis padres.

—¿Donde viven?.—quiso saber, curioso.

—En Cuba. Me avión sale en la tarde.

La idea de viajar me emocionaba tanto que ni siquiera recordaba el hecho de que al llegar a mi destino, me esperaría una fiesta con la mayoría de mis familiares.

—Cuba....he oído hablar poco de ese país, la verdad. Talvéz lleve a mi hermana a visitarlo algún día, y por supuesto, ¿Qué mejor guía que tú para acompañarnos?.—me guiñó un ojo.

—Mis abuelos paternos son cubanos, emigraron aquí cuando mi abuela estaba embarazada de papá. Cuando nacimos mi hermano y yo, ya mis abuelos habían regresado a su país natal, y mis padres los siguieron cuando ya nosotros teníamos suficiente edad para cuidarnos solos.—expliqué.

—¿Hace cuánto no los ves?.

—Un año, más o menos. Pero nos llevamos bien.—me llevé la cuchara a la boca, dejando que el delicioso sabor del pastel me invadiera las papilas gustativas.

—Eso es mucho tiempo, espero que puedas aprovechar el viaje para estar con ellos al máximo.

—Se suponía que solo pasaría unos días, pero al no tener trabajo, me quedaré una semana completa. Luego intentaré buscar empleo.

—¿Sabes que puedes contar conmigo para cualquier problema, verdad? Y eso incluye el dinero.

—No te preocupes, tengo ahorros. Además, la veterinaria está en un buen momento. Solo quiero trabajar para.....distraerme.

—Hagamos algo, termina con eso,—señaló el plato en mis manos—y cambiate. Iremos a un parque de diversiones.

—¿En serio?.—no oculté la sorpresa en mi voz.

—¿Piensas pasar tu cumpleaños aquí encerrada, y en pijama?.—enarcó una ceja.

—¿Tienes algo en contra de mi pijama de Harry Potter?.

—Para nada.—me miró de arriba a abajo—Talvés te lo robe mientras duermes.

Mejor róbame a mi, guapo.

¡Conciencia!.

—Tienes marengue en el labio.—se acercó a mi con una servilleta y la pasó por mi labio inferior.

No pude evitar contener la respiración y tensar mi cuerpo bajo su tacto. Él no apartó la mirada del lugar donde sus dedos habían estado segundos atrás, poniéndome nerviosa.

—Te espero en el auto.—avisó, apartándose.

Salió de la cocina, dejándome con los pelos de punta.

Alejandro.

Tenía que alejarme de ella.

Mi autocontrol comenzaba a fallar, y el hecho de que ella fuera jodidamente hermosa no estaba precisamente a mi favor. A pesar del deseo que se acumulaba en mi interior, en mis planes no estaba precionarla a hacer algo que talvéz no le agradaba.

Cambios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora